«Señor: Es un honor para la Mesa de las Cortes españolas comparecer en este día ante vuestra alteza para ofreceros nuestros fervientes respetos, de los que hacemos partícipe a la princesa doña Sofía, vuestra esposa, que nos honra con su presencia y elevar formalmente a vuestro conocimiento los trascendentales acuerdos adoptados ayer, veintidós de julio de mil novecientos sesenta y nueve, por el pleno de las mismas.
En sesión extraordinaria convocada al efecto, su excelencia el Jefe del Estado manifestó su determinación de hacer uso del derecho que le concede el artículo sexto de la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado y, en consecuencia y habida cuenta de los supremos intereses de la patria, propuso a las Cortes, en razonadas y emotivas palabras, que vuestra persona fuese la llamada en su día a sucederle a título de rey.
Aprobada dicha propuesta por las Cortes españolas, con rango de Ley y el voto favorable de los señores procuradores que las integran, que excede de la mayoría exigida por la Ley de Sucesión, aquélla ha sido sancionada por su excelencia el Jefe del Estado y publicada en el “Boletín Oficial del Estado” de fecha de hoy, en los siguientes términos. (Lectura del texto de la Ley)
«Manifestada así la voluntad de Su Excelencia el Jefe del Estado, artífice de la gran obra de transformación de nuestra patria y símbolo de la unidad y hermandad de los que la constituimos y la del entrañable pueblo español a través de sus legítimos representantes en Cortes, llamado a regir Vuestra Alteza en su día el glorioso trono de los Reyes Católicos, queda Señor que pronuncies la palabra decisiva, expresión de vuestros sentimientos de amor y servicio a España en respuesta a las honrosísimas propuestas del Caudillo y acuerdo concluyente de las Cortes españolas.
Señor, en este histórico momento, en el que los españoles vemos asegurada en Vuestra Alteza y vuestros sucesores la continuidad del orden regular sucesorio y de los principios del Movimiento y demás Leyes Fundamentales del Reino, las Cortes españolas esperan confiadamente la decisión de vuestra abnegada entrega al servicio de la patria y a la empresa de su engrandecimiento en paz, justicia y libertad.
Dios os guarde, Señor.»
Antonio Iturmendi Bañales
Presidente de las Cortes y del Consejo del Reino
23 de julio de 1969
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«Excelentísimo Señor Presidente de las Cortes:
Estoy profundamente emocionado por la gran confianza que ha depositado en mí Su Excelencia el Jefe del Estado, al proponer a las Cortes, haciendo uso de la facultad que le concede el artículo 6 de la Ley de Sucesión, mi nombramiento como sucesor a título de rey, así como el altísimo honor que me ha hecho el supremo órgano legislativo del país al aprobar la propuesta que sancionada, ha quedado convertida en Ley.
Me acabáis de comunicar oficialmente su contenido y plenamente consciente de la enorme responsabilidad que sobre mí va a recaer acepto, en mi nombre y en el de mis sucesores, las obligaciones y deberes que me impone esta designación, pues considero que en definitiva se trata de obedecer un mandato de nuestro pueblo expresado en forma legítima y fehaciente a través de su representación genuina, que son las Cortes Españolas.
Formado en la España surgida el 18 de Julio, he conocido paso a paso las importantes realizaciones que se han conseguido bajo el mandato magistral del Generalísimo.
Este acto trascendental para mí, representa mi entrega total al servicio de la patria.
Mi aceptación incluye una promesa firme que formulo ante VV.EE. Para el día, que deseo tarde mucho tiempo, en que tenga que desempeñar las altas misiones para las que se me designa, dedicando todas mis fuerzas no sólo al cumplimiento del deber, velando porque los principios de nuestro Movimiento y Leyes Fundamentales del Reino sean observadas, sino también para y dentro de esas normas jurídicas, los españoles vivan en paz y logren cada día un desarrollo creciente en lo social, en lo cultural y en lo económico.
Os ruego, pues, señor vicepresidente del Gobierno y señor presidente de las Cortes, que así se lo comuniquéis respectivamente a Su Excelencia el Jefe del Estado y a las Cortes Españolas.
Que Dios me ilumine y me ayude en un perseverante servicio a nuestra amada España y que cada día sea una realidad plena de nuestros anhelos de unidad, grandeza y libertad de la patria.»
Juan Carlos de Borbón
23 de julio de 1969
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