Una tarde de mercado, la pequeña ciudad de Guernica fue bombardeada durante más de tres horas por la aviación alemana. Más de 1.600 víctimas perecieron en el bombardeo. Hitler, aliado del general Franco en la guerra civil de España, quería aterrorizar a la población civil y hacer más sencilla la rendición del pueblo vasco y facilitar la toma del país vasco.
El objetivo deliberadamente mortífero de la operación no deja resquicio de dudas. Y es que, los contingentes del ejército vasco que acampaban en los alrededores de Guernica, no fueron siquiera tocados por el ataque, al igual que el puente y la fábrica de pistolas.
Los 33 bombarderos de la Legión Cóndor llevan no sólo explosivos destructivos, sino también bombas antipersonales y también 2.500 bombas incendiarias. Estas ojivas rellenadas de aluminio y de óxido de hierro son capaces de elevar la temperatura cerca de los 2700°C.
Guernica era conocida por su roble sagrado, al pie del cual se reunían desde la Edad media los representantes del pueblo vasco. Cada dos años, desde el reinado de Isabel de Castilla hasta el 1876, los representantes de la corona española tenían la costumbre de renovar en este lugar su juramento de respetar las libertades vascas.
El 26 de abril de 1937, la pequeña ciudad de Guernica, símbolo de las libertades vascas, fue destruida por la aviación alemana al servicio de Franco. Por primera vez en la historia militar, un poblado civil es totalmente sometido bajo un diluvio de bombas.
El objetivo deliberadamente mortífero de la operación no deja resquicio de dudas. Y es que, los contingentes del ejército vasco que acampaban en los alrededores de Guernica, no fueron siquiera tocados por el ataque, al igual que el puente y la fábrica de pistolas.
Los 33 bombarderos de la Legión Cóndor llevan no sólo explosivos destructivos, sino también bombas antipersonales y también 2.500 bombas incendiarias. Estas ojivas rellenadas de aluminio y de óxido de hierro son capaces de elevar la temperatura cerca de los 2700°C.
Guernica era conocida por su roble sagrado, al pie del cual se reunían desde la Edad media los representantes del pueblo vasco. Cada dos años, desde el reinado de Isabel de Castilla hasta el 1876, los representantes de la corona española tenían la costumbre de renovar en este lugar su juramento de respetar las libertades vascas.
El 26 de abril de 1937, la pequeña ciudad de Guernica, símbolo de las libertades vascas, fue destruida por la aviación alemana al servicio de Franco. Por primera vez en la historia militar, un poblado civil es totalmente sometido bajo un diluvio de bombas.
Se estima que fallecieron más de 1.600 personas y que los heridos casi se elevaron al millar. Y todo eso sobre una población de 7.000 habitantes. Tres días más tarde, el 29 de abril, por el puente que no destruyó el ataque, los franquistas hacen su entrada en la ciudad devastada, con el general Emilio Mola a la cabeza. En el extranjero, las informaciones sobre el bombardeo hacen que muchos demócratas retiren su apoyo al general Franco y al bando nacionalista.
Fue el espanto de la sangre y del desprecio a las libertades de un pueblo.
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