Investigación, documentación e
información facilitada por Fernando Rodríguez Estalayo (sobrino)
Victoriano Estalayo nació en la casa familiar en el pueblo
campurriano de Las Rozas de Valdearroyo (Santander) a las dos de la mañana del
23 de enero de 1913. Era hijo de Santiago Estalayo Díez y de Francisca Montes
Crespo.
Estudió y pasó su infancia y adolescencia junto a sus padres y
hermanos en dicho pueblo de Campoo. Como salida laboral Victoriano aprende el oficio de panadero. Con profundos principios humanos y sociales se asocia muy
joven a las Juventudes Socialistas Unificadas.
Pertenecía a la quinta del 34. Al estallar la guerra civil
debió de incorporarse voluntario en la jefatura de Milicias de Santander del
Ejército de la República. Tenía 23 años. Entre julio de 1936 y agosto de 1937
miles de hombres combatieron, entre ellos Victoriano, en la zona montañosa de
Cantabria. Los soldados tuvieron que vivir aquel trágico y decisivo episodio.
Victoriano Estalayo sirvió en una compañía de carros de combate integrada en el
Ejército Republicano del Norte.
La última vez que fue visto por un familiar directo ocurrió
ocasionalmente cuando su hermana Herminia se disponía a coger un tren que le
llevara a Reinosa el día 1 de mayo de 1937. En esa misma estación de Santander
y a esa hora, un batallón del ejército Republicano entre los que se encontraba
su hermano Victoriano, esperaba para tomar otro tren que les llevaría al frente
de combate después de haber sido herido y recuperado en el hospital de
Asturias. El encuentro casual entre los dos hermanos, fue recordado por su
hermana Herminia con una gran carga de emotividad, describiendo detalles muy
concretos como el uniforme que llevaba y la manta atada en bandolera con la que
iba pertrechado su hermano Victoriano. Nunca más se vieron, sirviendo de
consuelo para Herminia la fotografía de su hermano que siempre tenía en la
mesilla de noche y a la que desgastó a besos.
El campo de batalla se situaría en terreno montañoso al
localizarse el frente en la cordillera Cantábrica, cuyas cumbres más elevadas
estaban en manos gubernamentales, que tenía ventajas posicionales. La línea de
batalla discurría por la zona sur de Reinosa hasta el Puerto del Escudo,
dibujando una bolsa entre Barruelo de Santullán, Aguilar de Campoo y Soncillo,
que constituía la avanzada sobre la meseta castellana y donde se concentraba el
mayor número de tropas del ejército leal a la República. A la larga, esta
citada bolsa, con problemas de abastecimiento y de difícil defensa, se
convertiría en una trampa.
Por otro lado, las condiciones físicas y la moral del bando
sublevado eran superiores a las de las fuerzas gubernamentales. La moral
decaería aún más al extenderse los primeros rumores, a la larga fidedignos, de
que altos cargos del gobierno vasco habían estado negociando desde junio la
rendición de sus fuerzas a los italianos, la cual se materializaría el 24 de
agosto con la firma del “Pacto de Santoña” y la concentración de las tropas del
Euzko Gudarostea en esta localidad cántabra. A las 8:00 del día 26 de agosto de
1937, soldados de la IV Brigada de Navarra y de la División Littorio avanzan
hacia la capital, Santander, entrando en ella hacia el mediodía.
Victoriano Estalayo Montes hecho prisionero de guerra
Victoriano Estalayo fue hecho prisionero tras la caída de
Santander en agosto de 1937 y posteriormente fue internado para su
clasificación en un campo de prisioneros de guerra. Tras esta primera etapa lo
asignaron al servicio del 21º Batallón de Trabajadores con destino en León.
Victoriano es trasladado a Lérida
Más tarde quedó integrado en un Batallón de Intendencia según su
profesión (panadero), formando parte de la Sección de Panificación de la 4º
Compañía del 110º Bón de Trabajadores acantonado en la provincia de Lérida, en
las proximidades del frente del Ebro. Según su propio relato, en carta a su
familia, fue trasladado a Lérida a finales de abril de 1938.
Victoriano escribe a su madre y familia
El día 29 de junio de 1938 Victoriano envía su última carta
(conocida) (Conservada el original por Fernando R. Estalayo)
Victoriano se pasa al Ejército Republicano
En esta situación se encontraba cuando decidió evadirse y cruzar
las líneas enemigas para entregarse a las fuerzas republicanas en el sector del
río Segre, para lo cual tuvo que vadear el río “con el agua a la cintura” a las
cinco de la mañana del 7 de julio de 1938, acompañado en su aventura por el
legionario Juan Goñi Pueyo, natural de Estella (Navarra) y perteneciente a la
13º Bandera del Tercio, y otro compañero de batallón, el también panadero Juan
María Múgica, este último natural de Cestona (Guipúzcoa) y militante del PNV.
Por los detalles de carta enviada a su familia el 29 de junio de
1938 desde Lérida, este paso al bando republicano estaba planificado por
motivos ideológicos, ya que según manifiesta su situación personal como
panadero de la Sección de Panificación de la 4º Compañía del 110º Bón de
Trabajadores acantonado en la provincia de Lérida, en las proximidades del
frente del Ebro, no es angustiosa ya que “ habla de regalos para los más
pequeños de la familia que pronto piensa entregarles” y su aspecto físico en la
fotografía es excelente.
Sus ideales políticos y sociales, una vez más, le llevan a dar un
paso decisivo para su vida presente y futura: pasarse, atravesando la línea de
combate, a las tropas legales de la República de España. (X-959, Y-787)
Según su propia declaración ante el Jefe de la Sección de la 56ª
Brigada de Marinos de la División mixta, y con el riesgo de perder su propia
vida, decide vadear el río, con el agua hasta cintura, a las cinco de la mañana
del 7 de julio de 1938 y pasarse al frente republicano.
La información aportada por parte de los fugados es fundamental
para conocer la estrategia del enemigo, así como su situación y
composición. Como se puede leer en su declaración detalla que su unidad de
panificación pertenece a la Cª del 11º Batallón de trabajadores, situada en
Lérida, en función de panaderos y que la componen 35 efectivos.
Con el personal especializado de los Batallones de Trabajo en su
mayoría son dedicados a la fortificaciones y arreglos de carreteras y están
mandados por sargentos y oficiales de Intendencia. Los depósitos de
intendencia están en la Estación Central de Aba, estaciones de Zaragoza de
donde envían por ferrocarril los víveres correspondientes.
Victoriano participa en la Batalla del Segre y formó parte de la
178 Brigada Mixta
La Batalla del Segre es como se conoce al conjunto de
enfrentamientos y batallas que tuvieron lugar a lo largo de la línea defensiva
establecida en los ríos Segre y Noguera Pallaresa en el periodo que va de abril
de 1938 a enero de 1939. En el frente del Segre se produjeron encarnizadas
batallas y miles de bajas, principalmente en el bando republicano. Este frente
duró nueve meses, cinco más que la batalla del Ebro.
La tenaz resistencia de las tropas republicanas a lo largo del
Segre permitió mantener Cataluña durante un año más fuera del alcance
franquista. Tras la Batalla del Ebro, las tropas del Ebro estaban completamente
agotadas y desgastadas, mientras que las fuerzas del Ejército del Este lograron
aguantar el envite durante unas semanas: A principios de 1939 la resistencia se
vino abajo y tras ella quedaba el largo camino hacia la frontera francesa.
Ascensos y cargos de Victoriano en el Ejército Republicano
Ascenso a Sargento el 22 de octubre de 1938
Ascenso a Teniente el 19 de enero de 1939
Exilio de Victoriano en Francia
En marzo de 1939 Victoriano cruzó la frontera con Francia huyendo
de la más que segura represión del bando franquista por haber luchado en
defensa de la República, y tener graduación militar de teniente.
El día 22 de enero, ante el derrumbe definitivo del frente del
Ebro, el gobierno republicano ordenaba la evacuación de Barcelona iniciándose
una retirada masiva de población civil y fuerzas militares en dirección hacia
la frontera francesa.
Victoriano en el exilio francés
Victoriano en el país vecino fue retenido en diversos campos de
concentración.
Tras la derrota cruzaron la frontera, en febrero de 1939, medio
millón de hombres, mujeres y niños que huían camino del exilio. Las autoridades
francesas les recibieron como a auténticos criminales. Después de pasar por
campos de tránsito en los que se separaba a los hombres de las mujeres, la
legión humana fue conducida a espacios al aire libre rodeados por alambradas y
custodiados por guardias coloniales senegaleses. Casi la mitad de los
refugiados fueron concentrados en las playas próximas a la frontera
catalana
El Campo de concentración de Argelès-sur-Mer fue un campo de internamiento
construido por el gobierno de Francia en una playa de la localidad de
Argelès-sur-Mer, en la costa mediterránea del país, para albergar a parte de
los 550.000 refugiados que traspasaron la frontera huyendo de España tras el
fin de la Guerra Civil Española en 1939. Se calcula que unas 100.000 personas
fueron recluidas en este recinto.
Victoriano se incorpora a la 11ª Compañía de Trabajadores
Extranjeros
Su primer destino fueron los Alpes franceses, donde trabajó en la
construcción de puentes y carreteras, como explicó en las cartas que pudo
escribir a su familia desde allí un compañero de penurias. Sabemos también por sus cartas de este componente de la 11ª CTE que luego pasó
por La Condamine (Alsacia), para trabajar en el refuerzo de la Línea
Maginot.
A finales de 1939, es destinado a la construcción de
fortificaciones en la frontera franco alemana.
Apuntarse a una Compañía de Trabajadores Extranjeros (CTE) fue la
opción elegida por unos 60.000 españoles, entre ellos el cántabro Victoriano
Estalayo.
Batalla de Dunkerque (1940)
La batalla de Dunkerque fue una operación militar ocurrida en
Dunkerque, Francia, durante la Segunda Guerra Mundial, que enfrentó a los
Aliados y a la Alemania nazi. El choque fue parte de la batalla de Francia del
frente occidental. Consistió en la defensa de la población y la evacuación de
las fuerzas británicas y aliadas de Europa continental entre el 26 de mayo y el
4 de junio de 1940.
Los españoles de ocho Compañías de Trabajo vivieron el drama de
Dunkerque, donde la mayor parte de ellos murieron defendiendo las posiciones de
Bray-les-Dunes, mientras los aliados (ingleses y franceses en particular) se
disputaban a tiro limpio los puestos en las embarcaciones de evacuación.
Los aproximadamente cien mil españoles integrados en unidades
militares francesas o militarizadas, estuvieron entre los primeros que
soportaron el embate alemán. Las bajas españolas ascendieron a millares. Los
españoles que fueron hechos prisioneros, unos diez o doce mil, fueron
trasladados a Alemania como prisioneros de guerra. Pero al negarse el Gobierno
de Vichy a reconocerles como prisioneros de guerra franceses, y negarse ellos a
trabajar voluntariamente para los alemanes, fueron enviados a los «campos de la
muerte»
Tras el ataque alemán de mayo de 1940, Victoriano Estalayo fue
capturado por soldados de la Wehrmacht, siendo retenido primero en territorio
francés para ser trasladado más tarde al campo de prisioneros o stalag XII-D de
la localidad germana de Trier.
Tras permanecer unos días en este lugar, fue trasladado al stalag
XIII-A situado en Núremberg. Agentes de la Gestapo ubicaron a los prisioneros
españoles en barracones aislados del resto de los cautivos, y en poco menos de
un mes, fueron transferidos a un nuevo stalag, el VII-A, situado cerca de
Moosburg.
Victoriano es hecho prisioneros por las SS y enviado a Trier
Dice un documento de la Policía Estatal de Trier II.D. que “El
23.5.41, Victoriano Estalayo es ingresado en el campo de concentración de
Trier, donde le dieron una placa con el número 325 de prisionero de guerra”. Es
curioso que les dieran un número, como prisionero de guerra, y no le aplicaran
la Convención de Ginebra como tales.
Habían sido hecho prisionero dentro de una unidad militar, se les
da un número, dentro del Stalag, como prisionero de guerra y cuando
los deportan, como “rot spaniard” (rojos españoles), dejan de ser tales
prisioneros de guerra. Es más, no se les reconoce nacionalidad (el color azul
del triángulo que llevarán en Mauthausen indicaba que eran “apátridas”.
Paradójicamente, dentro de ese triángulo azul aparecía una letra en blanco. Esa
letra era la “S”, de spaniard, o sea, español).
El paso por este Stalag duró poco, Victoriano entra en
el campo de concentración de Mauthausen el 28 de junio de 1941, siendo
registrado con el número de matrícula de prisionero 5.160.
Entrada, en 1941, al campo de concentración de Mauthausen
Aquél aciago día 28 de junio de 1941, comenzaba a gestarse una
trágica historia que no tendría un final feliz para Victoriano Estalayo.
Atravesando esa puerta, bajo el águila que sostiene, entre
sus garras, la esvástica nazi, el futuro de cada deportado era incierto,
muy incierto. Frente a ellos la explanada de las cocheras y
soldados de las SS, muchos soldados. Para darles la bienvenida estaba su
comandante: Franz Ziereis
En el primer discurso nada más llegar al campo de exterminio era
más o menos el siguiente:
«España no os quiere; os ha arrebatado la nacionalidad, la razón
de ser. Nadie saldrá vivo de aquí; estáis condenados a muerte sin juicio
previo. La primera que os ha condenado es España».
Hileras de SS formaban con sus perros lobos, como una doble jauría
dispuesta a tirarse sobre los presos. Nuestra patria sería a partir de entonces
aquel campo situado en Austria.
«... Entraréis por la puerta: saldréis por la chimenea».
“Al llegar me desnudaron, me arrebataron todo lo que llevaba
conmigo -pocas cosas, unos recuerdos, unas fotos familiares-, me vistieron de
presidiario -un uniforme de rayas verticales azules, blancas y grises, un
casquete- y me pelaron todo el cuerpo con la máquina de cuatro ceros. Me
cosieron el triángulo azul y puntapié en el culo. Tomaron unas notas para mi
ficha. Nos hicieron formar desnudos y nos enviaron a la ducha, que por cierto
era elegantísima. Nosotros recibimos agua. Otros gas letal. Así empezó la
cuarentena que duró unos días”
Solidaridad frente a desmoralización
Entre los prisioneros había seis normas no escritas para tratar de
sobrevivir en los campos: aparentar estar sano, no destacar, ser útil, tratar
de ahorrar esfuerzos, comer todo lo posible y evitar caer en la melancolía. Lo
más recomendable, según confirma la inmensa mayoría de los supervivientes, era
pensar lo menos posible, especialmente en la familia.
El fin de muchos deportados comenzaba cuando morían sus
esperanzas. Aguantar día a día en el corazón del infierno solo era posible para
aquellos que unían a su fortaleza física una solidez mental y emocional
inquebrantable. Para sobrevivir, era imprescindible acostumbrarse a convivir
con la muerte.
La organización política y militar
El 22 de junio de 1941 los SS realizaron la gran desinfección del
campo. Mientras se fumigaban las barracas, los presos permanecieron desnudos
durante todo el día en el llamado «patio de los garajes». Un grupo de españoles
aprovechó para conversar y poner las bases de la futura organización
clandestina de los prisioneros. Teniendo en cuenta las dificilísimas
circunstancias en que operó podemos afirmar que su papel fue determinante, en
especial después de 1943, para evitar un elevado número de muertes.
En sus comienzos, la organización apenas era capaz de planificar
algunos pequeños robos de comida y controlar su posterior reparto entre los
prisioneros más debilitados. Fue con el paso del tiempo cuando su poder creció
en la medida en que los españoles fueron accediendo a puestos clave en la
estructura del campo. A través de ellos se comenzó a obtener información de
primera mano sobre los planes de los SS y se consiguió emplear a otros
compañeros en lugares estratégicos. Allí veían mejorar notablemente sus
condiciones de vida, podían robar alimentos, escuchar noticias sobre la marcha
de la guerra o alcanzar otros objetivos que contribuyeran al bien
común.
Apoyarse en el hombro del compañero
El factor decisivo para salvar el mayor número de vidas entre las
filas de los republicanos españoles fue, sin duda, la solidaridad. Una
solidaridad que abarcó todos los grados imaginables, desde compartir con el
compañero una patata en la penumbra de la barraca, hasta lograr esconder las
pruebas de los crímenes que se cometían en el campo y que servirían para
condenar a decenas de responsables nazis en los juicios de Núremberg y
Dachau.
Esta solidaridad le pudo llevar a Victoriano al peor de los
destinos, la cantera de Gusen.
Victoriano era un “privilegiado” dentro del campo de Mautahausen.
Trabajaba como panadero (bäcker), por lo que alimentos y calor no le
faltaban.
Al tratar de ayudar a sus compatriotas con pequeñas cantidades de
pan, previamente escondidas, fue sorprendido por los “kapos” y condenado a la
dura cantera de exterminio de Gusen (nº prisionero 14.617)
Victoriano es sometido a trabajos inhumanos en la cantera de
Gusen (20/10/1941)
Gusen, el matadero de Mauthausen.
Gusen fue el mayor de los subcampos dependientes de Mauthausen y
llegó a albergar más prisioneros que el campo central. Su importancia es
crucial para nuestro país, ya que fue entre sus alambradas donde murió la gran
mayoría de los deportados españoles: 3.959 del total de fallecidos en todos los
campos, que ascendió a 5.519 (incluyendo los desaparecidos).
Cada día, durante más de doce horas, los prisioneros picaban,
tallaban y acarreaban las piedras. Un trabajo inhumano que era acompañado por
los golpes y las torturas a las que les sometían constantemente los kapos y los
SS. Los prisioneros tenían, además, que cargar sobre sus espaldas enormes
piedras de hasta 50 kilos de peso y subirlas por la temible escalera.
Inicialmente era una resbaladiza rampa jalonada con unos 186 escalones muy
irregulares.
Los SS utilizaban la cantera como lugar de entretenimiento en el
que martirizar y asesinar a los prisioneros de las formas más imaginativas. La
cantera era un método de liquidación. Sobre todo cuando subían y bajaban. Los
SS se ponían a un lado y a otro de ella y cuando veían que un brazo, una pierna
o una cabeza sobresalía de la formación, le golpeaban con el fusil y lo
mataban; o lo agarraban y lo tiraban por el tajo. Esta práctica, repetida en
infinidad de ocasiones y consistente en arrojar a los prisioneros desde el punto
más alto de la cantera, recibía por parte de los SS el irónico nombre de «salto
del paracaidista»
Muerte de Victoriano en Mauthausen/Gusen
Victoriano murió el 30 de noviembre de 1941 víctima del
nazismo en Gusen, a los 28 años de edad. Fue incinerado en el crematorio de
Gusen.
Reconocimientos
Reconocimiento de la República francesa como combatiente de guerra
Monumento a las víctimas cántabras del nazifascismo en Camargo, Santander
“Descanse en paz
Aquel que en vida luchó por
La libertad, la Ley y los derechos humanos”
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