“No hay inteligencia allí donde no hay cambio ni necesidad de cambio”
(H.G.
Wells, The Time Machine)
María Torres / 21 de
noviembre de 2011
En 1895 se publicó la novela
de Herbert George Wells La
máquina del tiempo (The
Time Machine), en la que se narra como a finales del siglo XIX un
científico construye un artilugio que le permite viajar a través de la cuarta
dimensión: el tiempo. La curiosidad lo lleva a explorar el futuro para conocer
el progreso de la humanidad, pero lejos de esto, se encuentra con algo
desolador, un mundo devastado, sin valores humanos y donde la inteligencia se había desvanecido. Todo obra
del mal hacer del hombre.
Tras conocer los resultados
electorales de ayer domingo, tengo la sensación de que hemos utilizado la
máquina del tiempo de Wells en sentido inverso. Hemos regresado al pasado.
Posiblemente al 1 de abril de 1939 para encontrarnos con lo mismo que él se encontró
en el virtual futuro.
Con los ojos bien abiertos, o
bien cerrados, lo que veo es la ausencia de la tan necesaria toma de conciencia
de ciudadanía, que la Ley electoral es injusta, que el partido de la abstención
ha quedado segundo tras el PP, que las peores expectativas y pronósticos se han
cumplido pues este último, el de los neofranquistas, ha salido victorioso con
una mayoría absoluta.
Veo tiempos de mantillas y
peinetas que traerán consigo el fín de matrimonio homosexual y el aborto, la
privatización de la sanidad, la educación, puertos,
aeropuertos, transportes ferroviarios, Correos; recortes en ayuda al desarrollo, proyectos de ciencia
e innovación, prestaciones por desempleo, salarios de funcionarios;
el nunca más a las
políticas igualitarias.
Veo el regreso al pasado, que aunque no olvidado,
si habíamos aprendido a caminar junto a él al mismo tiempo que íbamos avanzando
en el camino de los derechos sociales y veo que estas dos últimas palabras
(derechos y sociales) caerán en desuso en un futuro inmediato.
Por último sólo veo cifras:
Elecciones 2008: 10.278.010 de votos para el PP.
Elecciones 2011: 10.374.360 de votos para el PP.
Elecciones 2011: 10.374.360 de votos para el PP.
Doscientos mil votos más se traducen en 32 escaños más.
Es evidente que los votos otorgan la legitimidad, pero no la
razón.
Alea jacta est.
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