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3311. Tres mujeres que intervienen activamente en la política de Cataluña II. Ana Muriá

Hemos creído interesante dar a conocer, por medio de unas breves preguntas, la opinión que tienen sobre algunos asuntos políticos de marcado interés —como el Estatuto— las mujeres catalanas; es decir, las más destacadas y más preparadas para triunfar en tan arduo empeño. Voces que llegan de Cataluña, con un noble afán de cordialidad y de comprensión, son las de estas mujeres, lector. 

Ana Muriá —espíritu comprensivo, recto, corazón apasionado por todo cuanto a nuestra tierra hace referencia— es del Partido Catalanista Republicano. 

—¿Cuál es, a su juicio, la obra social que con más urgencia ha de emprender la mujer? 

—En este momento, las costumbres y los clásicos conceptos morales se hallan en plena transformación, y, por lo tanto, en revoltijo con costumbres y conceptos modernos y ultramodernos. Como siempre, hay aquí los aprovechados que pescan en río revuelto y, con el nombre de modernidad, dan rienda suelta a sus tendencias excesivas. La mujer debe abreviar este período de transformación, luchando por destruir rápidamente los viejos y nuevos prejuicios, y para establecer definitivamente la justa y pura expresión moral, basada en el respeto fervoroso, sencillo y noble a la madre Naturaleza. 

—¿Qué porvenir le augura al feminismo? 

—El feminismo ha de desaparecer, siendo asimilado completamente por el humanismo. 

—¿Cuál es su opinión sobre las mujeres que tienen hoy una representación en el Parlamento?

—Victoria Kent y Clara Campoamor representan un enorme esfuerzo y un fruto óptimo del feminismo español. 

—¿Qué suerte cree que correrá el Estatuto de Cataluña?

—El apoyo decidido, constante y firme que los catalanes hemos prestado y prestamos a la República Española demuestra sobradamente la fe que tenemos en ella.

—¿Qué mujer política, figura internacional, admira usted más?

—La esposa del Mahatma Gandhi. 

—De ser usted diputada, ¿en qué sentido seguiría su actuación? 

—Supongamos, si usted quiere, que yo en este momento ocupo un cargo público. ¿Qué haría? Mi partido, como todos los partidos, tiene su programa de gobierno, con el cual mis sentimientos se hallan, como es natural, completamente de acuerdo. Si yo fuese diputado, o concejal, por lo tanto, ceñiría mi actuación a las normas de este programa y a las necesidades de mis electores. No concibo que pueda obrarse de otra manera. Hay hombres que consideran el acta como una propiedad; olvidan que el lugar que ocupan pertenece únicamente a los que le han elegido para ocuparlo, que su persona no es su individualidad, sino que es la representación de una multitud de ciudadanos cuya voluntad es soberana. Si no se cree capaz de respetar esa voluntad y de asumir esa representación, no debe aceptar el cargo. A mí me parece la mayor vergüenza para un hombre que ocupa un cargo público una censura de sus electores. El hecho del político que, una vez adquirida el acta, se pasa con ella a otro partido, abandona los principios que prometió respetar, para entregarse a otros, que quizá no aprueba el pueblo que le eligió, me repugna, pues aquel hombre hace uso ad líbitum de lo que no le pertenece, y es desleal con los que depositaron en él su confianza.


Ana María Martínez Sagi
Tres mujeres que intervienen activamente en la política de Cataluña. Leonor Serrano, Ana Muriá y Teresa Gibert
Crónica, 22 de mayo de 1932








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