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3214. María Martínez, alcaldesa de Peñamellera Alta (Asturias)

María Martínez, alcaldesa de Peñamellera Alta (Asturias) - Foto: Mena


iQué lejos está Peñamellera Alta!... Carretera de Santander... Se va bien por esta hermosa carretera... ¡Arriendas!... ¡Vaya viraje!... Se abandona la amplia carretera y se entra en otra de tercer orden... No está mal el cambio. Grandes montañas que se escalonan, penumbra en pleno día. Las gibas de las montañas se suceden en hilera interminable. La grandiosidad del paisaje suspende el ánimo. Allá arriba, alto, alto, cumbres blancas de nieve... Un pueblecito a la vera de la carretera: Trescares. 

—¿Está lejos Alles, me hace el favor? 

El paisano se ladea la boina, da dos premiosas chupadas a una colilla amarillenta, que parece pegada a sus labios, y dice: 

—A media hora 

Y agrega, rascándose la cabeza por debajo de la gorra: 

—Poco tendrán que ver allí. 

—Vamos al Ayuntamiento. 

—¡Ah! —exclama—, y su mirada se hace recelosa. 

—Deseamos ver a la alcaldesa —aclaramos. 

El hombre se hace amable, obsequioso. 

—Para eso no necesitan ir a Alles. La señorita María vive allí, en aquella casa que ustedes ven. 

—¿Cómo dice usted que se llama? 

—Doña María, doña María Martínez. 

—Bien. Gracias. 

La alcaldesa de Peñamellera Alta es joven, muy joven, poco más de veinte años. Y bonita, bonita de verdad. Rubia, de ojos azules, que miran dulces e ingenuos. Y modesta, modesta hasta la exageración. 

—Me hicieron de la Comisión gestora del Ayuntamiento —dice— por ser la más joven de los funcionarios del Estado en este concejo. Después me eligieron presidenta, porque los otros dos miembros de la comisión se dedican a las labores del campo y estas labores no les dejan tiempo disponible. Eso es todo. Nos reunimos una vez por semana, más para cambiar impresiones que para otra cosa. 

—¿Le gusta el cargo? 

Se encoge de hombros y me dirige una mirada llena de ingenuidad que parece decir: "¿Pero es que cree usted que yo nací para alcaide?" Sin embargo, insisto:

—¿Tiene usted proyectos? 

—¿Qué proyectos quiere usted que tenga si se trata de una interinidad muy corta y en las cajas del Ayuntamiento escasea el dinero de tal modo que apenas alcanza para abonar los sueldos del secretario, del médico y algunos otros gastillos? 

—¿Le preocupa la política? 

—Nunca me preocupó. Me gusta enterarme de lo que en ella pasa, por medio de los periódicos, pero sin tomar parte activa en la misma. Lo único que me preocupa es la enseñanza, y mi ideal seria poder llegar a ser una gran educadora. 

Noble y hermoso ideal, señorita. Para conseguirlo tiene usted mucho ganado, porque es usted modesta y estudiosa, y porque su dulzura ha de ser poderoso imán para los niños que se le acerquen en busca de enseñanza. 


Eduardo A. Quiñones
Estampa, 25 de marzo de 1933








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