Miguel de Unamuno ha muerto aislado, en su casa de Salamanca. Ha muerto en la tarde de ese primer día del año 1937, que el pueblo español designa con el nombre de «El año de la Victoria».
La muerte de Unamuno, como los rumores atroces alrededor de otros nombres, traducen al campo de la intelectualidad española la pavorosa tragedia popular de una nación conmovida hasta sus cimientos. Unamuno, a quien todos hemos amado y combatido, muere como era fatal que muriese, en flagrante contradicción con todos y con todo.
Miguel de Unamuno no tenía un desemboque real. Su fuego no era, quizá, de este tiempo; pero era fuego, y, como tal, era vida. El, como nadie, se habrá llevado a la tumba el frío de una España triste, paseada por mercenarios.
A la muerte de don Miguel de Unamuno hubiera dicho Juan de Mairena: de todos los pensadores que hicieron de la muerte tema esencial de sus meditaciones, fue Unamuno el que menos habló de resignarse a ella. Tal fue la nota antisenequista, original y españolísima no obstante, de este incansable poeta de la angustia española. Porque fue Unamuno todo menos que un estoico, le negaron muchos el don filosófico que poseía en sumo grado (…)
La muerte de Unamuno, como los rumores atroces alrededor de otros nombres, traducen al campo de la intelectualidad española la pavorosa tragedia popular de una nación conmovida hasta sus cimientos. Unamuno, a quien todos hemos amado y combatido, muere como era fatal que muriese, en flagrante contradicción con todos y con todo.
Miguel de Unamuno no tenía un desemboque real. Su fuego no era, quizá, de este tiempo; pero era fuego, y, como tal, era vida. El, como nadie, se habrá llevado a la tumba el frío de una España triste, paseada por mercenarios.
A la muerte de don Miguel de Unamuno hubiera dicho Juan de Mairena: de todos los pensadores que hicieron de la muerte tema esencial de sus meditaciones, fue Unamuno el que menos habló de resignarse a ella. Tal fue la nota antisenequista, original y españolísima no obstante, de este incansable poeta de la angustia española. Porque fue Unamuno todo menos que un estoico, le negaron muchos el don filosófico que poseía en sumo grado (…)
Señalemos hoy que Unamuno ha muerto repentinamente,
como el que muere en guerra. ¿Contra quién? Quizá contra sí mismo; acaso
también, aunque muchos no lo crean, contra los hombres que han vendido a España y traicionado a su pueblo.
¿Contra el pueblo mismo? No lo he
creído nunca ni lo creeré jamás.
Antonio Machado
Hora de España I
Valencia, Enero 1937
Hora de España I
Valencia, Enero 1937
Y cuidado que era crédulo, aquel profesor de torpe aliño indumentario.
ResponderEliminar2014 abrazos, o menos