Fotografía de Kati Horna |
Regiones sumergidas
en el interminable martirio,
por el
inacabable
silencio, pulsos
de abeja y roca exterminada,
tierra que en vez de trigo y
trébol
traéis señal de sangre seca y
crimen:
caudalosa Galicia, pura como
la lluvia,
salada para siempre por las
lágrimas:
Extremadura, en cuya orilla
augusta
de cielo y aluminio, negro
como agujero
de bala, traicionado y herido
y destrozado,
Badajoz sin memoria, entre
sus hijos muertos
yace mirando un cielo que
recuerda:
Málaga arada por la
muerte
y perseguida entre los
precipicios
hasta que las enloquecidas
madres
azotaban la piedra con sus
recién nacidos.
Furor, vuelo de luto
y muerte y cólera,
hasta que ya las lágrimas y
el duelo reunidos,
hasta que las palabras y el
desmayo y la ira
no son sino un montón de
huesos en un camino
y una piedra enterrada por el
polvo.
Es tanto, tanta
tumba, tanto martirio,
tanto
galope de bestias en la
estrella!
Nada, ni la victoria
borrará el agujero terrible
de la sangre:
nada, ni el mar, ni el
paso
de arena y tiempo, ni el
geranio ardiendo
sobre la sepultura.
Pablo Neruda
España en el corazón, 1937
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