A bordo del Sinaia
Qué hilo tan fino, qué delgado junco
-de
acero fiel- nos une y nos separa
con
España presente en el recuerdo,
con
México presente en la esperanza.
Repite
el mar sus cóncavos azules,
repite
el cielo sus tranquilas aguas
y
entre el cielo y el mar ensayan vuelos
de
análoga ambición nuestras miradas.
España que perdimos, no nos pierdas;
guárdanos
en tu frente derrumbada,
conserva
a tu costado el hueco vivo
de
nuestra ausencia amarga
que
un día volveremos, más veloces,
sobre
la densa y poderosa espalda
de
este mar, con los brazos ondeantes
y
el latido del mar en la garganta.
Y tú, México libre, pueblo abierto
al
ágil viento y a la luz del alba,
indios
de clara estirpe, campesinos
con
tierras, con simientes y con máquinas;
proletarios
gigantes de anchas manos
que
forjan el destino de la patria;
pueblo
libre de México
como
otro tiempo por la mar salada
te
va un río español de sangre roja,
de
generosa sangre desbordada.
Pero
eres tú esta vez quien nos conquistas,
y
para siempre, ¡oh vieja y nueva España!
Pedro Garfías
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