He llegado con las tropas vascas hasta
el límite de Euzkadi. He permanecido entre ellas admirando el temple de nuestro
pueblo, cuyo espíritu jamás será vencido. Y antes de salir de Euzkadi, protesto
en su nombre ante el mundo del despojo que con los vascos se verifica en pleno
siglo XX privándonos de nuestra Patria, a la que tenemos derecho por ser
nuestra y porque la amamos entrañablemente. Y protestamos doblemente, porque
para verificar el despojo ha necesitado el fascismo español de fuerzas
mercenarias y extranjeras y de elementos de guerra alemanes e italianos. Con
absoluto descaro invocan nuestros enemigos el derecho de conquista. Lo negamos
para siempre. El territorio habrá sido conquistado; el alma del Pueblo Vasco,
no; no lo será jamás.
Hemos obrado noblemente; nuestra
conducta no ha variado ni siquiera a última hora. Hemos dejado intacto Bilbao.
Y sus fuentes productoras. Hemos dado libertad a los presos con generosidad que
es pagada por el enemigo con persecuciones y fusilamientos. Ningún despojo es
imputable al Ejército Vasco.
El Pueblo Vasco mira el futuro con
ilusión; su alma nos pertenece. Nuestra conducta es la suya. Volveremos a recobrar
el suelo de nuestros padres para restaurar el idioma escarnecido, la ley
ultrajada, la libertad arrebatada. ¿Qué prometió jamás el fascismo a Euzkadi?
Nada, pues puesta su planta sobre Bilbao ha derogado no sólo la autonomía
conquistada, sino hasta el Concierto Económico, viejo resto de las libertades
históricas que fue respetado hasta en los tiempos de la Monarquía. Protesto
también de este postrer despojo, interpretando el sentido sordo del pueblo
sojuzgado, a quien no se le permite hablar.
Mi pueblo emigrado tropieza con el mar,
encontrándose ante un doble peligro. No quiero pensar que los pueblos amigos o
enemigos han de permanecer en silencio. ¿Tan grave es que un pueblo defienda su
libertad?
Por defenderla, por ser dignos de la
Patria, centenares de miles de vascos pasan hoy momentos de angustia y
privaciones. No quiero creer que del mundo ha desaparecido la sensibilidad.
El Gobierno Vasco sigue en su puesto, lo
mismo en Euzkadi que donde quiera que se encuentre. Él es el Gobierno legítimo
de los vascos porque interpreta el sentir de un pueblo, que no ha sido vencido,
sino temporalmente avasallado y ultrajado. Y el afecto de nuestros compatriotas
les acompañará hasta el día de la victoria.
Jose Antonio Agirre Lekube.
Trucios-Turtzioz (Bizkaia), 30 de junio de 1937
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