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3234. Las cigarreras estudian...

Cigarreras en la Escuela de Capacitación Social, Madrid - Foto Videa


Se ha creado para ellas una Escuela de Capacitación Social, a la que acuden las delegadas de Madrid y de provincias... Y estas delegadas, convertidas en profesoras, formaran en sus respectivas fabricas núcleos de cultura social. 

Si el señor Merimée emprendiese por tierras de España un nuevo viaje sentimental; si, penetrado de nostalgia, se acercase a la Fabrica de Tabacos en busca de las huellas de su Carmencita, ¿sabéis la sorpresa que se llevaría? Aproximadamente la misma que Fierre Louys si intentase reconocer aquella voluble y cruel Conchita de La femme et le pantin entre alguna de las cabezas inclinadas y pensativas que desde hace más de una hora estudian afanosamente bajo la luz mañanera volcada desde unos balcones anchos abiertos en la vieja fachada de una casa de la calle de Embajadores.

—¿Cigarreras? ¿Estas son cigarreras? —nos diría cualquiera de esos señores ebrios de la emoción del pittoresque, que no pueden concebir ciertos perfiles de la mujer española si no los adornan de la inevitable navaja en la liga y de la roja y negra tragedia amorosa latente. 

—¿Cigarreras? 

Helas aquí nuestras cigarreras. El silencio profundo, tal como no lo hemos conocido nunca en Liceos ni en Universidades; el silencio espeso, lleno de meditación, pesa sobre sus frentes, que se elevan de vez en cuando para atrapar por el aire un concepto o una idea que se resisten. Desde hace un mes, estas muchachas, llegadas de diferentes provincias —Logroño, La Coruña, San Sebastián, Bilbao, Santander, Cádiz, Huelva—, siguen de esta manera atenta y consciente las enseñanzas del curso organizado por la flamante Escuela de Capacitación Social, creada por la Federación Tabaquera Española, que lleva gastadas en esa obra de cultura, y en sólo un mes de clases, muy por encima de las once mil pesetas.


*


Calle de Embajadores, a plena mañana. Todo el Madrid castizo y vocinglero derramándose bajo los balcones que se enfrentan con la filigrana churrigueresca de San Cayetano. Pregones, coplas de ciego, rumor de paseantes, gritos de chiquillos: lo necesario para reconstruir la vieja estampa del dieciochesquismo madrileño. Un mendigo con una guitarrilla toca allí mismo, bajo los vitrales cerrados, fragmentos mal cosidos de coplas populares.


Las plumas rasguean incansables en las manos de nuestras cigarreras, abstraídas, indiferentes a la vida exterior. Ni una sola célula de su organismo responde al gesto atávico de fundirse al ambiente en que antaño vivieron y crearon su leyenda de rumbo, de violencia, de desgarro y pasión, sus antepasadas. Sólo una se incorpora un instante y exclama sin poderse contener cuando la guitarrilla ataca un aire nuevo 

—¡Anda! ¡La jota de mi pueblo! 

Cunde un vivo siseo, una guirnalda de sonrisas discretas y contenidas, alguna advertencia en voz baja. 

—¡Vamos, vamos! ¡No estamos aquí para eso! Estudian, trabajan. Me dicen que llevan el cerebro lleno de ideas nuevas que les han creado un nuevo espíritu. Tienen una sed despierta y ambiciosa de saber, de capacitarse, de abrir el alma a la nueva siembra. 

—Ahora —me dice una de ellas— iremos nosotras con estas notas, con estos conocimientos adquiridos, y haremos en las respectivas fábricas núcleos de cultura social. Agruparemos a nuestro alrededor a las que deseen prepararse y capacitarse para los altos destinos sociales del proletariado. Más adelante, esta escuela central dará margen a la formación de escuelas locales. 

Los tabaqueros españoles pretenden que la industria del tabaco pase a ser nacional, y para ello comprenden que han de capacitarse primero en los problemas que plantea esta nueva forma de explotación, y que han de presentar un cuadro técnicamente preparado, socialmente capacitado, que haga posible esa esperanza, y que la haga, además, próspera y eficaz. 

—Don José Verdes Montenegro —me dice Eulalia Prieto, la presidenta de la Federación— es el director de la Escuela, y nos ha dado veintidós lecciones de sociología, que hemos recogido para, a nuestra vez, explicarlas entre las compañeras. Don César González explicó catorce lecciones de Economía Política. Han desfilado por esta cátedra, en conferencias sobre diversos temas políticos y sociales, Clara Campoamor, Hernández Catá, Jiménez de Asúa, don Marco del Castillo y otras personalidades. 

Severino Chacón, secretario de la Federación, organizador y animador de estas actividades, me da otros datos. En breve se organizará un curso análogo para hombres. La Federación está dispuesta a realizar el máximo esfuerzo en esta cruzada admirable.


*


Calle de Embajadores, a las doce del día. Aquí las cigarreras estudian. ¿Qué se hizo de aquellas alegres muchachas voluptuosas del señor Pierre Louys, del señor Merimée? Frente a mí, cabezas graves, inclinadas, silenciosas. Algunas parecen arrancadas de una página de Helena Iswolsky o de un fotograma de Eisenstein; otras no harían mal papel en los claustros de una Universidad de Munich. Ahora son los relieves profusos de la portada de San Cayetano los que se nos antojan de un anacronismo absurdo. 


Matilde Muñoz
Crónica, 24 de abril de 1932







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