José Ángel Valente (Orense, 25 de abril de 1929 - Ginebra, 18 de julio de 2000) |
Lo peor es creer
que se tiene razón por
haberla tenido
o esperar que la historia
devane los relojes
y nos devuelva intactos
al tiempo en que quisiéramos
que todo comenzase.
Pues ni antes ni después
existe ese comienzo
y el presente es su negación
y tú su fruto
hermano consumido en habitar
tu sombra.
Lo peor es no ver que la
nostalgia
es señal de engaño o que este
otoño
la misma sangre que tuvimos
canta
más cierta en otros labios.
Y peor es aún ascender como
un globo,
quedarse a medio cielo,
deshincharse despacio,
caer en los tejados de
espaldas a la plaza,
no volver al gran día.
La gloria de aquel acto
era toda futura.
Pero tú olvidas cuanto
pusiste en él, mientras los
muertos
brotando están a flor de
tierra ahora
para hacer con sus manos
la casa, el pan y la mañana
nuestra.
Y tú en tu otoño de recordatorios,
en tu rosario quieto,
igual que un héroe de metal
fundido,
famoso en unos pocos
metros a la redonda,
ilustre en ignorancia de la
hora inmediata
y casi sordo de tristeza.
Pienso
si no supiste combatir,
si no te defendiste por donde
más te herían
o si acaso ignorabas que el
destierro es a veces
más cruel que la muerte.
Sobremueres.
Te han vendido a ti mismo,
a tu perfil lejano entre
metralla y cantos
o te has dejado herir con un
solo disparo
de luz petrificada en la boca
del alma.
José Ángel Valente
La memoria y los
signos
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