Decreto del 27 de abril de 1931, adoptando como Bandera nacional para todos los fines oficiales de representación del Estado, dentro y fuera del territorio español, y en todos los servicios públicos, así civiles como militares, la bandera tricolor que se describe.
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El alzamiento nacional contra
la tiranía, victorioso desde el 14 de abril, ha enarbolado una enseña investida
por el sentir del pueblo con la doble representación de una esperanza de
libertad y de su triunfo irrevocable. Durante más de medio siglo la enseña
tricolor ha designado la idea de la emancipación española mediante la
República. En pocas horas, el pueblo libre, que al tomar las riendas de su
propio gobierno proclamaba pacíficamente el nuevo régimen, izó por todo el
territorio aquella bandera, manifestando con este acto simbólico su
advenimiento al ejercicio de la soberanía.
Una era comienza en la vida
española. Es justo, es necesario, que otros emblemas declaren y publiquen
perpetuamente a nuestros ojos la renovación del Estado. El Gobierno provisional
acoge la espontánea demostración de la voluntad popular, que ya no es deseo,
sino hecho consumado, y la sanciona. En todos los edificios públicos ondea la
bandera tricolor. La han saludado las fuerzas de mar y tierra de la República;
ha recibido de ellas los honores pertenecientes al jirón de la Patria.
Reconociéndola hoy el Gobierno, por modo oficial, como emblema de España, signo
de la presencia del Estado y alegoría del Poder público, la bandera tricolor ya
no denota la esperanza de un partido, sino el derecho instaurado para todos los
ciudadanos, así como la República ha dejado de ser un programa, un propósito,
una conjura contra el opresor, para convertirse en la institución jurídica
fundamental de los españoles. La República cobija a todos. También la bandera,
que significa paz, colaboración de los ciudadanos bajo el imperio de justas
leyes. Significa más aún: el hecho, nuevo en la Historia de España, de que la acción
del Estado no tenga otro móvil que el interés del país, ni otra norma que el
respeto a la conciencia, a la libertad y al trabajo. Hoy se pliega la bandera
adoptada como nacional a mediados del siglo XIX. De ella se conservan los dos
colores y se le añade un tercero, que la tradición admite por insignia de una
región ilustre, nervio de la nacionalidad, con lo que el emblema de la
República, así formado, resume más acertadamente la armonía de una gran España.
Fundado en tales
consideraciones y de acuerdo con el Gobierno provisional,
Vengo en decretar lo
siguiente:
1. Se adopta como bandera
nacional para todos los fines oficiales de representación del Estado dentro y
fuera del territorio español y en todos los servicios públicos, así civiles
como militares, la bandera tricolor que se describe en el art. 2º de este
Decreto.
2. Tanto las banderas y
estandartes de los Cuerpos como las de servicios en fortalezas y edificios
militares, serán de la misma forma y dimensiones que las usadas hasta ahora como
reglamentarias. Unas y otras estarán formadas por tres bandas horizontales de
igual ancho, siendo roja la superior, amarilla la central y morada oscura la
inferior. En el centro de la banda amarilla figurará el escudo de España,
adoptándose por tal el que figura en el reverso de las monedas de cinco pesetas
acuñadas por el Gobierno provisional en 1869 y 1870.
En las banderas y estandartes
de los Cuerpos se pondrá una inscripción que corresponderá a la unidad,
Regimiento o Batallón a que pertenezca, el Arma o Cuerpo, el nombre, si lo
tuviera, y el número. Esta inscripción, bordada en letras negras de las dimensiones
usuales, irá colocada en forma circular alrededor del escudo y distará de él la
cuarta parte del ancho de las bandas de la bandera, situándose en la parte
superior y en forma que el punto medio del arco se halle en la prolongación del
diámetro vertical del escudo.
Las astas de las banderas
serán de las mismas formas y dimensiones que las actuales, así como sus
moharras y regatones, aunque sin otros emblemas o dibujos que los del Arma,
Cuerpo o Instituto de la unidad que lo ostente, y el número de dicha unidad. En
las banderas podrán ostentarse las corbatas ganadas por la unidad en acciones
de guerra.
3. Las Autoridades regionales
dispondrán que sucesivamente sean depositadas en los Museos respectivos las
banderas y estandartes que hasta ahora ostentaban los Cuerpos armados del
Ejército y los Institutos de la Guardia Civil y Carabineros.
El transporte y entrega de
dichos emblemas se hará con la corrección, seriedad y respeto que merecen,
aunque sin formación de tropas, nombrándose por cada Cuerpo una Comisión que, ostentando
su representación, realicen aquel acto, y formándose la Comisión receptora por
el personal del Museo.
4. Las escarapelas, emblemas
y demás insignias y atributos militares que hoy ostentan los colores nacionales
o el escudo de España, se modificarán para lo sucesivo, ajustándolas a cuanto
se determina en el artículo 2º.
5. Las banderas nacionales
usadas en los buques de la Marina de guerra y edificios de la Armada, serán de
la forma y dimensiones que se describen en el art. 2º. Las banderas de los
buques mercantes serán iguales a las descritas anteriormente, pero sin escudo.
Las banderas y estandartes de
los Cuerpos de Infantería de Marina y Escuela Naval serán sustituidas por
banderas análogas a las descritas para los Cuerpos del Ejército.
Las astas, moharras y
regatones se ajustarán asimismo a lo que se dispone para las de los Cuerpos del
Ejército.
6. Las Autoridades
departamentales y Escuadra dispondrán que sucesivamente sean depositadas en el
Museo Naval las banderas de guerra regaladas a los buques y estandartes que
hasta ahora ostentaban los Regimientos de Infantería de Marina y Escuela Naval.
El transporte y entrega de
estas enseñas se hará con la corrección, seriedad y respeto que merecen, aunque
sin formación de tropa, nombrándose por cada Departamento o buque una Comisión
receptora por el personal del Museo.
7. Las escarapelas, emblemas
y demás insignias y atributos militares que hoy ostentan los colores nacionales
o el escudo de España se modificarán para lo sucesivo, ajustándolas a cuanto se
determina en el artículo 2º.
Niceto Alcalá-Zamora
Presidencia del Gobierno
Provisional de la República
Gaceta de Madrid, 28 de abril
de 1931
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