Médicos y personal sanitario del Hospital Psiquiátrico instalado en Valdediós (enero 1937). Fotografía de Constantino Suárez |
Morir por cuidar, cuidar hasta morir
Trabajo
presentado al Congreso de Historia de la Enfermería - Granada 2004 por Manuel Solórzano Sánchez y Jesús Rubio Pilarte, enfermeros. Hospital Donostia de
San Sebastián.
En Valdediós se
ha hallado la fosa con más mujeres “enfermeras” fusiladas en España.
Estas compañeras enfermeras fueron fusiladas junto
con otras personas que también trabajaban en el entonces Hospital Psiquiátrico
de Valdediós.
Momentos antes de su ejecución fueron obligadas a
cavar su propia tumba.
Recuperar este triste episodio de la historia de la
Enfermería debe ayudarnos a no olvidar, y a trabajar para que hechos, como
estos, no se puedan volver a repetir.
La investigación en torno a los hechos acaecidos
en Valdediós en octubre de 1937, surge de
la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), enmarcada en
la Declaración sobre la protección de todas las personas contra las
desapariciones forzadas, aprobada por la Asamblea General de la ONU en su
resolución 47/133 de 18 de Diciembre de 1992.
La finalidad de la investigación es de carácter
puramente humanitario, para recuperar la dignidad de los asesinados,
reconfortar a los familiares y ofrecer una sepultura digna, evitando cualquier
atisbo de rencor, odio o venganza.
Antecedentes
El Hospital
Psiquiátrico de La Calellada (Oviedo) queda
dentro del cerco republicano a Oviedo en octubre de 1936, abandonado por sus
defensores dejando atrás enfermos y personal de servicio, siendo ocupado el día
13. A los 5 días lo abandonan para dirigirse con el personal y los enfermos
primero a Gijón, y posteriormente al monasterio de Valdediós,
habilitado provisionalmente como centro asistencial.
A su llegada a Valdediós,
casi todo el personal se afilia al Socorro Rojo Internacional, Sección Villaviciosa.
Militarmente
la ofensiva republicana fracasa, y tienen que abandonar a su vez el hospital
cinco días después, es decir, el día 18. Los milicianos, en cambio, llevan
consigo a parte de los enfermos y del personal, estos últimos tras una estancia
breve en Gijón para completar la plantilla se dirigen a un antiguo monasterio
cisterciense en Valdediós, cercano a Villaviciosa.
El Monasterio
de Valdediós construido en el año 1200 por
Alfonso IX de León, que originariamente estuvo habitado por monjes
cistercienses venidos de Sta. María de Sobrado
(Galicia) hasta que hubo de ser abandonado por la desamortización de Mendizábal
del S.XIX, aún así algunos de los monjes permanecieron en el monasterio hasta su muerte, se
encuentra al lado de la iglesia prerrománica asturiana de San Salvador de Valdediós.
Este
monasterio fue habilitado por las autoridades sanitarias republicanas para
hospital y en él estuvieron los protagonistas de estos sucesos casi un año.
Algunos empleados del hospital psiquiátrico se hicieron acompañar de sus familias,
con las que fueron ocupando casas deshabitadas, alquilando habitaciones, o
incluso en el propio monasterio, etc., donde la vida transcurrió con bastante
normalidad, y donde incluso sus hijos pudieron acudir a una escuela cercana.
Un despreciable crimen
de guerra sin aclarar
Lo que sucedió en Valdediós fue especialmente
importante por darse tres circunstancias especiales:
Porque al
parecer no fue la habitual represión política de la Guerra Civil.
La
implicación de un capellán de la Iglesia Católica en los asesinatos, al
permitir y "bendecir" la matanza.
La
responsabilidad criminal de una unidad regular del Ejército Español
"nacionalista" en 1937
Resumen
de los hechos
El 22 de
octubre de 1937 hacia las 15 horas llegan al Monasterio de Valdediós dos compañías del IV Batallón de Montaña
Arapiles nº 7, entonces perteneciente a la VI Brigada de Navarra, alojándose en dicho monasterio. Al llegar el capellán castrense dijo
la misa en el exterior y a la que tuvieron que asistir los trabajadores del
hospital y también los vecinos del lugar.
Las personas que trabajaban en el Hospital,
funcionarios civiles no combatientes y que jamás habían empuñado un arma,
consideraron que no tenían nada que temer, pues estaban cumpliendo con su
obligación como funcionarios dependientes de la Consejería de Sanidad.
“No temas, que por cuidar dementes
no me va a pasar nada” Le decía a su esposa Emilio Montoto,
enfermero fusilado. Fue la última vez que lo vio con vida a su esposo.
El día 26 a las nueve de la mañana apareció un
sujeto vestido de negro con un a carpeta de la que extrajo una lista, que hizo
llegar al Oficial de turno.
Llamaron nominalmente a las personas de dicha lista
y las retuvieron en el Convento.
En Valdediós había pacientes, enfermos mentales, algunos
heridos de guerra, psiquiatras y enfermeras. Llegaron estas unidades militares
y detuvieron a cinco personas. Algunos fueron fusilados en Gijón. Los otros enfermos, psiquiatras y enfermeras
permanecieron en Valdediós hasta el día de
los hechos.
Ese mismo día, los soldados ordenan al personal del
centro organizar una fiesta con baile incluido en el recinto hospitalario, al
que tenían que asistir obligatoriamente las enfermeras. Las
propias enfermeras preparan la cena, que se desarrolla en la “sala de física”,
con gran consumo de alcohol y todo tipo de abusos sexuales. Según diferentes
testimonios de supervivientes los militares violan a aquellas
mujeres y posteriormente son fusiladas en el “Prau de
Don Jaime”.
Las mujeres
se ponen a gritar aterrorizadas, se oyen gritos por todo el recinto, y en ese
momento hace su aparición un capellán militar. Ordena que todo el mundo calle
ante tanto bullicio y pregunta qué es lo que ocurre con ese escándalo. Las
mujeres ven la puerta del cielo abierta, tal vez el cura las salve del final
que les espera.
Pero el capellán
se limita a darles la absolución, e incluso anima a
sus viriles soldados a que sigan haciendo "lo que tienen que hacer".
También asesinaron a los cuatro celadores, al pinche de
cocina y a una niña de 15 años, hija de una enfermera que se hallaba en casa de
la cocinera: Los soldados, al oír unos ruidos extraños en la casa, preguntaron
"¿Quién esta ahí?". "Una niña, hija de una enfermera",
responde alguien. También la asesinaron.
Tras obligarles a excavar su propia fosa, fueron
asesinadas a tiros.
Parece ser
que los soldados les hicieron excavar su propia fosa, entre un bosque de
castaños, hoy en día talado y que ha dificultado la localización de la fosa, al
haber cambiado el paisaje que queda aproximadamente a unos 200 metros del
monasterio, donde les asesinaron a tiros, y las medio enterraron a poca
profundidad. Quedaron brazos y piernas que todavía asomaban entre la tierra.
Al día
siguiente desde el monasterio-hospital, los vecinos recordaban que se observaba
una retahíla de zapatos, batas, trozos de vestidos y otros objetos personales
que marcaban el macabro camino que habían seguido los asesinos desde el
monasterio hasta la fosa, lugar donde "ejecutaron" y enterraron a sus
víctimas con toda impunidad y las necesarias bendiciones del capellán. Fue tal
la impresión en la comarca, que los niños del lugar nunca más fueron a recoger
castañas en esa zona.
Durante
muchos años los lugareños no se ponían de acuerdo en la autoría de los hechos.
Unos decían que los asesinos iban al mando de un tal "Arapiles",
otros decían que eran unos del pueblo de Arapiles, otros en cambio afirmaban
que eran militares del Arapiles. En lo que sí estaban todos de acuerdo que el
nombre "Arapiles" estaba involucrado en el crimen.
Años más
tarde se ha podido averiguar que estos hechos los realizaron miembros de una
unidad militar regular del ejército franquista: el IV Batallón Arapiles nº 7.
No fueron ni falangistas, ni moros, ni desertores, ni una milicia desbandada. Y
la Iglesia tuvo un papel activo. No se trataba de represión política, era
sencillamente que tenían total impunidad, ellos, los "Vencedores de la
Cruzada" podían hacer lo que les viniera en gana. Los asturianos
"rojos" no eran para ellos seres humanos: eran vencidos. Y todo esto
lo hacían en el nombre de "¡Viva Cristo Rey!"
El
visitante y la “Sala de Física”
Entre los años 1965 y 1970, siendo entonces una señora la encargada
de enseñar el Monasterio de Valdediós a los
turistas, recuerda que un día uno de ellos se dirigió a ella al acabar la
visita, preguntándole si sabía dónde se encontraba la “Sala de Física”.
Una vez en la
citada sala, el hombre comentó emocionado, según la señora, que aún mantenía
fijas en su memoria las imágenes que contempló en aquel lugar, horrorizado.
Después, este caballero le pidió a la señora acudir al prado cercano,
enseñándole donde se encontraba la fosa común en que fueron enterradas las
personas asesinadas, y le contó que él mismo fue obligado a ayudar a conducir a
dos mujeres hasta el lugar de su "ejecución", y que durante los
hechos acabó desmayándose, pues era muy joven.
Cuando el
soldado recobró el conocimiento ya se encontraba nuevamente en el Monasterio,
donde le debían haber trasladado sus compañeros. Este señor le aseguró a esta
señora que debían ser al menos 18 las víctimas mortales de aquella noche.
Otro testimonio nos asegura (Antonio Lorenzo): ”Nuestro
primo después nos informó de varios detalles del suceso. Se llevaron que yo
recuerde sobre 33 personas, las obligaron a excavar la fosa y después a
acostarse en el fondo de la misma y así les mataron, menos a Antonio Piedrafita que intento huir hacia los castaños, pero
le dieron un tiro en la cabeza, seguro que esta allí enterrado. Antonio era
enfermero y venía de haber trabajado anteriormente en el Sanatorio del Doctor
Laredo Vega. Después de aquello los perros andaban desenterrando restos humanos
y alguien los enterró mejor, depositando piedras encima”.
Este detalle
de los perros también nos lo aseguran Esther Montoto y
otra superviviente, confirmando que fue el padre de esta última quién decide
cubrir la fosa con piedras. El estrato de piedras y el de tierra removida
podrían ser un buen indicador de la ubicación definitiva.
Al día
siguiente 28 de octubre los militares abandonan Valdediós y
se produce un acuerdo de la Diputación Provincial de Oviedo para que el doctor Pedro
Quirós se desplace allí para recoger a los enfermos del Hospital.
Informe
relativo a los restos humanos hallados en la fosa de Valdediós (Asturias)
Intervención
arqueológica y descripción de la fosa.
El estudio
histórico y antecedentes de la fosa de Valdediós debe consultarse en el informe de Pedro de
la Rubia y José Antonio Landera.
A solicitud
de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Asturias en
representación de varias familias de los fallecidos, en julio de 2003 llevamos
a cabo la exhumación de diecisiete cuerpos esqueletizados en la localidad
de Valdediós, en Villaviciosa (Asturias).
El trabajo de
campo propiamente dicho comenzó el día 16 de julio y al no disponer de
retroexcavadora las tareas de búsqueda comenzaron mediante una prospección con
catas con la esperanza de que alguna de ellas diera con la localización exacta
de la zona de inhumación. Se contrató una pala mecánica para la búsqueda de los
restos humanos. El jueves 24 se reanudaron los trabajos de búsqueda contando
esta vez con la ayuda mecánica que resultó más eficaz. A las dos horas de
trabajo aparecieron los primeros restos humanos. Al final del día se completó
con el hallazgo de los tres primeros esqueletos.
Características
de la fosa
La fosa era
en realidad una zanja que tiene forma de L con una anchura
uniforme de entre 60 a 70 centímetros. El brazo mayor de esta L es
horizontal en la ladera del prado caracterizado por su fuerte pendiente y tiene
una longitud de 11 metros. Por su parte el brazo menor sigue perpendicular al
plano de inclinación de la ladera y por tanto tiene la inclinación de la misma
línea de pendiente. Y una profundidad variable entre 40 y 100 centímetros.
Los cadáveres
fueron depositados siguiendo la disposición lineal de la zanja con la
superposición de los cuerpos en la práctica totalidad de la misma. Los 17
esqueletos recuperados son descritos de forma individualizada.
El estado de conservación de los esqueletos es muy dispar
dependiendo del lugar que ocupaban en la fosa. En general presentan una mala
conservación y además una fuerte degradación aquellos restos que se encontraban
en apoyo directo del fondo de la zanja.
Conclusiones
Asesinato masivo de mujeres
“Funcionarias -Enfermeras”. Un despreciable crimen de guerra sin aclarar.
Lo que sucedió en Valdediós fue
especialmente importante por darse tres circunstancias especiales:
- La responsabilidad criminal de una unidad regular
del Ejército, y no elementos aislados o tropas extranjeras.
- La implicación de un capellán de la Iglesia
Católica en los asesinatos, al permitir y “bendecir”
la matanza.
- Asesinato masivo de mujeres “Funcionarias-Enfermeras”.
- El sentimiento ético profesional del “CUIDADO”,
así como el deber de cumplir con su obligación como funcionarios de la
Consejería de Sanidad, era más fuerte.
- En las
tareas de exhumación fueron recuperados los restos esqueléticos de un total de
diecisiete personas, de las que once son mujeres y seis hombres.
- De ente los
diecisiete individuos, catorce tiene el cráneo fracturado como consecuencia de
disparos de arma de fuego. El lugar topográfico en el que predominan los
disparos es en la inmediata proximidad del oído (temporal izquierdo o derecho).
Estas lesiones son la causa fundamental de la muerte que puede calificarse de
violenta homicida en todos los casos.
- Se encuentran diferentes proyectiles de calibre
7,92mm, procedente de un fusil alemán Kar-98,
“habitual en la VI Brigada de Navarra” que formaba parte del Regimiento que se
asentó en esas fechas en Valdediós. Todos los proyectiles
recuperados corresponden a munición de fusil.
- Aunque pudieron abandonar el hospital antes de la
entrada de los militares, el sentimiento ético profesional “EL DEBER DE
CUIDAR”, así como el cumplimiento con su obligación como funcionarios de la
Consejería de Sanidad, era más fuerte.
- No pensaron que su vida corría peligro, porque
estaban desempeñando su profesión: “cuidar”.
- Las evidencias recuperadas y el análisis de
conjunto permiten una interpretación de los hechos que concuerda fielmente con
las versiones previamente recogidas a través de testimonios.
AGRADECIMIENTOS.
En especial al Doctor Francisco Etxeberría Gabilondo. Medicina Legal y Forense. Facultad de Medicina y Odontología. Universidad del País Vasco. Que me pasó el material con el que hemos podido trabajar, así como ver in situ los restos y objetos aparecidos.
Lourdes Herrasti. Departamento de Antropología de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
Javier Ortiz Lejarza. Licenciado en Geografía e Historia. Sociedad de Ciencias Aranzadi.
Eloy Alonso. Fotógrafo.
Pedro de la Rubia y José Antonio Landera. Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Asturias.
Jorge Mínguez Arias e Iván Santolalla Arnedo.
Y a todos los que han hecho posible el recuperar esta parte tan importante de la historia.
DOCUMENTACIÓN CONSULTADA
Fondos de los
siguientes archivos:
Archivo
Histórico Provincial de Asturias
Archivo
General Militar de Avila, sección Brigadas
Navarras
Archivo
General Militar de Salamanca, sección Guerra Civil
Archivo
General Militar de Segovia
Fondos de la
Fundación José Barreiro correspondientes a José Mata
Folletos del
Ateneo Obrero de Gijón. Cuadernos de Historia
Artículos de
La Nueva España sobre Valdediós publicados
por Eduardo García y Víctor L. Álvarez.
Historia de
Asturias, editada por Silverio Cañada. Artículos de D. Javier Rodríguez Muñoz.
Monografías
de la Guerra Civil Española de Martínez Bande.
Mil días de
fuego, de José Mª Gárate.
Guerra
Civil-Frente de Asturias, de Javier Nagore.
La Libertad
es un bien muy preciado, de M. Laruelo.
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Antropología Forense. Study
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VILLALAIN, J.D. & PUCHALT,
F. 2000. Identificación antropológica policial y
forense. Tirant lo Blanch.
429 pp. Valencia.
http://www.gipuzkoa.ehu.es/
Más de lo mismo. Crueldad y disfrute de los vencedores y la iglesia jugando a ser dioses a divertirse a MATAR por MATAR. ¿A quien se ha juzgado? ¿A quien se juzgará?
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