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2370. Carta de Alfredo Espinosa Oribe al Lehendakari Agirre

Mi querido amigo y compañero:

Me dirijo a ti en nombre de todo el Gobierno momentos antes de ser ejecutado en la prisión de Vitoria. Como sabrás, caímos prisioneros en la plaza de Zarauz por avería del avión o traición del piloto Yanguas, he sido juzgado y condenado a muerte y hoy, dentro de dos horas, será cumplida la sentencia, como verás, tengo firme el pulso en espera de ser ejecutado, con la terrible inquietud de esperar el minuto en que he de morir.

Quiero dirigirte un ruego antes de que vuelva al seno de la tierra, y es el siguiente: cuando condenen los tribunales a alguno a muerte mi voto, desde el otro mundo, es siempre por el indulto, pues pienso en que pueda tener madre o esposa e hijos y la terrible condena siempre la sufrirán personas inocentes. Pídeles tú a mis compañeros, en mi nombre, lo que yo te pido, y os suplico no ejerzáis represalias con los presos que hoy tenéis, pues bastante han sufrido como sufro yo. El que no esté procesado en estos momentos ponerlo en libertad, sin que esto quiera decir que no estén vigilados.

Dile a nuestro pueblo que un consejero del Gobierno muere como un valiente y que, gustoso, ofrenda su vida por la libertad del mismo. Diles, asimismo, que pienso en todos ellos con toda mi alma y que muero no por nada deshonroso sino todo lo contrario, por defender sus libertades y sus conquistas legítimamente ganadas en tantos años de lucha, que mi muerte sirva de ejemplo y de algo útil en esta lucha cruel y horrible.

Mi mujer y mis hijos están en Biarritz, Rue Boncher, nº 21, Villa France. Te ruego que la paga que yo recibía como consejero la cobren ellos allí y si el triunfo es nuestro no los abandonéis sino que de tu gran corazón espero sepáis atenderlos lo mejor posible, pues no tienen más amparo que yo.

Asimismo, te ruego dejes salir de España para dirigirse a Francia a mi padre, el Presidente del Tribunal Popular; a mi hermano Manuel, teniente de infantería; a mi suegro, Manuel Gómez Mazo; y a mi entrañable amigo Juan Sobiaga, asimismo, teniente de la misma arma.

A todos mis compañeros de Gobierno un abrazo muy fuerte, abrazo de amigo y de hermano de lucha y sacrificio en esta guerra terrible y cruel.

Mis pobres hijos, háblales, cuando sean mayores de su padre, diles que les he querido con toda mi alma y que sigan mi ejemplo, que quieran a su pueblo como yo le quise y si puedes consolar a mi pobre mujer, tu que tienes talento, hazlo, pues pensando en ella se desgarra mi alma. Ayer creo que fusilaron a Lauaxeta, otro mártir más, hay muchos condenados a muerte. Haced el canje lo antes posible de todos ellos, pues la vida en esas condiciones es terrible y cuanto hagáis por mitigar sus dolores será bien poco, pues todos ellos sufren lo mismo que he sufrido yo y el pobre capitán Aguirre que, conmigo, iba a cumplir su deber en Bilbao o en Santander. Cuando tantos compañeros nuestros huían con rumbo a Francia, nosotros íbamos a cumplir con nuestro deber. Él también tiene hijos en Barcelona. No los desamparéis y protegerlos vosotros.

Termino, pues no tengo tiempo para más, pues falta muy poco tiempo para la ejecución. Háblales a todos de la virtud del deber cumplido y diles que es preferible la muerte a traicionar las virtudes y el alma de una raza.

Te repito lo de mis hijos y lo de mi mujer: no los abandonéis, por Dios te lo pido.

Nada más, querido amigo y siempre Presidente. Un abrazo muy fuerte y ¡Gora Euzkadi! y ¡Viva la República! Cuando la historia nos juzgue a todo, sabrán que nosotros hicimos lo indecible por evitar la muerte a los presos y por conservar el respeto absoluto a toda idea opuesta a la nuestra.

Te abrazo hasta siempre.


Alfredo Espinosa Orive
Prisión de Vitoria, 24 de junio de 1937








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