“Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad
y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor"
(Pablo Neruda)
María Torres - 29/10/2011
A Miguel Hernández, que desapareció en la oscuridad.
Estás muerto pero aún pesa sobre tus espaldas una condena a muerte por ser de izquierdas, republicano y poeta. Una condena que los intransigentes, los mismos que quieren silenciarte borrando tu nombre de las calles, como si con ello pudieran eliminarte de la Historia y deshacer tu pasado, después de tantos años, se niegan a declarar nula. No tienen suficiente con haberte matado de soledad, frío, hambre, tuberculosis y piojos en una celda cuando tenías tan sólo 31 años, después de un largo viacrucis por las cárceles de España. Tu decías que eras un preso-turista.
Nadie te cerró los ojos cuando falleciste. Te amortajaron tus propios amigos y te expusieron en el patio de la prisión con la marcha fúnebre de Chopín como telón de fondo. Mientras el nuevo régimen, consolidado gracias a la traición de las llamadas democracias europeas, mostró una vez más su verdadero rostro.
Ahora parece ser que las víctimas del franquismo tienen que defender y demostrar su inocencia.
Eras el más corazonado de los hombres y también el más amargo como escribiste en “Me sobra el corazón”. Eras hijo de la luz y de la sombra y viviste y moriste siempre con tres heridas, la del amor, la de la vida y la de la muerte, como terrible y dolorosa realidad. Años de guerra y muerte, ausencias, derrotas, pérdida del hijo, cárcel. Demasiadas heridas.
Poeta autodidacta, fecundado con las enseñanzas de la vida pobre, áspera y difícil, que escribías versos de amor para hacerte un hueco en el corazón de Josefina. Envolviste la poesía con la humildad que latía en cada una de tus palabras. La impregnaste de tanta humanidad en tu constante intento de mostrar mediante el lenguaje todo lo triste de tu existencia, que tu voz y tu obra preñada de corazón, como un vendaval sonoro se ha quedado con nosotros, con los vientos del pueblo.
Neruda dijo de ti que jamás se encontró con “un fenómeno igual de vocación y de eléctrica sabiduría verbal."
“Que no se pierda esta voz, este acento, este aliento joven de España”, dijo Juan Ramón Jiménez al conocer tu poesía. Y el eco de tu voz perdura en los jóvenes poetas.
Fuiste estandarte vivo del pueblo español. Ofreciste tu vida por defender la justicia, la libertad y la legalidad de la II República. Tus palabras de poeta-soldado, disparos de vergüenza y altavoz contra el fascismo. Las verdaderas armas invencibles son las palabras, aquellas que perduran traspasando las barreras temporales y espaciales.
"Para el hijo será la paz que estoy forjando
Y al fín un océano de irremediables huesos
Tu corazón y el mío naufragarán, quedando
Una mujer y un hombre gastados por los besos"
Tu maleta, la que trasladabas de cárcel en cárcel, tu máquina de escribir, las cartas a tu amigo Vicente Aleixandre, los manuscritos de tus obras y tantas otras pertenencias, descansan en la caja fuerte de un banco, porque los intransigentes se niegan a que tu legado, de un inmenso valor literario e histórico, sea compartido con el pueblo.
Así que no tendrás museo, ni otra fundación, ni exposición. Tu casa de Orihuela, que ya no está pintada del color de las grandes pasiones y desgracias, tampoco puede ser visitada, porque el odio ya no se amortigua detrás de las ventanas. No saben qué hacer para aniquilar tu recuerdo.
Te sepultaron en la oscuridad una vez, pero no lo conseguirán de nuevo. Nunca más conseguirán callar tu voz de extraordinario poeta, de excepcional ser humano transparente y honesto, comprometido con la vida y hasta la muerte con el pueblo, con el marginado, con el obrero, con los sometidos al yugo de la injusticia, porque nosotros, el pueblo, te seguimos recordando a plena luz y vivirás en el corazón de muchas generaciones, ya que has sido capaz de trascender la barrera de la muerte para renacer junto a cada uno de tus poemas.
La muerte no silencia los pensamientos y tu poesía aún sigue removiendo y desestabilizando conciencias, aunque el más fuerte se imponga y disponga de armas para callarlas.
Descansa poeta, porque ya no necesitas tener los huesos hechos a las penas. Una vez dijiste “Dejadme la esperanza” y precisamente la esperanza fue lo que sembraste en nosotros.
Cómo me hubiera gustado que los versos de Neruda fueran una realidad: “Si nada nos salva de la vida, al menos que el amor nos salve de la muerte”, ya que a ti el amor te hubiera salvado, y como un deber de amor te recordamos porque “Sólo quien ama vuela”.
A Miguel Hernández
ResponderEliminarA veces me gustaría ser de derechas,
y pensar que la explotación de hombre por el hombre es ley natural.
Pero tú y yo Miguel, nos sentiríamos muy desgraciados.
Me gustaría ver en las grandes fortunas de unas pocas familias
un estimulo que motivara mi deseo de superación.
Y soñar que mañana yo seré uno de ellos.
Pero acumular riquezas, lo veo como un crimen de lesa humanidad.
Me gustaría ver al capitalista como generador de riqueza inversor iluminado,
pero lo veo como un ladrón de plusvalías.
Que una gran parte de la fortuna la dilapida,
y otra parte la desvía en inversiones que tal vez no hagan ninguna falta, lo hace solo para especular, y otras cosas.
Que hacen falta se abandonan por falta de rentabilidad, haciendo mucho daño,
y creando grandes bolsas de pobreza.
Me gustaría ver la igualdad de oportunidades, y solo veo esclavos al servicio de las multinacionales.
Me gustaría ver impuestos con justicia, y solo veo el expolio de las masas a favor de una minoría.
Me gustaría pensar que mi idealismo es trasnochado y unirme a los reformistas.
Pero como tu Miguel me sentiría muy desgraciado.
Acaso se equivoca la lluvia cuando cae para todos, solo hace falta cualquier mano
que plante una semilla, para que vuelva la vida.
No creo necesario el capital que nos expolia a todos nosotros,
Para luego repartir solo limosna.
Sabes quien se ofenderá con este escrito Miguel.
El de la bicicleta y la chabola, que es su gran capital.
Y tiene miedo de perderla, como siempre Miguel, como siempre.
Precioso y certero Carmen.
ResponderEliminarMuchas gracias y un gran abrazo.
Su amigo, Ramón Sijé, era de derechas.
ResponderEliminarPero no hay grandes poetas de derechas. Nunca pasan de cuidar la forma.
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ResponderEliminarGracias por el poema Juanín.
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