Cuando
allá dicen unos
Que
mis versos nacieron
De
la separación y la nostalgia
Por
la que fue mi tierra,
¿Sólo
la más remota oyen entre mis voces?
Hablan
en el poeta voces varias:
Escuchemos
su coro concertado,
Adonde
la creída dominante
Es
tan sólo una voz entre las otras.
Lo
que el espíritu del hombre
Ganó
para el espíritu del hombre
A
través de los siglos,
Es
patrimonio nuestro y es herencia
De
los hombres futuros.
Al
tolerar que nos lo nieguen
y
secuestren, el hombre entonces baja,
¿Y
cuánto?, en esa dura escala
Que
desde el animal llega hasta el hombre.
Así
ocurre en tu tierra, la tierra de los muertos,
Adonde
ahora todo nace muerto,
Vive
muerto y muere muerto;
Pertinaz
pesadilla: procesión ponderosa
Con
restaurados restos y reliquias,
A
la que dan escolta hábitos y uniformes,
En
medio del silencio: todos mudos,
Desolados
del desorden endémico
Que
el temor, sin domarlo, así doblega.
La
vida siempre obtiene
Revancha
contra quienes la negaron:
La
historia de mi tierra fue actuada
Por
enemigos enconados de la vida.
El
daño no es de ayer, ni tampoco de ahora,
Sino
de siempre. Por eso es hoy.
La
existencia española, llegada al paroxismo,
Estúpida
y cruel como su fiesta de los toros.
Un
pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo
En
creer que la razón de soberbia adolece
y
ante el cual se grita impune:
Muera
la inteligencia, predestinado estaba
A
acabar adorando las cadenas
y
que ese culto obsceno le trajese
.Adonde
hoy le vemos: en cadenas,
Sin
alegría, libertad ni pensamiento.
Si
yo soy español, lo soy
A
la manera de aquellos que no pueden
Ser
otra cosa: y entre todas las cargas
Que,
al nacer yo, el destino pusiera
Sobre
mí, ha sido ésa la más dura.
No
he cambiado de tierra,
Porque
no es posible a quien su lengua une,
Hasta
la muerte, al menester de poesía.
La
poesía habla en nosotros
La
misma lengua con que hablaron antes,
y
mucho antes de nacer nosotros,
Las
gentes en que hallara raíz nuestra existencia;
No
es el poeta sólo quien ahí habla,
Sino
las bocas mudas de los suyos
A
quienes él da voz y les libera.
¿Puede
cambiarse eso? Poeta alguno
Su
tradición escoge, ni su tierra,
Ni
tampoco su lengua; él las sirve,
Fielmente
si es posible.
Mas
la fidelidad más alta
Es
para su conciencia; y yo a ésa sirvo
Pues,
sirviéndola, así a la poesía
Al
mismo tiempo sirvo.
Soy
español sin ganas
Que
vive como puede bien lejos de su tierra
Sin
pesar ni nostalgia. He aprendido
El
oficio de hombre duramente,
Por
eso en él puse mi fe. Tanto que prefiero
No
volver a una tierra cuya fe, si una tiene, dejó de ser la mía,
cuyas
maneras rara
vez me fueron propias.
Cuyo
recuerdo tan hostil se me ha vuelto
y
de la cual ausencia y tiempo me extrañaron.
No
hablo para quienes una burla del destino
Compatriotas
míos hiciera, sino que hablo a solas
(Quien
habla a solas espera hablar a Dios un día)
O
para aquellos pocos que me escuchen
Con
bien dispuesto entendimiento.
Aquellos
que como yo respeten
El
albedrío libre humano
Disponiendo
la vida que hoy es nuestra,
Diciendo
el pensamiento al que alimenta nuestra vida.
¿Qué
herencia sino ésa recibimos?
¿Qué
herencia sino ésa dejaremos?
Luis
Cernuda, Díptico español
La realidad y el deseo
La realidad y el deseo
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