Su padre, Gabriel Amat Tabares, perteneció a la
Masonería con el nombre de "Eugenio Sue”. Fue miembro de Numancia nº 3
desde julio de 1928, mes de su iniciación. Obtuvo el grado de compañero en
febrero de 1929 y el de maestro en junio de 1931. Tras la guerra no solo fue
enjuiciado por el Tribunal de Represión de la Masonería, sino también por el de
Responsabilidades Políticas. En 1943 aparece denunciado en la contestación al
pliego de cargos que se le presentó a Eleuterio Sánchez Jiménez. Durante el
exilio continuó su actividad, pues aparece como miembro de la logia Franklin
Roosevelt nº 688 de Montauban, de la GLDF. Hoy en día forma parte de la galería
de Masones Ilustres.
Gabriel Amat Llopis creció en un ambiente liberal y
desde muy joven tuvo la vocación de estudiar magisterio, los cual hizo durante
los años de la República en la entonces llamada “Escuela Normal”. Su juventud
se desarrolló entre personas afines a las ideas paternas, todas muy
relacionadas con el mundo de la cultura, como Franklin Albricias, creador de la
Escuela Modelo, Óscar Esplá, eminente compositor, o Gastón Castelló, pintor
costumbrista, todos ellos amigos de la familia.
Su gran pasión eran las matemáticas, a la enseñanza de
las cuales dedicó toda su vida profesional.
La guerra civil le llegó recién acabados los
estudios, y en 1937 fue llamado a filas por el ejército de la República, siendo
destinado a Guadalajara, donde formó parte de la Milicias de Cultura con el
grado de Comandante. Muchas veces en su vida ha repetido lo orgulloso que
estaba de haber enseñado a leer y a escribir a cientos de jóvenes del ejército.
Allí enfermó gravemente de tifus, llegando a
firmársele el certificado de defunción. La rápida acción de su padre, hizo que
se mantuviera el cuerpo hasta la llegada de la familia junto a un prestigioso
médico de la Logia, lo cual dio lugar a su recuperación, pues su muerte
cerebral no se había producido. Se puede decir que nació por segunda vez.
Terminada la guerra, su padre tuvo que emigrar a
Francia y en Alicante quedó la familia, madre y cuatro hijos, sin recursos
económicos, incluso con la negativa de ayuda de la rama de la familia más
acomodada y afín a los vencedores.
A Gabriel Amat no le reconocieron su título de
Magisterio y tuvo que buscar trabajo dando clases particulares. En 1945 fue
detenido junto a sus hermanos, acusado de un complot antifranquista y una vez
más, la intervención de la Logia evitó males mayores.
Estudió matemáticas por su cuenta y continuó dando
clases aquí y allá. Se casó en 1950 con Natividad Vidal López y vivieron en un
pisito escaso de muebles, donde nacieron sus dos hijos Luis y Miguel Ángel,
ambos herederos de sus ideas progresistas.
Allá por 1955 ocurrió un hecho muy insólito. Su fama
de buen pedagogo hizo que fuera llamado al Colegio de las Salesianas, y
recibido por la Madre Superiora, esta le dijo:
- “Sabemos de sus ideas políticas, pero
también sabemos de su buen hacer como profesor de matemáticas, y eso es lo que
necesitamos”.
Desde entonces, hasta su jubilación, por
sus aulas han pasado miles de alumnas que lo recuerdan con cariño, al igual que
las monjas de la congregación, con algunas de las cuales, mantuvo una duradera
amistad.
En 1961 se une a un grupo de profesores y
funda el colegio de enseñanza media“Juan XXIII”, y en 1966, se le permite, tras
un examen de capacitación en la Universidad de Valencia, poder firmar las notas
de sus alumnos.
Tras la llegada de la democracia le fue reconocido su
título de magisterio, así como su antigüedad, y terminó sus días de pedagogo en
un colegio público, como siempre había deseado.
Murió el 23 de enero de 2002. En su despedida, su hijo
Luis leyó un texto del que se podrían entresacar estos párrafos:
“Durante toda tu vida has enseñado, no a
cientos, sino a miles de alumnos. Dos generaciones han aprendido tus ecuaciones
y tu teoría de conjuntos.
Pero lo que más les ha quedado de ti, ha sido la
virtud de ser personas, de saber colaborar con sus compañeros, de hacer
sencillo lo que en apariencia parece complicado.
Toda tu vida te has dedicado a enseñar a los demás.
Y siendo todavía muy joven (siempre has estado
orgulloso de ello), en aquella guerra que tanto odiaste, allá, en el frente de
Guadalajara, enseñaste a leer y a escribir a muchos de los que, como tú, no
comprendían lo que estaba pasando.
De ti hemos aprendido que (como solías repetir),
“cuando uno no quiere, dos no se pelean”. Y nos has inculcado la no violencia,
la tolerancia, la comprensión, el amor y la paz. Nos has enseñado que la
felicidad está en nosotros y que la libertad y el don de saber respetar a los
demás son las joyas más preciadas que debe poseer una persona.
Pero además, contigo hemos sabido querer a Alberti, a
Miguel Hernández, a tu Lorca, al que conociste y con quien colaboraste en su
teatro “La Barraca”, a Verdi, a Wagner y a Puccini.
Porque (qué razón tenías) el amor por el arte, la
música y las letras, hace crecer con una sensibilidad especial que ayuda a ser
mejor con uno mismo y con los demás.”
Luis Amat Vidal
Gabriel Amat Tabares (segundo por la derecha), en el exilio ante la tumba de Azaña con algunos compañeros de Logia |
Cuando uno no quiere, dos no se pelean, es cierto, frase que se quedara conmigo, me gustó mucho.
ResponderEliminarSaludos, María.
Admirable la biografia de este buen hombre del que tuve el honor de ser alumno suyo
ResponderEliminarD. Gabriel fue un referente para muchos de sus alumnos entre los que me incluyo.
ResponderEliminarGracias .
Siempre me decía, Ripoll eres más oreja que tu hermano, que era alumno suyo en Juan XXIII, y era verdad, a él se le daban mejor las matemáticas.
ResponderEliminarYo lo adoraba, buen profesor y excelente persona, detrás de esa imagen tan seria.
Gracias por todo. Y gracias a ti Gabi
Nos alegra comprobar que sus alumnos no le han olvidado. Ese es el triunfo para cualquier profesor ... dejar huella.
ResponderEliminarEra un profesor excelente y a mí me tenía mucho cariño. Consiguió que me gustaran las mates. "Esta es lista porque va repeinada y puede pensar."
ResponderEliminarTinc un record molt nítid de les seues classes, allà pels anys setanta a les salesianes. No nomes jo, tota la meua classe tenia un gran respecte i un afecte profund per don Gabriel. Ha estat una alegria tenir_ne notícies després de tant de temps.
ResponderEliminarTINC 68 ANYS I SOC EX-ALUMNE DE JUAN XXIII.
ResponderEliminarEL MEU HOMENATGE A L'HOME QUE VA FER QUE M'AGRADESSIN LES MATEMATIQUES.
GABRIEL, ALLÀ ON HI SIGUIS SEGUR QUE ESTÀS FEN EL BÉ.
JZP
Gracias por no haberle olvidado. Salud!
EliminarSiempre ha estado en el recuerdo tanto de mi mujer Cristina alumna de esta gran persona en las Salesianas como mía alumno en Juan XXIII, Ripoll (Ripi). Imposible olvidarlo.
ResponderEliminarNo sé si ya lo he publicado. Dos recuerdos: la monja salesiana que asistía a nuestras clases, quizás para vigilar, quizás para aprender. Ella a su vez nos dió clase de matemáticas, era bastante ingenua. No conseguí sentir interés por las matemáticas, más bien lo contrario. Más tarde, cuando fui representante pública, vino a descubrirme sus ideas, una gran alegría y un gran honor.
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