Invasión del Valle de Arán por el maquis español |
El calificativo de bandoleros
correspondía también a las nuevas estrategias del régimen en su lucha contra la
guerrilla para acabar con el aura mítica que rodeaba a los términos
"maquis" y "guerrilleros", identificados en el inconsciente
colectivo con la acción heroica y la lucha por la libertad. La Ley de 1947 para
la represión de la guerrilla se llamo "de represión del Bandidaje",
precisamente, pero ya una circular gubernativa de 11 de abril de ese mismo año prohibía expresamente
el empleo de las expresiones "guerrillero" o "guerrilla",
obligando a utilizarse las de "bandolero" y "bandolerismo".
El término no fue pensado sólo para disfrazar la verdadera naturaleza de la
lucha armada antifranquista, pretendidamente seleccionada para desacreditar a
los reduciéndolos a la categoría de vulgares delincuentes, sociedad y. por
tanto, de aquellos que potencialmente podían ayudarles.
Esta estrategia dio lugar, no obstante, a una flagrante paradoja
pues, cuando las autoridades se referían a delincuentes comunes, llegaban a
manifestar que se trataban de "verdaderos bandoleros", queriendo dar
a que a los que ellas llamaban así no eran ladrones ni asaltadores de caminos,
con lo que inconscientemente le estaba dando un contenido político al concepto
de "bandolero". Desde el propio régimen se era consciente, pues, de
que la guerrilla era una "lucha política y militar" (como se
comprueba en algunos de los libros que sobre el maquis se han escrito desde esa
posición por aquellos que participaron en la lucha contra la guerrilla).
Hubo, no obstante, casos de robo y secuestro, pero fueron casi
todos en los momentos en que los guerrilleros se quedaban aislados y acosados y
necesitaban imperiosamente medios para sobrevivir.
Es el caso típico de guerrilleros "autóctonos"
desligados de cualquier disciplina organizativa como los famosos
"Petrol" y Rabós" en la zona de Maestrazgo-Bajo Aragón, que se
negaron a incorporarse a la Agrupación Guerrillera de Levante (AGLA),
organización que repudiaba el robo y toda forma de bandidaje. Tanto es así que
es probable que "el Petrol" fuera ajusticiado por los propios
guerrilleros comunistas del AGLA, acusado de robo, según notificó El
Guerrillero, periódico portavoz de la agrupación. Salvo excepciones, parece,
pues, que aquellos que cometieron robos incluidos los comunistas- lo hicieron
en situaciones desesperadas, como enemigos de la pura supervivencia. En todo caso, ni siquiera en las excepciones
se puede negar absolutamente un planteamiento político en sus actuaciones, por
lo menos al principio. Por las referencias o pistas obtenidas parece claro que,
aún en estos casos, se perseguía el mismo fin que los guerrilleros organizados:
la lucha contra el régimen franquista, personalizado en las autoridades locales
y las fuerzas represivas. Un caso prototipico es el de Francisco Serrano Iranzo
("el Rubio"), el último guerrillero en la zona del
Maestrazgo-Bajo Aragon, junto con Teresa Pla. Natural de Pitarque, "El
Rubio" vivió con su familia en la masía Val de la Bona (Castellote),
simpatizó con Izquierda Republicana y llego al monte por miedo a las
represalias después de que su hermano lo tuviera que hacer al ser descubierto
como enlace. En su larga permanencia en el monte fue evolucionando desde
posiciones politizadas, colaborando con distintas partidas, a una mera lucha
por la supervivencia. Al final sería conocido como "el bandolero Francisco",
aunque eso fue ya bien entrados los cincuenta (su último informe data de
1954, cuando ya los guerrilleros del AGLA habían sido evacuados y
carecía de apoyo alguno.
El término "bandolero", pues, no se ajustaba a la
realidad de los hechos y personas, ni los que idearon esta calificación lo
pretendían. Era una manera de acudir al inconscient lectivo del campesinado, que
repudiaba el bandolerismo como azote de los campos, para enfrentarlo a la causa
guerrillera. Con la misma intención acudieron las autoridades franquistas a la
moral tradicional para envilecer a las mujeres guerrilleras, a las que
motejaron en su informes de "marimachos", "tiorras", de
"amantes corruptas" que llevaban "una vida licenciosa",
cuando no eran acusadas de desviacionismo sexual (como en el caso de Teresa
Pla, "la Pastora") o de ser sencillamente unas prostitutas.
La prensa oficial, que era la única prensa, silenció completamente
los acontecimientos en relación con el maquis, pero lo gordo es que siguieron silenciados tras la muerte de
Franco. Hay quien ha dicho que la del maquis es una "historia de
silencios": el silencio de la censura y del miedo, el silencio de los
medios de comunicación, el silencio de los propios maquis, cuya seguridad
dependía de él, el silencio de la población civil, que vivió los hechos de
forma traumática y que ha tardado mucho en acceder a recordar, y el silencio de
historiadores y políticos que dejaron pasar los años de la Transición sin
desenterrar un pasado que molestaba.
Desde hace unos años, al fin, como en lo relativo a otros hechos
históricos relacionados con la represión posbélica o la misma guerra civil,
estamos asistiendo a un entusiasmo por la búsqueda de la verdad histórica y el
desentrañamiento del "pasado oculto".
Los antiguos guerrilleros se han organizado y exigen un
reconocimiento de su papel como luchadores por la democracia, tal como se hizo
en Francia, donde la Resistencia antifascista recibió inmediatamente todo tipo
de homenajes, condecoraciones y la consideración de excombatientes con derecho
a pensiones y ciertas ventajas sociales.
No deja de resultar paradójico que los guerrilleros españoles que
lucharon en Francia contra el fascismo obtuvieran allí "el reconocimiento
de la patria liberada", mientras que en su propio país fue totalmente
ignorada y silenciada esa misma lucha que ellos quisieron proseguir regresando
a España para restaurar la democracia.
Finalmente el Congreso de los Diputados aceptó el 16 de mayo de 2001, por unanimidad, en sesión plenaria, la rehabilitación de los maquis después de varios intentos en este sentido. La moción parlamentaria pretendía la rehabilitación a todos los niveles de los combatientes guerrilleros españoles, de "sus expedientes en los que constan como bandoleros y malhechores y su reconocimiento de combatientes a los efectos de contabilizar su periodo de actividad militar desde 1939 a 1961 ante la administración del Estado a los efectos del cobro de pensiones". Sin embargo, este último aspecto fue sacrificado en aras del consenso y de la unidad de la cámara, al plantear el gobierno problemas legales. Se ha procedido, pues, a la rehabilitación política de la guerrilla, reconociendo su lucha por la recuperación de las libertades, aunque no al reconocimiento de su carácter militar y, por tanto, de los derechos que les deberían corresponder consecuentemente a sus integrantes.
El conocimiento de este episodio de nuestra historia es la mejor forma de rehabilitar a los guerrilleros ya que, como reza el último párrafo de la interpelación presentada al Pleno del Congreso: "Después de tantos años de olvido, la sociedad española tiene una deuda moral con ese colectivo del que muchos de ellos dieron su vida por la libertad y contra el fascismo".
12 preguntas sobre el maquis
La Biblioteca, 2003
Esta edición no venal, con
fines pedagógicos y hecha para su distribución entre el alumnado del Instituto de
Enseñanza Secundaria Pablo Serrano y el público asistente a las jornadas sobre
el Maquis, rescatada, a celebrar en Andorra del 29 de abril al 9 de mayo de
2003, se acabó de imprimir vísperas del 23 de abril, Día de Aragón.
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