Yo era uno de esos incontables sacerdotes obscuros y misérrimos que tanto abundan en España. Veía, como todos mis congéneres, la triste ausencia de virtudes cristianas en nuestros prelados, negación vergonzosa de espíritu evangélico y manchados por los siete pecados capitales, sobre todo por la soberbia y la avaricia. Pero siempre consideré como un daño pasajero la relajación del alto clero español y esperaba que Dios enviara oportunamente adecuado remedio.
Nunca creí que la iglesia pudiera llegar en España al grado de
abyección, que ha mostrado al unirse a los rebeldes.
¿Qué era obvio que quienes vivían en traición permanente contra
Cristo no vacilarían en traicionar la patria?
Sí: hoy lo vemos claro y quizás debimos preverlo antes.
Pero... ¡duele tanto desprenderse de las creencias que uno tiene
inculcadas desde la infancia!
He perdido la fé en la Iglesia católica, apostólica y romana,
puesto que ella ha venido defendiendo esta ignominiosa subversión y
prostitución de los valores religiosos de España.
He estado a punto de perder creencias más profundas.
La trinchera me ha salvado. Aquí he vuelto a encontrar a Cristo.
El, el gran perseguido, escarnecido y traicionado por las derechas de hoy, estaría
aquí, donde estoy yo en estos momentos, donde estuvo siempre: con los
oprimidos y despojados, con los que tienen hambre y sed de justicia.
Aquí estoy, porque soy cristiano; pero sigo siendo cristiano
porque he venido aquí.. En frente está la traición, el perjurio, el paganismo,
la tiranía, la crueldad, todo aquello que es esencialmente anticristiano.
Pedro Gómez Arosa
Facetas de la actualidad española núm. 6
La Habana, septiembre de 1937
Facetas de la actualidad española núm. 6
La Habana, septiembre de 1937
No hay comentarios:
Publicar un comentario