Transcribimos a continuación el
testamento político del dictador. No creemos que el que le nombró caudillo de España
tuviera sitio para acogerle a pesar de sus súplicas. Este miserable que pide
perdón a los que se declararon sus enemigos, terminó sus días sin comprender
que el único enemigo del pueblo español fue él, que ejecutó un golpe militar
contra el legítimo gobierno republicano, que inició una guerra vestida de
cruzada, que exterminó a parte de su población sin más motivo que el odio. Para
crear su España, unida, grande y nada libre, esa España de buenos y malos,
no dudó en mancharse las manos de sangre hasta el último minuto de su vida,
firmando sentencias de muerte sin que le temblara el pulso.
Jamás podrá descansar en paz. Los republicanos que yacen junto a su verdugo, los que aún habitan cunetas y fosas comunes, la gloriosa guerrilla antifranquista, los que sufrieron cárcel y exilio, miseria y hambre, los familiares de todos ellos exigen, exigimos, de una vez: Verdad, Justicia y reparación.
María Torres
Nieta de un republicano español
*
“Españoles: Al llegar para mí la hora de
rendir la vida ante el Altísimo y comparecer ante su inapelable juicio, pido a
Dios que me acoja benigno a su presencia, pues quise vivir y morir como
católico. En el nombre de Cristo me honro, y ha sido mi voluntad constante, ser
hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir.
Pido perdón a todos de todo corazón,
perdono a cuantos se declararon mis enemigos sin que yo los tuviera como tales.
Creo y deseo no haber tenido otros que aquellos que lo fueron de España, a la
que amo hasta el último momento y a la que prometí servir hasta el último
aliento de mi vida que ya sé próximo.
Quiero agradecer a cuantos han
colaborado con entusiasmo, entrega y abnegación en la gran empresa de hacer una
España unida, grande y libre. Por el amor que siento por nuestra Patria, os
pido que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro Rey de
España, Don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me
habéis brindado y le prestéis, en todo momento el mismo apoyo de colaboración
que de vosotros he tenido.
No olvidéis que los enemigos de España y
de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros y deponed,
frente a los supremos intereses de la Patria y del pueblo español, toda mira
personal. No cejéis en alcanzar la justicia social y la cultura para todos los
hombres de España y haced de ello vuestro primordial objetivo. Mantened al
unidad de las tierras de España exaltando la rica multiplicidad de las regiones
como fuente de fortaleza en la unidad de la Patria.
Quisiera, en mi último momento unir los
nombre de Dios y de España y abrazaros a todos para gritar juntos, por última
vez, en los umbrales de mi muerte: ¡Arriba España! ¡Viva España!.
Francisco Franco
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