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97. Mujeres, revolucionarias y anarquistas





En octubre de 1936 nacía la Agrupación de Mujeres Libres. Anarquista, libertaria y emancipadora, fue el germen de un movimiento que llegó a tener 20.000 afiliadas.


“La lucha debe continuar, ahora hay que enseñar a las más jóvenes”

Quedan pocas de aquellas mujeres con vida. Concha Liaño es una. Tiene 94 años y conserva una enorme energía. Vive en Venezuela desde que se exilió durante la Guerra Civil. Formó parte de las mujeres que iniciaron Mujeres Libres y recuerda la situación de la mujer en aquellos días: “Ahora no se pueden imaginar cómo era la vida de la mujer entonces. El esposo mandaba y gobernaba. Aceptaban ese sometimiento. Nosotras entendimos que si se liberaban económicamente, ya no tendrían que soportar eso”.

La idea de la revista –de la que DIAGONAL publicó un extenso reportaje en su número 161– surgió en el otoño de 1935 de la mano de la militante anarquista Lucía Sánchez Saornil, a la que luego se unieron Mercedes Comaposada y Amparo Poch y Gascón. Lucía y Mercedes “habían enseñado en cursos de instrucción elemental para obreros y obreras, promovidos por la CNT de Madrid en los años ‘30. Vieron la necesidad de realizarlos específicamente para las mujeres, dada la misoginia y los prejuicios existentes”, indica Eulàlia Vega, autora del libro Pioneras y revolucionarias.

Mientras la revista se gestaba y salía a la calle en Madrid, en Barcelona se había formado la Agrupación Cultural Femenina, en su mayoría militantes de la CNT y de otros organismos libertarios como los ateneos y las Juventudes Libertarias. Conocían la revista que se hacía en Madrid. Mercedes Comaposada se presentó en Barcelona buscándolas. Llevaba con ella los estatutos de una Federación Nacional. Les informó de que en Madrid y en Guadalajara ya se había constituido una agrupación con los mismos objetivos. Habían llamado a esta organización Federación Nacional de Mujeres Libres y propuso que Cataluña formara parte de la misma. Las catalanas aceptaron entusiasmadas.

Una organización de masas.

Llegaron a contar con 20.000 afiliadas y 170 secciones locales en todo el país sin cobrar ninguna cuota. La Comisión de Solidaridad se encargaba de gestionar donativos o subvenciones con sindicatos, ateneos y otras entidades.

Pura Pérez, militante de la organización, explicaba en 1999 que “se gestaba una revolución femenina, de la misma forma que entre todos se hacía una Revolución Social. Obreras, campesinas, enfermeras, licenciadas… Todas eran guiadas por el deseo de emancipación, su empeño era lograr una sociedad equitativa y un futuro mejor”.

Martha Ackelsberg, autora de Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres señala que había dos tendencias en sus actividades: capacitación (clases de alfabetización, aprendizaje en el trabajo, información sobre sus propios cuerpos, sensibilización y apoyo mutuo); y captación, con programas para animar a las mujeres a unirse al movimiento libertario. “Sin la completa participación de las mujeres, estaban convencidas, la revolución no podría triunfar realmente”, explica Ackelsberg.

Lo que las diferenciaba de otras agrupaciones de mujeres, como las comunistas o antifascistas, era que “su principal objetivo, incluso en mitad de la guerra, era la capacitación de las mujeres, no sólo su movilización en las actividades de apoyo al esfuerzo de guerra”, apunta Ackelsberg. “Insistían en que la participación de las mujeres en el mercado laboral, por ejemplo, no debería ser un cambio temporal, debido a las necesidades de guerra, sino un cambio más permanente en la forma en que las mujeres eran vistas en sus roles en la sociedad”.

Además, según Eulàlia Vega, “sus objetivos se diferenciaran de los otros grupos femeninos de la época, que no tenían en cuenta las diferencias de género, como la comunista Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA)”.

En 1937 en Valencia se establecen los Estatutos de la Federación Nacional de Mujeres Libres con el objetivo de capacitar a la mujer y emanciparla de la triple esclavitud a la que está sometida: “Esclavitud de ignorancia, esclavitud de mujer y esclavitud productora”.

Con el inicio de la guerra, desde la Agrupación Mujeres Libres, Concha Liaño señala que su objetivo, además de “la lucha por la liberación femenina”, también era “aportar una ayuda ordenada y eficiente a la defensa de nuestra República”. “Los hombres al frente, las mujeres al trabajo”, fue una de sus consignas. Invitaban a las mujeres a inscribirse para su adiestramiento en los campos de tiro y realizaron propaganda a favor de los Liberatorios de Prostitución o contra el analfabetismo. La respuesta de las mujeres españolas fue “vibrante”, una “explosiva toma de conciencia” pero, en la mayoría de los casos, terminó con el exilio.

Sin embargo, Concha Liaño recuerda que “era emocionante, conmovedor, comprobar cómo las mujeres se esforzaban en aprovechar una ocasión que les permitía salir de su resignada impotencia y (…)de tantos siglos de injusto sometimiento (…) Para la mujer española ése fue su momento estelar”.

“Humanismo integral”

“Nunca se definieron como “feministas”. Para ellas, ‘feminismo’ era un movimiento burgués, centrado en ganar el derecho al voto y entrar en el mercado laboral en los mismos términos que el varón. Pero tenían claro que, para la clase obrera, el trabajo no era necesariamente ‘liberador’. Lo que querían no era acceso igualitario a un sistema de privilegios, sino un nuevo sistema sin privilegios”, explica la escritora Martha Ackelsberg.

La mejor definición la hacen ellas mismas en el número 1 de la revista Mujeres Libres: “Esto es ya más que feminismo. Feminismo y masculinismo son dos términos de una sola proporción; (…) la expresión exacta: humanismo integral”. Y añaden: “El feminismo lo mató la guerra dando a la mujer más de lo que pedía al arrojarla brutalmente a una forzada sustitución masculina. Feminismo que buscaba su expresión fuera de lo femenino, tratando de asimilarse virtudes y valores extraños no nos interesa; es otro feminismo, más sustantivo, de dentro a afuera, expresión de un modo, de una naturaleza, de un complejo diverso frente al complejo y la expresión y la naturaleza masculinos”.

LA HERENCIA DE ‘MUJERES LIBRES’

Eulàlia Vega, autora de Pioneras y revolucionarias, destaca que “es innegable la modernidad” de los planteamientos de la Agrupación de Mujeres Libres. “El hecho de unir la lucha contra la explotación capitalista con la opresión patriarcal marca su importancia y su originalidad, siendo sus militantes, en cierto sentido, las pioneras de las organizaciones feministas creadas posteriormente con el final del franquismo”. Para la escritora Martha Ackelsberg, su mayor legado fue que “ofrecieron una visión de cambio social, y una sociedad revolucionaria, en la que las mujeres fueran totalmente participantes”.






1 comentario:

  1. Siempre he considerado, y así lo proclama todo nuestro historial,que la militancia es de mujer y hombre, - sin distinción - , por lo que decir militante a ámbos se refiere sin precisión de hablar de sesxos, imnecesarios,que es a lo que tendía la organización a que nos referimos. ¡ Adelante ! . Sañud.

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