Mi madre, Dolores Gil Zapatero, nació un 30 de
Marzo de 1914 en un pueblo de La Rioja, Cervera del Rio Alhama.
Se casó el 27 de Abril de 1936 por lo civil con
Sebastián, un anarquista cuya familia era de derechas. Cuando el dictador dio
un golpe de estado a la República, mi madre tuvo que huir al monte junto a su
marido. Estaba embarazada no se dé cuanto tiempo y aborto. Su hermana
tuvo que ir a buscarla al monte a anjones, como se dice por allá. La
bajó, la llevó a que la atendiera el médico y a continuación la detuvieron por
su relación con Sebastián, "el negro", como le llamaban.
La metieron en la cárcel. La familia de Sebastián
quería protegerla. Cada noche entraba una hermana de mi madre “la chiquita”
para dormir con ella y si pasaba algo llamaba a la familia del marido.
Compartía celda con dos maestras de 30 y 40 años. Ambas eran de Casalarreina
(La Rioja) y a las dos las dieron el paseíllo.
Mi madre se salvó gracias a la familia de Sebastián,
que no pudo evitar que la violase un guardia civil. Sebastián mandó una carta a
su familia avisando que si le pasaba algo a Dolores quemaba el pueblo de
arriba a abajo. El no se entero de la violación. Lo que temía era que la dieran
el paseillo.
Mi madre se puso muy enferma y la llevaron a casa, donde estuvo un año encerrada con dos guardias civiles a la puerta por si escapaba.
Sebastián tuvo que huir sin ella. Se fue a Francia, donde estuvo en varios campos de concentración, desde los que le escribía cartas a mi madre. Después marchó a la República Dominicana y jamás se volvieron a ver, a pesar de que mi madre hizo todo lo que pido para viajar a su lado durante doce largos años.
Mi madre se puso muy enferma y la llevaron a casa, donde estuvo un año encerrada con dos guardias civiles a la puerta por si escapaba.
Sebastián tuvo que huir sin ella. Se fue a Francia, donde estuvo en varios campos de concentración, desde los que le escribía cartas a mi madre. Después marchó a la República Dominicana y jamás se volvieron a ver, a pesar de que mi madre hizo todo lo que pido para viajar a su lado durante doce largos años.
En el año 1949 mi madre conoció a mi padre, Ignacio,
otro represaliado del dictador que se pasó cinco años preso en distintas
cárceles por pertenecer a Izquierda Republicana. Se casaron por la Iglesia,
aunque más bien quiso la Iglesia casarla, porque era del dominio público
que mi madre seguía casada con Sebastián por lo civil que es lo que
vale. Así que pasó a ser bígama.
Cuando mi padre murió en el año 1972, a mi madre no la
querían dar la pensión de viudedad argumentando que no estaba casada.
Mi madre fue una gran mujer y se carteaba con
muchísima gente. Unos amigos la presentaron a Joaquín Ruiz Giménez (padre) el
cual le arregló el asunto de la bigamia a la que la había abocado la Iglesia y
no tuvieron más remedio que pagarle la pensión.
Mi hermano y yo fuimos hijos naturales. Mis padres no
tenían libro de familia. Siempre fuimos hijos de rojos, ya que vivíamos en un
pueblo pequeño y se sabía todo, aunque nosotros nunca negáramos nada.
Mi padre murió sin pasaporte. Nunca se lo quisieron
entregar. En los años sesenta recibió una citación para para que se personase
a un juicio en Zaragoza. Cuando inició el viaje, a la altura de la Ciudad de
los Ángeles, donde murió mucha gente a causa de unas casas mal construídas, se
enteró que Franco había dado una anmistía a muchos presos por no meter en la
cárcel a los responsables del accidente de las casas.
Mi padre quedó absuelto. Hace poco tiempo comencé a
investigar en archivos y descubrí que sobre las espaldas de mi padre había dos
penas de muerte.
Mi padre no vivió para ver muerto al dictador. Mi
madre si, ya que vivió 93 años.
Dolores Maeztu
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