María Torres / 16 Abril 2016
Traigo al recuerdo a una mujer que sufrió la guerra, la cárcel, el exilio y la deportación. Una mujer rebelde y valiente, que consideró que tras la derrota republicana su lucha debía continuar; que tras la ocupación nazi de Francia, su deber no era aceptarla, sino combatirla. Una mujer que combatió al fascismo en España, Francia y Alemania. Una mujer que sobrevivió al horror nazi con valentía y dignidad hasta la liberación del campo donde estuvo presa y cuando por su falta de salud solo era una destinada al crematorio. Una mujer a la que el dolor tatuó cada pliegue de su Memoria, que convirtió ese dolor en resistencia y vivió con la imperiosa necesidad de transmitir su testimonio, porque siempre creyó en un mundo de justicia, sin guerras, sin hambre. En un mundo libre.
Traigo al recuerdo a una mujer que sufrió la guerra, la cárcel, el exilio y la deportación. Una mujer rebelde y valiente, que consideró que tras la derrota republicana su lucha debía continuar; que tras la ocupación nazi de Francia, su deber no era aceptarla, sino combatirla. Una mujer que combatió al fascismo en España, Francia y Alemania. Una mujer que sobrevivió al horror nazi con valentía y dignidad hasta la liberación del campo donde estuvo presa y cuando por su falta de salud solo era una destinada al crematorio. Una mujer a la que el dolor tatuó cada pliegue de su Memoria, que convirtió ese dolor en resistencia y vivió con la imperiosa necesidad de transmitir su testimonio, porque siempre creyó en un mundo de justicia, sin guerras, sin hambre. En un mundo libre.
Su nombre: Mercedes Núñez Targa.
Algunos datos biográficos
Nace en Barcelona el 16 de enero de 1911,
de madre catalana y padre gallego, de Bergondo. Era una familia acomodada. A
pesar de ello Mercedes, independiente y decidida, quiere trabajar y a los 16 años lo hace como
auxiliar de contabilidad y mecanografía en un
laboratorio cinematográfico, tarea que compatibiliza con la de
mecanógrafa en el Consulado de Chile en Barcelona. En 1935 cuando Pablo Neruda
es nombrado Cónsul en sustitución de Gabriela Mistral, Mercedes Núñez Targa
pasa a ejercer de secretaria del poeta.
Se afilia a la Juventudes Socialistas
Unificadas y en 1936 al PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña), en el
que colabora ejerciendo tareas burocráticas durante toda la guerra.
En enero de 1939 la dirección del Partido
Comunista le encarga la reorganización del partido en A Coruña, ciudad a la que
llega en marzo de 1939.
La
cárcel
Seis meses después de llegar a Galicia es
detenida por agentes de la Dirección General de Seguridad de Madrid, que
llevaban meses vigilándola. Se le incauta un tintero, un frasco de tinta
invisible, unos cuadernos en blanco y varios sobres. Material altamente
peligroso que la conduce a ingresar en la prisión de mujeres de Betanzos, en la
prisión provincial de A Coruña y en marzo de 1940 en la prisión de Ventas en
Madrid. Hasta ese momento Mercedes Había sido católica practicante. El trato recibido por las monjas
de esta cárcel hacen que su fe desaparezca.
En el Consejo de
Guerra celebrado el 25 de octubre de 1940 Mercedes es condenada a la pena de
doce años y un día
por auxilio a
la rebelión, situándola como la responsable del Partido Comunista en A
Coruña. Obtiene la libertad condicional en enero de 1942 por error, mientras
espera la resolución de otro juicio bajo la acusación de pertenecer al SRI
(Socorro Rojo Internacional) y a organizaciones marxistas.
La huída
Regresa a
Barcelona y prepara su huida clandestina. En julio de 1942 cruza los Pirineos
hacia Francia bajo la falsa identidad de Francisca Colomer. Dos meses después
es detenida por la policía francesa y encarcelada en la prisión de Perpignan,
bajo la acusación de paso clandestino de
la frontera y condenada a un mes de prisión. En octubre de 1942 es
internada en el campo de Argelès, mientras en Barcelona, se dicta una orden de
búsqueda y captura contra ella: «Se trata de un elemento activo de
izquierdas que ha tenido importantes responsabilidades en la causa roja».
En enero de 1943 encuentra trabajo como cocinera en el Estado Mayor de las fuerzas de ocupación nazis en Carcassonne. Se incorpora a la Resistencia francesa, formando parte la 5ª Agrupación de Guerrilleros Españoles del Departamento de l’Aude como enlace bajo el pseudónimo de Paquita Colomer. Realiza labores de logística y falsificación de documentos.
La deportación
El mayo de 1944, junto a once compañeros de su agrupación guerrillera es
detenida y sometida a un violento interrogatorio en la sede de la Gestapo en
Carcassonne. El oficial alemán que lo ejecuta se llama René Bach. Deportada
con la falsa identidad de Francisca Colomer al Fort de Romainville es más tarde conducida en condiciones
infrahumanas a los campos de Sarrebruck,
donde permanece ocho días comiendo ortigas cocidas y Ravensbrück. Durante
cinco días de viaje permanece en un vagón de ganado precintado con otras 52
mujeres, sin comida (tan solo un bocadillo en todo el trayecto) y sin agua. En
uno de los extremos del vagón había un enorme barril para orines y excrementos «que permaneció así durante los cinco días
hasta desbordarse». Cuando
el tren se detiene en la estación de Fürstenberg, el 23
de junio de 1944, Mercedes y sus compañeras son recibidas por los SS y sus
feroces perros y obligadas a iniciar una marcha a pie hacia el campo de Ravensbrück bajo la constante amenaza de
ambas fieras (hombres y perros).
Ravensbrück
En el pueblo prusiano de Ravensbrück, a
noventa kilómetros de Berlín, cerca de Fürstenberg, las SS por ordenes de Himmler hicieron
construir en 1938 el mayor campo de concentración de mujeres en
territorio alemán, que entró en funcionamiento en el mes de mayo de 1939.
Ravensbrück
significa el puente de los cuervos,
un campo en el que estuvieron presas 132.000 mujeres de diversas nacionalidades.
Entre ellas cerca de trescientas españolas.
Mercedes cruza
las puertas de Ravensbrück a las cinco de la tarde del 23 de junio de 1944.
Durante doce horas, junto a sus compañeras de infortunio, permanece en posición
de firme bajo la vigilancia de los SS y los kapos que no tienen reparo en repartir
bofetadas, palos y latigazos. «A las cinco de la mañana nos
introdujeron por grupos en unas duchas y allí nos dejaron tal y como vinimos al
mundo. Nos arrebataron absolutamente todo, incluso pañuelos, sostenes y paños
higiénicos. A las que tenían bellas cabelleras se las cortaron (hacían tejidos
con ellas) y a algunas les obligaron a soportar examen íntimo». Ya no es Mercedes, ni Francisca, tan solo un número, el 43255.
Permanece
hacinada durante cuarenta días en un barracón. La única salida permitida y
obligada es para formar en el patio durante interminables horas. En ese tiempo
los nazis realizan su habitual selección: Jóvenes, fuertes y sanas son aptas
para trabajar. Las enfermas, las ancianas y las embarazadas solo son aptas para
el exterminio.
Kommando
HASAG
El
Kommando HASAG, era un complejo industrial situado en Leipzig, donde las prisioneras
fueron obligadas a trabajar en una fábrica de armamento destinado a abastecer
al ejército alemán.
Mercedes junto a seis mil mujeres más,
entre las que se encuentran ocho españolas es integrada en este kommando. Su tarea es la producción de
obuses. «Se nos obligaba a
trabajar en esa fábrica de armamento doce horas por días, siempre de pié,
comiendo una sopa y una pequeña rebanada de un pan que tenía de todo menos
harina.»
Los magnates de la industria alemana habían
realizado diversos estudios que aseguraban que en esas condiciones la esperanza
de vida de cada presa no superaría los nueve meses. Lo que no contaban era con
la solidaridad de las mujeres, que renunciaban a una pequeña porción de su
comida para dársela a las que más lo necesitaban.
Mercedes y sus compañeras rechazan la
condición de víctimas, pues se consideran presas políticas y combatientes: «Considerábamos, pues, el sabotaje como un
deber primordial y la verdad es que los obuses y las máquinas quedaban
inutilizados con gozosa frecuencia.»
Mantienen en alza su dignidad: «Decidimos
arriesgarnos a una acción, de cara a reivindicar nuestra condición de presas
políticas frente a los obreros alemanes, a quienes habían dicho que éramos
ladronas, prostitutas, etc., a las que
reeducaban por el trabajo y con las que no debían hablar en absoluto». La
ocasión se presenta cuando los nazis deciden pagarles un ficticio salario en
bonos de cantina delante de los obreros, y los rehusan públicamente: «No
somos obreras libres, somos presas políticas, no queremos dinero de Hitler».
Se trata de una acción
concertada entre todas las prisioneras de distintas nacionalidades con la que
consiguen el respeto de los operarios de la fábrica y la furia de los nazis.
En campo del Kommando Hasag fue abandonado por los
nazis el 13 de abril de 1945. Mercedes, enferma de tuberculosis y escarlatina
ya no es útil para el trabajo y se encuentra en la enfermería del campo de Leipzig. Desconoce que ese mismo día los
nazis han decidido su traslado a la cámara de gas.
La libertad
Mercedes celebra la
liberación colocando sobre su ropa una banderita republicana confeccionada por
sus compañeras españolas. Aún faltaban quince días para que el Ejército Rojo liberara
Ravensbrück.
En una entrevista en la TVE Catalunya en
marzo de 1986 relata así aquel día: «El día de mi
liberación no sé lo que hice. No puedo recordarlo. Fue tal el choque. Hubo
mujeres que se murieron aquel mismo día, que no se podían mover y estaban
agonizando en la cama y que se pusieron de pie al oír la noticia. Era una cosa
de locura. Fue una alegría inmensa. Lo que sí recuerdo es que mis compañeras
españolas que fueron evacuadas me habían confeccionado una banderita
republicana. Era el 13 de abril aquel día. Me dijeron mis compañeras: “Mira, si
mañana 14 de abril eres liberada, te la pones”. Yo cogí y me la puse. Es el
único dato concreto que recuerdo de aquel día de mi liberación. Lo demás es un
poco difuso. Anduve, salté, corrí…»
Pero la liberación no pone fin al
sufrimiento. Muchas mujeres, hombres y niños fallecen en las semanas, meses o
años siguientes. Los que logran sobrevivir, deberán hacerlo con las secuelas de
su reclusión y con el recuerdo permanente de su estancia en el campo.
Mercedes no siente odio por el pueblo
alemán: «Jamás las españolas confundimos al
pueblo alemán con los asesinos nazis y sus amos. Los antifascistas alemanes de
la Thaelmann y de la Edgar André no habían escrito en vano esa lección con su
propia sangre. Nunca podremos olvidarla.»
El
incierto futuro
Mientras que sus
compañeras de infortunio son repatriadas a sus países de origen, Mercedes no
puede regresar a España. Es una apátrida para el régimen franquista. Regresa a
Francia en mayo de 1945 e ingresa en el Hospital Bichat de Paris. Está enferma
y débil. Dos meses después y desde el hospital se desplaza a Carcassonne para
participar como testigo de la acusación en el juicio seguido contra René Bach,
su torturador de la Gestapo, que será condenado a muerte y fusilado en
septiembre de ese mismo año.
Meses después
conoce a Medardo Iglesias, capitán republicano de la Guardia de Asalto en
Madrid. Medardo había estado internado en los campos de África del Norte desde
que llegó a Oran en el Stanbrook. Viven juntos en Drancy, y su casa se convierte
en lugar de encuentro de numerosos militantes clandestinos,
represaliados e intelectuales.
Mercedes padece importantes
secuelas producidas por la deportación. A consecuencia de las mismas años
después le extirpan un pulmón. A pesar de contar con la opinión desfavorable de
los médicos, en otro rasgo de valentía decide tener un hijo, Pablo, que nace en
1949.
Retorno a la militancia
Nunca cesa su
actividad militante: atiende a los emigrantes españoles, participa en congresos
sobre deportación, colabora en diversas publicaciones españolas y francesas,
coordina el programa De Ribadeo a Tuy
en Radio España Independiente, estación pirenaica,
participa activamente en la creación del
Partido Comunista de Galicia formando parte de su primer Comité Central,
escribe Cárcel de Ventas y Candidata al crematorio, su valioso
testimonio de resistente y deportada, colabora con la Amical creada en 1962 en la
clandestinidad.
El gobierno
francés concede a Mercedes la Legión
d’Honneur (máxima condecoración civil francesa) en 1959, así como la Medalla Militar (máxima condecoración
militar francesa), la Cruz del
Combatiente Voluntario de la Resistencia, la Medalla de la Deportación e Internamiento por hechos de Resistencia,
la Cruz de Guerra 1939-1945 y la Cruz del Combatiente.
El regreso
Tras la muerte
del dictador Mercedes y Medardo regresan a España y se establecen en Galicia.
La militancia continúa: conferencias en
centros escolares presentando el documental Noche
y Niebla, charlas y debates en radio y televisión. También la prensa
escrita recoge su testimonio.
En 1983, Mercedes
es nombrada delegada en Galicia de la Amical
de Mauthausen y otros campos y se encarga de elaborar un censo de más de
200 gallegos muertos en los campos de concentración nazis.
Mercedes fallece
en Vigo el día 4 de agosto de 1986, sin conseguir de las autoridades gallegas y
estatales el reconocimiento a los deportados. Veintitrés años después el
Ayuntamiento de Vigo le rinde homenaje inaugurando una calle con su nombre en
el barrio de Bouzas.
La
carta
Hace un año llegó a mis manos la copia
escaneada de una carta de Mercedes Núñez Targa fechada en Vigo el 14 de diciembre
de 1982. El texto de la misma es el testimonio en primera persona de una mujer
que vivió y sufrió el horror nazi y que vivió para contarlo. El artífice de que
esto ocurriera fue José Sedano Moreno, el destinatario de la carta, un
virgitano apasionado de la historia de la Segunda Guerra Mundial y del universo
concentracionario nazi. Un hombre al que yo comparo, si se me permite y sobre
todo si él me lo permite, con María Moliner, que hizo una proeza digna de toda
nuestra admiración: ella sola, en su casa, durante años, elaboró el diccionario
más completo y más útil de la lengua castellana. José Sedano se propuso hace tiempo
sacar del anonimato a todos sus paisanos
que fueron deportados a los campos nazis, y a los que combatieron en la II Guerra
Mundial para liberar al mundo de la garra de Hitler. Como María Moliner, él
solo, desde su casa, durante años, ha
conseguido reconstruir historias que sin su extraordinario trabajo de
investigación hubieran seguido sepultadas en el olvido.
La carta de Mercedes, que pertenece al
fondo documental de José Sedano, fue donada por
él a la Universidad de Leicester (Reino Unido). A mí me ha servido para
conocerla mejor y de fuente de información para este texto, junto con el
testimonio de la propia Mercedes y la biografía elaborada por su hijo Pablo
Iglesias y Ana Bonet.
Quiero transcribir uno de
los últimos párrafos del escrito de Mercedes que dice: «Me parece estupendo que alguien que no
vivió aquello se interese por conocer esa negra página de la historia, más
actual de lo que muchos creen. Que lo digan si no, esas madres de la Plaza de
Mayo que, como las madres de los deportados ignoran cómo, dónde y cuándo fueron
asesinados sus seres queridos».
María Torres
Vigo, 17 de
marzo de 2016
Esta mujer es más que una valiente, a ella le debemos la libertad
ResponderEliminarEmocionante y aún tan doloroso. Gracias
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