Puedes grabar lo que
quieras. Te lo voy a contar todo. Porque ya no tengo miedo.
No saques el nombre de los
asesinos de mi madre, ni de los que le daban las palizas a mi padre, ni de los
que me daban el aceite de ricino desde los nueve años. Porque sus hijos no
tienen la culpa de lo que fueron sus padres.
Yo le he escrito al rey, le
he escrito al fiscal, le he escrito a la audiencia, le he escrito a castilla y
león. Tengo cientos de cartas respondidas, pero mi madre sigue enterrada al pie
de la carretera. Mi madre a la que vinieron a buscar en septiembre del 36
arrancándola de mí y de mi hermana.
Cuando cumplí nueve años nos
cogieron a mí y a mi hermana, y a tantas otras mujeres del pueblo, también
embarazadas y niñas camino de la iglesia. Después del sermón nos sentaron a
todas y nos hicieron beber medio o un litro de aceite de ricino y diez o veinte
guindillas, depende de si eran niñas o mujeres. Esa fue la única vez que lo
hicieron en grupo. Después nos cogían según les daba, varias veces al año hasta
que cumplí diecisiete.
La última vez lo hicieron
porque decían que yo había visto a los maquis. Yo no veía a nadie, nada más que
iba escapándome por las calles para que no me viera nadie. Tuve que ir de
vientre cuarenta y siete veces y acabé por la tarde en la cama, desmayada, sin
conocimiento, hasta que mi padre al día siguiente me despertó de un grito
asustado. Él nunca lo supo, nosotras lo protegíamos, porque sino hubiera ido a
por ellos y los hubiera matado. Y después lo hubieran matado a él.
Se pasó la vida
protegiéndonos y nunca más se volvió a casar. Decía que ninguna mujer podría
ocupar jamás el sitio de mi madre.
A mi padre le daban palizas
constantes, sobre todo al principio. Mi padre se defendía, era un hombre fuerte
pero diez hombres contra él era demasiado. Lo cogían por la calle cuando venía
del campo.
Una vez llegó a casa
sangrando, nosotras le preguntamos que qué le había pasado y él dijo que nada,
que se había caído y había rodado contra unas ramas. En seguida llamó la
guardia civil y se lo llevaron. Llegó varias horas después con la carne de un
brazo colgando. Mi hermana llamó al médico mientras yo le curaba las heridas.
El médico vino y lo curó amablemente. Al día siguiente le dieron una paliza al
médico.
Creo que la primera hija que
parí me la robaron. Llegué a Madrid y una enfermera me cruzó las piernas y se
sentó encima mío para que no empujara. Me dijo que todas las de pueblo éramos
unas animales. Al rato llegó el doctor y me metieron en un quirófano, decía que
la niña corría peligro de asfixia. Me anestesiaron y me la sacaron con fórceps.
Cuando desperté me dijeron que estaba en una incubadora. Yo la pedía pero no me
la daban, y estaba destrozada. Después de dos semanas ya me confesaron que la
niña había muerto hacía una semana, pero yo no me lo creo. Había una mujer que
andaba buscando un bebé para adoptar, y negoció con una madre soltera que limpiaba
las habitaciones pero le dijo que ella no vendía a su niño por nada.
Estoy perdiendo la voz, pero
por suerte hoy vengo del médico y me ha dicho que no es nada malo. Que es
desgaste. Que estoy como oxidada.
Yo lo único que pido es sacar
los huesos de mi madre y llevarlos junto a mi padre, que también está enterrado
con una hija que murió. Venir a la vida para vivir tantas desgracias. Llevo
muchos años luchando para que pase, aunque me caiga muerta el mismo día que los
entierre juntos me da igual, todo valdría la pena. Al hijo de un rey o de un
político ya lo hubieran enterrado ya dignamente. Pero a nosotros, que no somos
nada, el mundo entero nos da la espalda.
Aitor Fernández | DateCuenta
| 82ª entrevista proyecto Vencidos
¡¡¡Que rabia siento!!! ¡¡¡Que asco de gente!!! Que triste morir sin poder encontrar los restos maltratados de su madre. ¡¡Está claro Dios no existe!!
ResponderEliminarMuy triste Teresa. No hay Justicia! Un abrazo.
ResponderEliminarNo haran nada porque tienen muchas cosas que tapar . Y con lo que les gusta el dinero no quieren tener que devolver los bienes que quitaron a los que mataban. Un abrazo fuerte Maria.
ResponderEliminarPero nosotros seguiremos recordando ...
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