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2323. Deportado 4443. Mucho más que un cómic

Mucho más que un cómic


Antonio Hernández Marín fue uno de los 9.300 españoles y españolas que sufrieron en sus carnes el mayor de los infiernos creado hasta ahora por el ser humano. Durante cuatro años y medio, entre las alambradas del campo de concentración nazi de Mauthausen, luchó contra la amenaza permanente de la muerte. Allí soportó infinidad de torturas y vio perecer a miles de compatriotas de todas las formas imaginables: apaleados, fusilados, asfixiados en la cámara de gas, ahorcados, enfermos, hambrientos, extenuados por el inhumano trabajo al que eran sometidos... En total, más de 5.500 españoles solo pudieron abandonar los campos de la muerte de Hitler a través de las chimeneas de los siniestros crematorios, convertidos en humo y cenizas. Antonio Hernández Marín logró sobrevivir. Sus compañeros de penurias le llamaban El Murciano; para mí siempre fue y será «mi tío de Francia».

La historia de todos ellos fue enterrada por el franquismo y olvidada, después, por nuestra democracia. Hoy en día, la inmensa mayoría de nuestros compatriotas se conmueve ante el exterminio de los judíos en los campos de concentración nazis, pero ignora que centenares de vecinos suyos murcianos, catalanes, valencianos, andaluces, gallegos, madrileños... sufrieron idéntico calvario.

Para contribuir con mi pequeño granito de arena a la lucha contra esa calculada desmemoria, y tras una larga investigación, publiqué Los últimos españoles de Mauthausen. Sus 568 páginas desgranan, a través del testimonio de los su­ pervivientes, cómo fue la vida y la muerte de estos hombres y mujeres en lugares como Buchenwald, Dachau, Ravensbrück o Mauthausen. En la obra también aporté numerosa documentación para poder señalar con el dedo a los culpables

Consciente de que el libro no alcanzaría a todos los públicos, realicé diversas acciones en internet para que la historia interesara, especialmente, a los más jóvenes. De todas las iniciativas, la que más éxito y repercusión tuvo fue la que desarrollé en Twitter. Entre enero y mayo de 2015, Antonio Hernández Marín se convirtió en @deportado4443; una especie de portavoz de todos sus compañeros que narró minuto a minuto, tuit a tuit, lo que iba ocurriendo en el campo de concentración de Mauthausen. Ese agujero virtual en el tiempo cautivó a cerca de 50.000 internautas que siguieron con emoción su relato. Jamás olvidaré los comentarios de tristeza, dolor, apoyo y solidaridad que publicaron en la red social decenas de tuiteros jóvenes y no tan jóvenes. El prisionero que contaba «en directo» su sufrimiento en un campo nazi tampoco pasó desapercibido para diarios, radios y televisiones, no solo españoles sino también de numerosos países latinoamericanos, que se hicieron eco de su historia.

Aunque actualmente @deportado4443 sigue difundiendo noticias y dando a conocer iniciativas para que sus compañeros no caigan en el olvido, el grueso de «su trabajo» finalizó en mayo de 2015, cuando concluyó el relato de su cautiverio. Fue poco después cuando Ioannes Ensis contactó conmigo, a través de una amiga común, para proponerme el proyecto que hoy tienes en tus manos. Si algo me gustó de él, además de su enorme talento como dibujante, fue su compromiso personal con la historia de los deportados españoles. Ioannes sentía la necesidad, casi la obligación moral, de plasmar en ilustraciones los tuits que había ido leyendo durante aquellos tres meses y medio. Su objetivo era contribuir a evitar que las tristes peripecias de estos héroes y heroínas cayeran en el olvido.

El resultado final es esta obra. Un trabajo hecho desde el más absoluto rigor histórico, sin margen alguno para la invención. Todo lo que se muestra en estas páginas refleja la cruda realidad que vivieron nuestros deportados y que conocemos gracias al testimonio de los pocos supervivientes y a las pruebas documentales existentes. Hemos respetado el espíritu del relato original difundido en Twitter, reduciendo el número de tuits y rehaciendo algunos de ellos para adaptarlos al formato gráfico. Ioannes ha ilustrado cada mensaje tras un estricto proceso de documentación y siempre asesorado por un grupo de expertos formado por historiadores y dibujantes. El fruto son unas magníficas ilustraciones, llenas de emoción y de sentimiento, que plasman el horror que sufrieron nuestros deportados a manos de los sádicos miembros de las SS.

Me consta que Ioannes se ha dejado un trozo de piel en cada uno de sus dibujos, derramando lágrimas de rabia y viéndose obligado a tomar periodos de descanso  para desconectar de tanta barbarie. Creo que el dolor del artista se palpa en cada viñeta y contribuirá a que el lector pueda compartir lo que sentían esos españoles en la oscuridad de sus barracas, durante las ejecuciones o en los temibles procesos de selección que conducían irremisiblemente a la muerte.

Los poco más de 3.500 españoles que lograron sobrevivir a su paso por los campos nazis han ido muriendo sin que su país les brindara el reconocimiento que merecían. Actualmente apenas queda con vida una docena de ellos. España sigue teniendo una gran deuda pendiente con todos estos hombres y mujeres, que si acabaron encerrados en los campos nazis fue, únicamente, como castigo por haber defendido nuestra libertad; primero en España contra la sublevación franquista y después en Europa haciendo frente a la amenaza hitleriana. Ioannes y yo esperamos que este proyecto contribuya, aunque sea mínimamente, a paliar esa injusticia. Confío en que para ti, esta obra también sea mucho más que un simple cómic.


Carlos Hernández de Miguel










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