Lo Último

2484. La muerte del héroe




(Buenaventura Durruti)
"Tiene usted una cultura
de Biblioteca Sempere" (En el café)


Juego de la linterna y el gatillo
lo veo en el retrato del prontuario,
de frente, de costado, con un número,
con un cabello turbio y despeinado.
(Sólo faltaba arriba una paloma
con algo de furioso y delicado.)

Lo veo en vestíbulo del Banco
donde están los ingleses,
en pleno mediodía del asalto,
multiplicado en los espejos cóncavos
de parque de atracción y policía,
clima de enfermería y tren ligero,
aire de boletín de última hora
subiendo en el coraje desatado
la escalera del miedo.

Lo veo en las polémicas del hierro,
en los locales de los sobresaltos,
en las noches del cuero y el cemento,
en los subsuelos de la harina,
en las llanuras del asfalto,
en los techos del vino y el petróleo,
en las vigilias de tabaco y sebo,
en las orillas de los sindicatos
con luna presidiaria y ateneo.

Lo veo derramando plomo y oro
por las huelgas del mundo, comandante,
lejos aún de la bala de plata
fundida para él un siglo antes.

Lo veo por los muelles del acero,
por los enlaces ferroviarios,
por las traseras de los frigoríficos,
por las tabernas de los jornaleros
y el paredón del arrabal llovido
cuyo revoque evoca todavía
su perfil bondadoso y pistolero.

En donde yacen los himnos anarquistas,
entre tahonas, libreros de lance,
novias de fugitivos y retratos
de Francisco Ferrer ya fusilado;
durante el heroísmo sin consignas,
antes del cine y de los comisarios
oh, qué auténtica entonces
su mezcla de cordero y de leopardo,
qué madurez crecida de repente,
qué francotirador y Jesucristo 
su corazón, 
perdido por noviembre.

¡Desciendo la bandera hasta el cadáver!
Me encamino al espectro preferido,
vuelvo a ver una calle con un río.


Raúl González Tuñón
La muerte en Madrid, 1939










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