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503. Adelina Kondratieva, ¡Hasta siempre!




"Pienso que en la situación actual el gran fracaso es de la derecha que no admitió la derrota sobre el fascismo y el gran fracaso es también de la izquierda que no mostró la historia real a las siguientes generaciones. De ahí la crisis de valores y la vuelta de los fascismos en sus peores manifestaciones ante el asombro de la juventud, que desconoce el horror que traen las dictaduras..."


María Torres - 17 de diciembre de 2012

La voz de Adelina (Abramson) Kondratieva, brigadista internacional que participó en dos guerras,  se apagó el pasado 14 de diciembre a los 95 años, pero su lucha contra el fascismo sigue viva. Era en España donde Adelina quería morir y así lo había manifestado.

Presidenta de la Asociación Archivo Guerra y Exilio (AGE) y de la sección española del Comité Soviético de Veteranos de Guerra, era la única veterana con vida en Rusia.

Había nacido en Buenos Aires en 1920, pero a los pocos años, cuando Adelina tenía doce, abandonó el país junto a su familia para establecerse en la Unión Soviética, de donde era originaria la familia Abramson. En enero de 1937 consiguió cruzar Europa junto a su padre, ambos con identidades falsas, para llegar a España en defensa de la República, para proteger la democracia y luchar contra los rebeldes como tantos otros voluntarios de la libertad. Su hermana Paulina se encontraba en Madrid como colaboradora en la editorial Europa-América y se había incorporado a las milicias, quedando destinada al batallón "Octubre", bajo el mando de Etelvino Vega.

Por sus conocimientos de español fue destinada como intérprete en el Estado Mayor de la Fuerza Aérea Republicana (FARE). Con solo  17 años  fue la traductora de los quinientos aviadores rusos que combatían al lado de la República. Desarrolló su trabajo en las bases aéreas de Los Llanos, en Albacete, Murcia, Madrid y Alcalá de Henares, cuartel general de la Aviación Republicana, llegando a obtener el grado de Teniente.

En 1938 tras la retirada de las Brigadas Internacionales regresó a Moscú, ocupó el puesto de Teniente Superior del Ejército Rojo entre 1941-1949 y se doctoró en Historia.

En 1994, junto con su hermana, presentaron “Mosaico Roto”, un libro donde se recogen sus memorias y los hechos del siglo XX en los que tomaron parte, como la ascensión de Stalin, la guerra de España, las muertes de Durruti y Andreu Nim, y la II Guerra Mundial.

Adelina guardaba como un tesoro un reloj suizo que en julio de 1937 le regaló Juan Negrín, pero su mayor tesoro era la Memoria que mantuvo intacta hasta el último minuto de su vida. En esa vida –decía- como en la guerra, “en la que solo vencen los que están seguros de sus ideales”.

Adelina venció.







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