Brigadistas en la Batalla de Guadalajara. No todo era combatir;
también hubo tiempo para el fútbol, la música y la distracción de la dureza del frente
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Guadalajara,
marzo de 1937. La primera derrota de Mussolini, victoria de la República.
Referencia: García Bilbao,
Pedro A., “Guadalajara, marzo de 1937. La primera derrota de Mussolini,
victoria de la República española”, en García Bilbao, Pedro A. y Barbeito
Iglesias, Roberto L., Ardenas, Ebro, Guadalajara. Campos
de batalla e identidad democrática. Un estudio desde la sociología de la
Defensa, Silente Académica, Guadalajara, 2012.
Sanguinario
Mussolini, de Miguel Hernández
Ven a Guadalajara,
dictador de cadenas, // carcelaria mandíbula de canto,
Verás la retirada de
tus hienas, //veras el apogeo del espanto.
Rumorosa provincia de
colmenas, // la patria del panal estremecido,
La dulce Alcarria,
amarga como el llanto, // Amarga te ha sabido.
La
batalla de Guadalajara, junto
con la de Pozoblanco, fue una de las escasas victorias de la República Española
durante la Guerra Civil Española (GCE). Las tropas del Ejército Popular Regular
(EPR) de la República lograron frustrar los planes del enemigo y desbaratar la
fuerza atacante, obligándola a retirarse y a tener que ser completamente
reconstruida, esto nos basta para calificar los combates que tuvieron lugar en
la meseta de Trijueque entre el 8 y el 22 de marzo de 1937, como una victoria
para la causa republicana y una derrota de sus contrarios, pero la
imposibilidad de explotar el éxito por falta de reservas ha llevado a muchos a
minusvalorar aquel duro enfrentamiento. Intentaremos realizar un breve resumen
de los hechos y aportar un análisis que ayude, en este setenta aniversario, a
mejor comprender lo sucedido.
Un
ejército italiano en España.
Sorprende la naturalidad con
la que se toma por parte de mucha gente la presencia de unidades completas
italianas, todo un cuerpo de ejército con cuatro divisiones, en lo que se
supone que es una guerra civil, pero el hecho fue que Guadalajara supuso la
prueba palpable de la intervención extranjera en la GCE y de la agresión que
las potencias fascistas realizaron contra la España democrática.
No se trató de unidades
sueltas, de técnicos, especialistas o pertrechos, era algo más que eso,
Guadalajara representa cómo un ejército extranjero completo toma como objetivo la capital de
España, diseña un plan de ataque y ruptura del frente y se apresta a un avance
rápido que estrangule la capital y con ello la supervivencia de la República.
Un objetivo que hubiera sido posible, nada descabellado si se estudia la
situación vivida en los frentes españoles en el invierno de 1937.
La
situación militar previa.
La batalla por Madrid se
había desplazado a su entorno. El fracaso del ataque frontal en noviembre de
1936 no había alejado el peligro. Los esfuerzos rebeldes buscaron rodear,
envolver la capital en vista de que la lucha se había estancado sangrientamente
en la Casa de Campo y la Ciudad Universitaria. El éxito defensivo, lo señala
Martínez Bande, había creado una subjetividad positiva en las fuerzas
republicanas, pero sobre todo había permitido profundizar en la formación de
unas nuevas fuerzas armadas al servicio de la República Española, tras la
desintegración del ejército español con el golpe de julio de 1936. Este nuevo
ejército, sobre las base de las milicias y las fuerzas leales, tenía en la
región central, la defensa de Madrid, sus mejores y mas fogueadas fuerzas.
Madrid sería la mejor escuela para el naciente EPR, y aunque se libraban
combates muy duros en otros frentes, la continua presión sobre Madrid impedía
liberar unidades que acudieran a otros escenarios. En marzo de 1937, la batalla
de Madrid vio su última ofensiva encaminada a la toma por la fuerza de la
capital. Antes de esta batalla, los intentos directos (en noviembre del 36) o
indirectos de la carretera de la Coruña y el Jarama (enero, febrero de 1937)
habían fracasado.
Guadalajara había sido
prevista por el mando de Burgos como una acción complementaria de la ofensiva
del Jarama, pero el retraso en la concentración de las fuerzas italianas había
impedido una acción simultánea. Las tropas de infantería italiana habían estado
llegando en gran número desde diciembre de 1936. Lo hicieron protegidas por los
barcos de la Escuadra Italiana y por las disposiciones de la Sociedad de
Naciones que no reconocía a la República Española derechos de beligerancia en
el mar. En otras palabras, el viaje desde Italia de miles de toneladas de
material de guerra y de decenas de miles de hombres había sido sencillo y con
riesgos limitados, al aceptar el gobierno español una legalidad internacional
que condenaba la suerte de la República, pues una guerra en la que no se puede
disparar al enemigo es una guerra en la que no se puede ganar.
Las fuerzas italianas
desembarcadas empezaron a ser muy superiores a las esperadas por las
autoridades rebeldes. La ayuda solicitada era sobre todo en material,
especialistas, artillería, aviación, carros, transportes. Franco deseaba
también algunas unidades de apoyo, pero consideraba peligrosa la existencia de
tropas de infantería en masa o que pudieran tener un mando autónomo. Lo que
podría estar en juego era la autonomía real del movimiento rebelde respecto de
sus protectores italo-alemanes. El plan pasaba por crear unidades mixtas,
brigadas reforzadas compuestas por tropas selectas de legionarios, regulares
(tropas coloniales), o voluntarios carlistas o falangistas junto con batallones
italianos y sus fuerzas blindadas, artillería y otras especialidades. Pero
entre diciembre del 36 y marzo del 37, la Italiana de Mussolini realizó sus
propios planes y las tropas llegadas en ese periodo lo hicieron en la cantidad,
ritmo y características que Roma había decidido. Hubo que esperar al desenlace
de la batalla de Guadalajara para que esa situación retornara al modelo ideal
deseado por Franco.
La
naturaleza de las fuerzas italianas.
Hay un cierto debate sobre el
carácter de las fuerzas italianas que combatieron en Guadalajara y aún en toda
la GCE. ¿Eran tropas regulares italianas? ¿Fueron trabajadores engañados
quienes en vez de ir a África a construir carreteras se vieron en una guerra
que no esperaban? Pese a que los datos están a la vista de todos, la confusión
parece persistir, algo sin mucho sentido.
Las tropa italianas se
presentaron en España con una organización tomada de la milicia fascista
territorial que existía en la Italia del régimen de Mussolini. El Ejercito Real
italiano prestó sus cajas de Recluta, sus cuarteles, sus depósitos de material
y sus oficiales profesionales para encuadrar a los voluntarios y pertrecharlos
debidamente. La Armada Real italiana protegió los convoyes y la Aviación Real
italiana creo sus propias unidades de voluntarios con todo su material para ir
a combatir en España. En Guadalajara combatieron 4 divisiones reforzadas por
algunos regimientos independientes (grupos de banderas) y otras unidades
especiales (carros, lanzallamas, artillería); toda la alta oficialidad era de
carrera, veteranos del ejército italiano, la mayoría de los oficiales también,
y gran parte de los oficiales procedentes de la Milicia Fascista habían
combatido en Etiopía. Una división concretamente, la Div. Littorio, estaba
reclutada al completo entre las filas del Ejército Real. Toda la impedimenta y
recursos era italiano y de los depósitos de sus fuerzas armadas, el gobierno
rebelde de Burgos no tuvo que desviar ni un solo cartucho, uniforme o granada
para dotar a estos voluntarios. Estamos pues, ante un ejército completo, puesto
en el frente y en orden de batalla, a coste cero para el bando rebelde.
Otra cuestión debatida ha
sido la supuesta carencia de formación militar en las tropas italianas. No es
el caso de los artilleros o de los aviadores, por supuesto, sino el de la
“masa“ de infantería que combatió en Guadalajara. “No eran soldados”, “las
unidades no estaban cohesionadas pues se acababan de crear”, “no tenían apenas
instrucción militar”, son los argumentos empleados para disculpar o mejor
comprender lo sucedido en esta batalla. Es lícito preguntarse si esto es cierto
o no. Añadimos una pregunta: ¿En la campaña de Málaga cómo actuaron esas mismas
tropas italianas? La respuesta es clara, en Málaga, las bisoñas tropas
italianas actuaron con notable éxito, muy bien secundadas por fuerzas mas
fogueadas, eso sí, y arrasaron por completo a un enemigo muy mal organizado y
dispuesto. Las tropas italianas habían estado llegando desde diciembre, habían
tenido tiempo de viajar juntas, de formarse y hasta de participar en una
campaña militar con todo éxito. La diferencia no estaba en ellas, sino en la
naturaleza del contrincante, las tropas italianas tenían una formación parecida
o superior a la de la mayoría de las tropas de segundo nivel españolas (fueran
rebeldes o leales), iban bien amparadas por la cadena de un ejército mas amplio
y que cubría sus espaldas y sus cabezas, pero en Guadalajara chocaron con la
elite del EPR, con las mejores fuerzas de la República, esa fue la principal
diferencia con Málaga, no su falta propia de experiencia. Cuando la fuerza
italiana aplastó el frente de Guadalajara y penetró en dirección a Madrid, no
se suele argumentar su carácter bisoño, sino a raíz de su posterior derrota.
En resumen, las tropas
italianas de Guadalajara no fueron batidas por su falta de experiencia, sino
por otros elementos: el mas importante, el acierto en la defensa por parte del
EPR, y en segundo lugar los errores de sus mandos (todos ellos, recordemos, profesionales),
como el propio transcurso de los acontecimientos demostraría.
El
plan y el escenario inicial.
Demasiado tarde para
coordinarse con los choques en el Jarama, las tropas italianas victoriosas en
Málaga y las recién llegadas a Cádiz posteriormente, reciben la orden de
concentración en Miranda de Duero y en la linde entre Soria y Guadalajara.
Orden
de batalla italiano.
Unidad nombre efectivos
comandante
1ª DIVISIÓN Dio lo vuole
6.360 Gral. Edmundo Rossi
2ª DIVISIÓN Fiame Nere 6336
Gral. Guido Amerigo Coppi
3ª DIVISIÓN Penne Nere 6241
Gral. Luigi Nuvoloni
4º DIVISIÓN Littorio 7689
Gral. Annibale Bergozoli
4º grupo banderas XXIII de
Marzo 1801 Cor. Francesco Gidoni
5º grupo banderas 1800 Cor.
Enrico Francisci
Artillería 4379
Unidades de apoyo 612
En total, y según estos datos
aportados por Martínez Bande del Servicio Histórico Militar, un total de 35.222 soldados, con unidades motorizadas en muy alto grado,
unidades de carros ligeros en gran número y una notable artillería. El
comandante del cuerpo italiano era el general Roatta, profesional de valía y
con ordenes directas de Mussolini.
Además de la fuerza italiana,
el flanco norte, la comarca de la Campiña de Guadalajara, desde la meseta de
Trijueque hasta las estribaciones de la Sierra, la llamada División Soria al
mando del ya general Moscardo, con la Brigada del coronel Marzo que protagonizaría
los combates principales en ese sector, en torno a unos 12.000 soldados que han
de añadirse al cómputo. El frente no era continuo, constaba de posiciones fijas
en los pueblos y cruces, pero existían espacios vacíos muy amplios por los que
penetraría la caballería nacional con notable éxito, aprovechando que las
reservas republicas eran desviadas a la zona del ataque principal a cargo de
los italianos.
Por el lado republicano suele
exponerse el orden de batalla del contraataque, pero esto falta a los hechos.
El día 8 de marzo de 1937 ¿qué fuerzas del EPR estaban en línea? (…)
El extenso frente de
Guadalajara iba desde la Sierra del Guadarrama en su extremo este, bajaba por
la campiña del Henares, subía a las altas mesetas (alcarrias es su nombre) que
lindan con Soria (área de Algora, Almadrones, Alaminos) , descendía de nuevo al
valle del Tajuña y del Cifuentes y, ya en el Alto Tajo terminaba por mezclarse
con la fuerzas de la Serranía de Cuenca. En total unos 90 kms. cubiertos por la
12 División del EPR, compuesta por unidades de milicias recién militarizadas
tras la creación del EPR, estas sí, con muy poca experiencia de combate. La
densidad de fuerzas era muy escasa, apenas unas baterías y muy escasas armas
automáticas apoyaban la delgada línea de resistencia. Había planes en marcha
para reforzar el sector, e incluso algunas compañías de carros estaba
desplegadas en segunda línea o retaguardia, pero lo cierto era que la
sangrienta batalla del Jarama había fijado las reservas republicanas y no había
con qué cubrir adecuadamente tan extenso frente. Esto le ocurría igualmente a
los rebeldes, pero la intervención italiana, con la entrada en liza de un
ejército extra, venido desde Italia al completo, había desequilibrado la
balanza y hecho posible el ataque.
El plan era aparentemente
sencillo. En la alta meseta de Trijueque, a la altura del km. 112 de la
carretera nacional II (llamada de Francia por el cronista italiano), se
concentrarían las cuatro divisiones italianas. En un frente de unos 15 kms de
ancho, con una zona especial de concentración de unos tres kms., se produciría
el ataque y la ruptura. Dos divisiones en cabeza con toda la artillería
divisionaria atacarían a la vez. El día D se lograría la ruptura y el avance
inicial, el D+1 se tomaría Trijueque, en el borde la meseta y sobre la
carretera, el día D+2, Torija, en el valle de acceso a la meseta y que
desciende hacia Guadalajara y Alcalá de Henares, el día D+3 caída de
Guadalajara, enlace con las tropas de la Brigada Marzo que vendrían por la campiña
y avance hacía Alcalá de Henares. Con tales objetivos cubiertos, Madrid estaría
virtualmente rodeado, sus fuerzas embolsadas y el pánico se adueñaría de la
situación. El plan de Roatta, el mando italiano, era lograr en cuatro días una
acción de gran calado estratégico que acelerara la derrota de la República.
Éxito
inicial y avance italiano.
El día 8 de marzo de 1937
tronaron los cañones italianos dirigidos desde el observatorio del Cerro de San
Cristóbal junto a Algora. La sencilla línea mantenida por los batallones Alicante
Rojo y Dimitroff fue pulverizada y las unidades
italianas lograron una rotura completa. El avance comenzó rápidamente, pero el
espacio para moverse era estrecho, la carretera se vio saturada rápidamente y
el campo estaba lleno de barro por las continuas lluvias, para colmo los
derrotados republicanos se retiraban combatiendo hacía su retaguardia. Tras
unos 10 kms de avance, la resistencia se hizo notar de nuevo. En el km. 103 de
la N-II, el cruce con el pueblo de Almadrones resistiría durante unas horas
cruciales. Imposible avanzar sin tomar ese pueblo al flanco norte de la ruta.
Las voladuras en los puentes de la carretera, el fango arcilloso bajo la
lluvia, el atasco inmenso de vehículos y la feroz defensa de la infantería republicana
atrincherada en Almadrones en el flanco del avance italiano y que combatiría
hasta la última bala, pulverizó las previsiones del mando italiano. Las líneas
telefónicas y telegráficas con la retaguardia republicana quedaron cortadas,
pero Madrid ordenó reconocimiento aéreo inmediato. La meseta estaba cubierta
por nubes espesas de lluvia y nieve, pero uno de los cazas descendió
temerariamente y pudo comprobar que Almadrones resistía y la fuerza italiana
estaba atascada a su altura. Desde ese momento, y pese al tiempo, el
reconocimiento aéreo permitiría a las unidades de primera línea saber que había
más allá de la colina gracias a un excelente flujo de información recogido por
la aviación y comunicado a los mandos sobre el terreno- El peligro era claro e
inmediato. El tiempo empeoró en la retaguardia nacional y la aviación no pudo
operar, enfangados sus aeródromos de campaña; los aeropuertos de Barajas y
Alcalá tenían pistas de cemento y eran completamente operativos. Serían una de
las claves de la batalla; el campo de lucha quedaba a unos 20 minutos de vuelo.
Con todo, el día 9 de marzo
el avance se reanuda. La 12 División republicana ha sido batida. En la campiña
las tropas del coronel Marzo penetran en las zonas no cubiertas y aíslan
posiciones republicanas, avanzando hacia el oeste, con orden de no sobrepasar
la punta de lanza italiana. En la meseta se sigue la línea de la carretera N-II
en dirección a Trijueque con el grueso de la fuerza italiana y se envía al
Grupo de Banderas del coronel Bulgarelli por una carretera lateral en dirección
a Brihuega. En el flanco Sur, el valle del Tajuña está casi abierto tras ser
batidas las débiles posiciones republicanas. Cifuentes, la cabeza de comarca,
se mantiene firme no obstante y lastropas de ese sector lograran formar una
línea de contención por ese sector; pero el objetivo italiano es más ambicioso,
el Tajuña, la meseta, Brihuega, Trijueque y, por supuesto, Torija, la llave del
corredor del Henáres, la puerta de Madrid. Esa noche del 9, una unidad de infantería
italiana, en una audaz marcha nocturna siguiendo la carretera secundaria que va
por el estrecho valle del río, toma la importante villa de Brihuega,
adelantándose a las fuerzas motorizadas que por la meseta tienen orden de
tomarla a la mañana siguiente. Todo parece ir bien al segundo y tercer día de
la operación, pese al evidente retraso del plan inicial.
Llegan
refuerzos y el avance se complica.
Agotados tras el Jarama, los
republicanos no disponen de fuerzas de reserva o de una mínima fuerza de maniobra
disponible en el frente de Madrid, salvo unos pocos hombres en camiones en
Alcalá de Henáres. La rotura en Algora y Almadrones causa un impacto en el
mando del sector atacado, situado en Alovera y la primera reacción es comenzar
a construir trincheras en Guadalajara, pero las cosas no se ven igual en el
mando superior de la Defensa de Madrid. La única opción es confiar en las
posiciones del frente continuo que ha blindado el Jarama y Madrid y sacar a las
unidades que allí habían combatido de su reorganización y enviarlas de nuevo al
combate. Primero unos pocos batallones, luego un puñado de Brigadas. La orden
es retrasar el avance enemigo a cualquier precio, hasta poder concentrar ante
él fuerzas capaces de asegurar la situación; pero si Trijueque cae y luego
Torija, el enemigo se desparramaría por el valle del Henares, bajaría de la
alta meseta alcarreña, se coordinaría con las tropas de Moscardó y Marzo y
Madrid se vería envuelto. Combatientes del Jarama que apenas han tenido tiempo
de reponerse, unidades que se están recomponiendo de las bajas sufridas serán
enviadas de nuevo al combate. Las horas ganadas por los valientes soldados de
la 12 D en Almadrones serán bien aprovechadas. Lister llega con su reducida
escolta al mando del sector en Alovera y los encuentra evacuando, pero hay
nuevas ordenes y nuevos mandos. Para sorpresa de los que se veían ya
derrotados, una fila de camiones con tropas avanza por la carretera de
Barcelona camino de Valdenoches y Torija, son los primeros batallones de la División
de Lister. Los carros T-26 salen de sus bases en pesados camiones plataforma y
aguardan las ordenes de despliegue bajo los árboles que flanquean la carretera
en el valle de Torija. En lo alto de la meseta, horas antes, en la noche,
algunas compañías de brigadistas alemanes lograron ser desplegadas de urgencia,
conteniendo también a los que ya flaqueaban y retrocedían, pero una vez más la
voluntad de vencer y un mando ágil ha logrado cambiar la situación. La orden es
avanzar al encuentro del enemigo que avanza y atrincherarse hasta que se pueda
contraatacar.
Las tropas cumplirán la
orden. Fuerzas de las Brigadas Internacionales y de otras Brigadas Mixtas del
EPR se atrincheran a lo largo de la N-II, en sus cruces y en los campos que la
flanquean. La batalla se renueva con toda crudeza. Los italianos son muy
superiores en número a los escasos batallones que los frenan, pero sus mandos
no desean desligarse de la carretera. Los carros lanzallamas Ansaldo aniquilan secciones enteras de
voluntarios antifascistas alemanes; la lucha se hace feroz y hay muchas bajas
por ambas partes. A los escasos carros T-26 presentes en el sector previamente
comienzan a unirse las fuerzas blindadas llegadas de la retaguardia más lejana.
Entre Brihuega y Torija, una sola sección de carros contiene un día entero a
los italianos tras una exitosa emboscada a una unidad de infantería motorizada
y resiste hasta la llegada de nuevas fuerzas.
Sobre el empleo de los carros
T-26 y su comparación con las tanquetas Fiat Ansaldo, mucho más
ligeras y sin cañón, deben tenerse en cuenta algunas cuestiones. El tanque T-26
era vulnerable a todas las piezas de artillería presentes en el campo de
batalla; su mayor altura le hacía especialmente visible a distancia en un
terreno llano como la meseta de Trijueque; por lo demás, apoyado por infantería
y bien emboscado, en Guadalajara jugó un excelente papel, logrando imponerse
rotundamente sobre su enemigo, si bien a costa de sensibles bajas. Por su
parte, las muy denostadas tanquetas Ansaldo si bien no eran rival para el T-26
en modo alguno, eran muy peligrosas para la infantería enemiga. Actuaban en
masa, formando líneas de avance y apoyándose mutuamente, cubriendo el asalto de
los infantes propios. Algunos tanquetas eran lanzallamas y se mostraron muy
eficaces. Su baja altura las volvía menos visibles en la meseta y no se debería
despreciar su uso en un contexto en el que inicialmente la superioridad
artillera y de efectivos propios eran total.
Concentración
republicana y detención italiana.
Los días pasan y la ofensiva
hacia Madrid ya no existe. Ahora es la batalla de Guadalajara, o quizá la de
Trijueque o Brihuega. El mando central republicano comprende que el ataque
italiano es muy peligroso y ha reorganizado completamente sus fuerzas. Se forman
tres grandes agrupaciones. En la campiña, en torno a la 12 división con N.
Nanetti al mando, en la alta meseta, un importante concentración de brigadas,
artillería y carros con el mayor Lister, en el Tajuña, las fuerzas quedan al
mando de C. Mera. Todos bajo el mando del Tte. Coronel Jurado. El sacrificio
ante Trijueque ha tenido éxito. El día 12 de Marzo se inicia el contraataque.
Los italianos son desalojados de Trijueque que habían tomado a un alto coste el
día anterior. El bosque de Brihuega, la extensa zona triangular ente esta
villa, Torija y Trijueque, había visto duros combates y ahora con intenso fuego
artillero procedente de Torija, las brigadas republicanas pasan al
contraataque. El Palacio de Ibarra, una señorial posesión agrícola en la linde
del bosque se convierte en un icono de la guerra civil entre italianos cuando
es copada en esta posición un batallón fascista completo que será aniquilado
por los voluntarios italianos del batallón Garibaldi.
La
contraofensiva republicana.
Las tropas italianas están
agotadas. Sus mandos no han sabido aprovechar su superioridad numérica y
material, no han querido, en realidad. Ante la enconada resistencia se imponía
desplegarse en campo abierto y atacar en toda la línea de forma aplastante, pero
hacer tal cosa implicaba crear un nuevo frente y renunciar a intentar avanzar
rápidamente por la carretera principal y con ello a la resonante victoria
estratégica que alcanzar Alcalá de Henares y Madrid suponía. No lo lograron y
fracaso les sobrepasó. La aviación republicana mantuvo su superioridad casi
todo el tiempo y trituró las largas columnas italianas, los hombres de la 12
división y los primeros refuerzos se hicieron casi matar en sus últimas
posiciones antes de retroceder, de forma que cuando se logra tomar Trijueque,
las fuerzas italianas están casi agotadas mientras los republicanos ya han
logrado concentrarse para un contraataque. La punta de lanza italiana se alargó
y estiró por la carretera sin lograr llegar a Torija, sometida al fuego de flanco
de posiciones emboscadas que han ido nutriendo los refuerzos llegados en
segundo escalón, son los alemanes del Thaelman y los franco-belgas. Los carros
Ansaldo les asaltan frontalmente y hay muchas bajas. Sobrepasada la carretera
lateral que une Brihuega con la nacional II, la infantería italiana se
despliega finalmente a lo ancho de toda la meseta y avanza a través del bosque
en dirección a Torija, la puerta de salid de la meseta y el comienzo de la
carrera hacia Madrid. Pero los sacrificios de los antifascistas alemanes y
franceses no han sido en vano, la infantería republicana empieza a llegar en
masa a Torija, un grupo de artillería del 15,5 bate las zonas de concentración
y de partida italiana, desde pocos kilómetros y con buenos observadores, el fuego
es muy preciso. Las brigadas de la 11 división bajan de sus camiones entre el
cruce con Fuentes de la Alcarria y los pabellones agrícolas del llamado Palacio
de Don Luis, forman una línea de ataque y se internan a su vez en el bosque al
encuentro de la infantería italiana. La lucha es muy dura y la línea italiana
retrocede a la carretera de Brihuega; un batallón queda aislado en el Palacio
de Ibarra, una propiedad señorial con un casón del XVIII y diversos edificios
agrícolas circundado por un sencillo muro, una isla en el denso bosque. La
nieve cubre el campo de batalla y la visibilidad es muy escasa. El combate por
el Palacio de Ibarra se convertirá en el icono de la batalla; el batallón
italiano antifascista Garibaldi, combatirá a las tropas de Mussolini y logrará
rendir la posición. Los italianos han vencido a Mussolini por primera vez, una
Italia libre es ya algo más que un sueño desde Guadalajara.
Las tres agrupaciones
republicanas incluyen algunas de las mejores brigadas y divisiones del EPR, cuentan
con superioridad local y aérea a partir del día 14 y con ello pasan a preparar
la ofensiva. El día 18 de marzo, tras un intenso ataqe artillero, los carros y
la infantería republicanas toman la salida de Brihuega a la meseta y en una
acción conjunta con las Brigadas de carabineros mandados por C. Mera al sur del
Tajuña, envuelven casi por completo la hondonada junto al río donde está la
histórica villa. El mando italiano del sector se encuentra al borde del copo
definitivo; la situación se vuelve insostenible. Desde la cota 709 que domina
la ciudad los carros del coronel Paulov cañonean continuamente, la aviación
ataca la localidad y la infantería republica ocupa los accesos principales.
Cuando Mera ordena cruzar el río y rodear la villa por el este, la orden se
cumple sin problemas y apenas queda ya un camino libre el enemigo. El mando
italiano ordena la evacuación y abandonan la villa en dirección a Villaviciosa
dejando atrás numeroso material, heridos y prisioneros. La victoria republicana
en Brihuega es total. Atrás quedan doce días de ocupación fascista en la que
numerosos vecinos fueron ejecutados por los grupos de falangistas que
acompañaban a las tropas italianas para tareas de ese tipo.
La línea italiana ha
retrocedido en la meseta y tras Brihuega. Es toda línea la que retrocede
buscando romper el contacto con el enemigo. Una división, la 4ª Littorio, la
mejor división, sigue casi intacta, pero las otras tres están muy desgastadas
por una intensa semana de duros combates. Los italianos han luchado con mucho
valor y han sabido sacrificarse cuando era preciso, pero en un combate la
acción del enemigo es un factor a tener en cuenta, no a despreciar. Y en
Guadalajara, la conducta del EPR mostró grandes cualidades; mostró ser un
ejército que de estar dotado de recursos materiales suficientes podía vencer,
pues sus hombres reunían temple y voluntad de victoria.
Derrota
y retirada ordenada.
Después de la caída de
Brihuega y ante el lento avance republicano en la meseta que amenazaba con ir
copando las unidades italianas, el mando italiano ordena la retirada. Se trata
en realidad de romper el contacto y retroceder hasta una línea segura. El
coronel Faldella, sobre el terreno ordena la retirada por entender que las
unidades corren grave peligro de ser batidas y por ello ordena el repliegue. La Littorio,
al mando del veterano general Bergonzoli recibe la orden de establecer una
línea de contención a la altura del km. 90 de la N-II (Gajanejos), pero la
disposición del terreno le aconseja fortificarse a la altura del km. 97. Las
tropas se retiran en la meseta y en el flanco sur hasta posiciones seguras. El
pequeño avance territorial logrado es magro consuelo para quienes tan
importantes objetivos pretendieran. El mando central en Burgos ordena la
inmediata afluencia de unidades de refuerzo que cubran las nuevas líneas, la
orden tardará varios días todavía en ser cumplimentada por completo, pero los
republicanos no están en condiciones de forzar las posiciones de retaguardia
que han escogido los italianos y los franquistas para poner fin a su retirada.
La
imposible explotación del éxito.
El EPR logró evitar el
peligro mortal que se cernía sobre la capital de la república, contuvo al
enemigo y lo contraatacó con éxito. Sin fuerzas de refresco que explotaran el
éxito, perseguir al enemigo y batirle por completo estaba fuera de sus
posibilidades, pero esto no significa que, en esta ocasión, no les asistiera la
victoria.
Además de la frustración
completa del plan enemigo, Guadalajara fue una victoria moral para la república
porque demostró a cuantos quisieron verlo que la España democrática era objeto
de una agresión por parte de la Italia fascista. Por supuesto que Guadalajara
fue una batalla que la propaganda tomó como propia, pero sin la derrota de las divisiones
italianas no hubiera sido posible la campaña de la propaganda que la República
emprendió de forma intensa tras combatir a un ejército extranjero completo en
tierras alcarreñas.
Balance.
Fue una sangrienta lucha. Al
no producirse una persecución decisiva del perdedor, el balance final de bajas
fue equilibrado entre los dos bandos si nos fijamos en los números totales. Las
bajas republicanas fueron altas en las tropas de la 12 Div. que cubría el
frente inicialmente y entre los primeros batallones que llegaron de refuerzo,
los italianos por su parte vieron completamente deshechas tres de sus cuatro
divisiones. El conde Ciano reconoce sobre unas tres mil bajas totales (entre
muertos y heridos); informes oficiales italianos hablan de 490 muertos, 2150
heridos y 257 prisioneros. Lo cierto es que tras el combate las divisiones
fueron disueltas y sus supervivientes encuadrados en nuevas unidades.
Para el bando nacional,
Guadalajara significó el final de la pretensiones italianas de dar un golpe
definitivo a la República y con ello hegemonizar en cierto modo la situación
política del bando faccioso. La derrota de ese proyecto italiano autónomo, significó
un refuerzo de la posición de Franco ante sus aliados, aunque sin rebajar por
ello su dependencia. Para Mussolini, la necesidad de lavar la afrenta implicó
que su apoyo se mantendría hasta la derrota del enemigo. Implicó también el
final de la larga batalla de Madrid y la orientación del conflicto a otros
escenarios antes de retornar de nuevo al centro.
Para los republicanos,
Guadalajara fue una victoria ante un peligro cierto y letal. Significó probar
ante el mundo lo que el mundo ya sabía y no deseaba ver, que España veía una
agresión extranjera contra su República. Para la República fue una victoria
local, que proporcionó moral y confianza, pero que no pudo tener consecuencias
estratégicas a su favor. Para el Comité de no intervención las contundentes
pruebas de la intervención italiana no eran necesarias, conocían sobradamente
la injerencia aunque no se dieran por enterados de ella. La batalla de
Guadalajara, precisamente por ser la prueba casi absoluta de la agresión
italo-alemana en España, se volvió contra las acciones diplomáticas españolas
para poner fin a la No-Intervención, pues reforzó precisamente el temor
franco-británico a una generalización del conflicto y les convenció de la
necesidad de seguir bloqueando las peticiones de ayuda de la España
republicana.
Pedro A. García Bilbao, URJC.
Bibliografía
Alcofar Nassaes J.L., Los legionarios italianos en la
Guerra civil española 1936-1939, Dopesa, Barcelona, 1972.
Martínez Bande, J. M., La lucha en torno a Madrid,
San Martín, Madrid, 1984.
Lister Forjan, E.,
Nuestra guerra. Memorias de un luchador, Silente, Guadalajara,
2007.
Conforti, O., Guadalajara, la primera derrota del
fascismo, Oikos Tau, Barcelona, 1983.
Publicado por gentileza de:
Foro de la Memoria de Guadalajara.
Hola, una pequeña reseña.
ResponderEliminarLa foto principal, donde los brigadistas tocan la guitarra... no es Guadalajara.
Es Quinto de Ebro (Zaragoza) muy cerca de Belchite.
La foto está recortada, sino se vería detrás el "Piquete", la iglesia donde combatieron justo antes de dirigirse a Belchite en 1937.
Saludos.
Agusentrelasnubes
Gracias por la aclaración Agus.
ResponderEliminarSalud!