Hay
imágenes que hablan por sí solas. La historia que os voy a contar se resume en
esta fotografía. Entre los infinitos matices de grises se cuela la pérdida, la
tragedia, la tristeza, la huida, el exilio, la vida, el hambre, el mundo
perdido; las mil miserias de una guerra y sus perdedores; la infancia y la
ilusión amputada por una bomba; la obligada rendición republicana.
María Torres /
Diciembre 2011
La niña con muleta se llama Alicia. Va asida a su
padre, Mariano Gracia, agotado y hundido. Detrás, de la mano de un desconocido,
posiblemente un brigadista internacional, un niño cojeando de nombre Amadeo,
hermano de Alicia, y más atrás el hermano mayor, Antonio.
Todos se dirigen hacia el exilio en Francia y es
fácil adivinar que el año que esto ocurre es 1939.
Dos años antes, en Monzón, su pueblo, una bomba
dejó mutilados a casi toda la familia. Mariano, el padre, trabajaba en la
Azucarera de Monzón durante la guerra y era el encargado de encender la sirena
de la fábrica para avisar de los bombardeos. Pilar, la madre, cuando caían las
bombas pensaba que era mejor salir a campo abierto. Ese día a Amadeo, con
apenas dos años, una bomba le arrancó la mitad de la pierna izquierda. A Alicia
la explosión le arrancó la pierna entera. Cuando
cayeron las bombas Pilar se tumbó sobre Amadeo para protegerle, recibiendo ella
todo el impacto. Otra mujer cubrió a la pequeña Alicia. A su madre Pilar, se le abrió un socavón en el vientre y estuvo
quince días agonizando en el hospital de Lleida. Murió pidiendo que le dejaran
tener cerca a sus pequeños hijos mutilados. El único
que resultó ileso del bombardeo efectuado por los fascistas sobre Monzón el 20
de noviembre de 1937 fue Antonio, el hermano mayor, pues la madre le había
mandado a casa a buscar un dedal olvidado.
Estuvieron
refugiados en La Garriga. Mariano el padre encontró un trabajo de jardinero en
la Fundación Negrín, pero cuando vio que todo estaba perdido, decidió partir para
Francia. Como tantos otros, buscando una salida y con la promesa de mantener a
la familia unida, marcharon de Monzón
a Francia pasando por Barcelona. Todos juntos llegaron a la frontera. Y allí
les sorprendió el fotógrafo Roger
Violet, de la revista francesa L'Illustration que capto esta
doliente imagen que fue desconocida para la familia hasta que trascurrieron
cincuenta años.
Un 22 de diciembre de 1988, Antonio el hermano
mayor se la encontró en la prensa. La
imagen de su padre agarrado suavemente a la mano de su hija sirvió de
inspiración para un monumento a los exiliados en La Vajol (Girona), según
recoge el libro de Rafael Torres Desaparecidos
de la guerra española.
La promesa del padre no pudo mantenerse mucho
tiempo, pues este murió al año y medio de llegar a Francia. Los tres hermanos,
reclamados por sus abuelos, se vieron
obligados a regresar a Monzón en un vagón infestado de piojos. Antonio, se
quedó con los abuelos, y Amadeo y Alicia ingresaron en el hospicio de Huesca
donde el hambre era el pan de cada día y el postre surtido de golpes y humillaciones.
Tardaron 12 años en salir de allí.
Amadeo permaneció en el hospicio hasta los 18 años.
A los quince consiguió su primera pierna ortopédica. Comenzó a trabajar en
Azucarera Española como administrativo y allí permaneció hasta su jubilación.
«No. Yo no puedo, aunque quiera, perdonar, ni
olvidar, ni... Perdonar, ¿por qué? ¿Acaso han pedido alguna vez perdón ellos?
No odio, aunque sí odié; no quiero revanchas, aunque en otro tiempo las deseé.
No lo deseo, pero cuando por desgracia a algún descendiente de aquellos
franquistas le su-cede algo irreparable, no siento el más mínimo sentimiento de
pena por él; siento lo mismo que cuando pisoteo una hormiga, me quedo
absolutamente indiferente.»
«Sé que estas palabras parecerán a ciertas personas
poco ejemplarizantes, llenas de rencor; pero no, no me importa lo que piensen,
no siento rencor alguno, ni alegría, ni nada hacia ellos, simplemente un
profundo y absoluto desprecio. Nunca fui hipócrita, ni pienso serlo; ellos, con
sus hechos y comportamientos a lo largo de estos años, lo han merecido. Es mi
opinión. No creo que nunca, a pesar de los esfuerzos realizados por tantas y
tantas personas de bien, se llegue a hacer la más mínima justicia sobre tanto
dolor, escarnio y humillación realizados sobre millones de españoles por los
sinvergüenzas más grandes que este país ha tenido (sólo hay que ver los
comportamientos y aptitudes cobardes y cómplices de este Gobierno del PP)». (Carta de Amadeo Gracia
Bamala a El País, 2002)
Todos los dias conozco algo nuevo sobre aqueñllos tiempos terribles y jamas puedo evitar el emocionarme.
ResponderEliminarGracias María, haces un trabajo de divulgación que no tiene precio.
Por favor sigue haciendo este trabajo es maravilloso.
Besos
Hay cosas que uno lee que le congelan el alma. Qué tristeza por la madre muerte en Lleida, mi ciudad. Qué tristeza por el padre, por Alicia, por Antonio, por Amadeo. Con qué rapidez se truncaron cinco vidas, familias enteras.
ResponderEliminarNo se ha hecho justicia, no. Raramente hacen justicia los dueños del mundo. Petons.
Tu blog y el mío guardan íntima relación. Por ello, quizás pueda ser de tu interés la entrada http://todoslosrostros.blogspot.com/2009/09/en-algun-oculto-lugar-de-la-memoria.html publicada en el blog "TODOS LOS ROSTROS". En ella puede leerse una visión insospechada del exilio de la familia Gracia Bamala, deducida merced al análisis detallado de la conocida fotografía tomada por Roger Violet en la frontera. Espero que te agrade tanto, como a mí lo ha hecho tu texto. Un fuerte abrazo. Salud y República.
ResponderEliminarMe gusta mucho lo que estás haciendo y te lo agradezco enormemente. Hay mucho dolor en estas vidas partidas y a veces no puedo seguir leyendo por la dureza de las situaciones.
ResponderEliminarPero así es nuestro pais con su pasado presente. No nos dejan completar la historia y restablecer la verdad de lo que pasó, pero entre todas las personas involucradas en impedir que ésto siga siendo así, vamos a lograr poner las cosas en su sitio.
Repito María, muchas gracias y mucho ánimo.
triste historia, como muchas, como casí todas en las guerras, niños, dolor, muerte, tristeza
ResponderEliminarJUSTIZIA
ResponderEliminarCreo que el hombre que ayudó a Amadeo era un soldado francés de la Primera Guerra Mundial, también mutilado.
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