Estas dos canciones de Miguel Hernández, desconocidas en cualquier edición de sus libros antes de 1980, las escribió el poeta para ser cantadas. Ambas fueron musicadas en 1938 por su amigo judío Lan Adomián.
Las puertas de Madrid
Las puertas son del cielo
las puertas de Madrid.
Cerradas por el pueblo
nadie las puede abrir.
El pueblo está en las calles
como una hiriente llave.
La tierra a la cintura
y a un lado el Manzanares.
Ay río Manzanares
sin otro manzanar
que un pueblo que te hace
tan grande como el mar.
La guerra, madre: la guerra
La guerra, madre: la guerra.
Mi casa sola y sin nadie.
Mi almohada sin aliento.
La guerra, madre: la guerra.
La vida, madre: la vida.
La vida para matarse.
Mi corazón sin compaña.
La guerra, madre: la guerra.
No suenan los hondos pasos
en mi alma y en mi calle.
Cartas moribundas, muertas.
La guerra, madre: la guerra.
Cartas moribundas, muertas.
La guerra, madre: la guerra.
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