Carmen Caamaño
Esta inteligente muchacha, que lleva la juvenil investidura
de secretaria general de la F.U.E. —y pronunciar estas tres letras
significa generosa rebeldía, ardimiento, ímpetu de la nueva España—,
sufrió en los tiempos dictatoriales la persecución, llevada hasta hacerle
compartir la prisión, en el local infecto de la calle de Quiñones, con mujeres
delincuentes de la más baja ralea, sólo por alimentar, 'como sus compañeros de
Universidad, la ilusión de una Patria libre y próspera.
La respuesta que Carmen Caamaño da a nuestra encuesta está llena
de esperanza, de entusiasmo y de cordura, las tres raras características que se
dan pródigamente en la actual juventud española:
—La mujer debe, en las actuales circunstancias, armonizar los
distintos temperamentos que por su valer se completan, y conseguido esto,
trabajar por que esta unión continúe y rinda sus beneficios.
Debemos también estimular a los españoles para que continúen por
el camino emprendido, ayudándolos con todo entusiasmo en la consolidación de un
régimen, que si a ellos les devolvió sus derechos, a nosotras nos lo concederá.
En resumen: creo que nuestra labor se condensa en dos palabras: Armonizar y
laborar.
Eulalia Prieto
En esta encuesta no debe faltar la legítima voz del pueblo, la que
surge de las entrañas mismas del proletariado, y que ya no es aquella voz
tormentosa, violenta, toda hecha de gritos e imprecaciones sin forma, sino que
sabe definirse claramente, exponer sus ideales, trabajar por ellos, elevándose
elocuente y clara en el mitin y en la Prensa.
Eulalia Prieto, obrera muy inteligente y muy impuesta en
cuestiones sociales, es la presidenta de la Federación Tabaquera, formada como
se sabe, por cigarreras, lo más genuinamente castizo de las trabajadoras
españolas. La opinión de Eulalia Prieto estiá expuesta en forma inteligente,
que revela cuál es la clara e ilustrada mentalidad de la obrera moderna:
—Mucho pudiera decirse en torno al suceso cumbre de estos días. Lo
que se nos presenta por el momento, en primer plano de nuestra atención, es
este acontecimiento magno, según el cual, de una dictadura sanguinaria y
despótica, pasamos a un régimen de democracia, de libertad ciudadana. De la
noche a la mañana hemos pasado de un estado de tipo semifeudal a otro burgués
avanzado.
El triunfo de la República española debemos celebrarlo, más que
nadie, las mujeres. La instauración significa, o por lo menos debe significar,
un indudable progreso, la posibilidad de que las mujeres obtengamos todos los
derechos. Así lo esperamos al menos.
La monarquía de los Borbones estuvo afianzada mayormente en la
ignorancia y carencia de libertad de las mujeres. Interesaba entonces que la
mujer viviera en el obscurantismo, y que no actuáramos ni en lo social ni en lo
político. Así perpetuaron su reinado. Fueron las juventudes universitarias
femeninas y las obreras de las fábricas quienes primeramente han comprendido
que las actividades de la mujer son tan necesarias como las del hombre para la
vida del género humano. Contra cualquier propósito contrarrevolucionario que
intentase el régimen caduco y caído, las mujeres españolas haremos frente,
salvaremos la República y la impulsaremos hacia soluciones de tipo cada vez más
avanzado, hasta llegar a establer nuestra verdadera República: la República
social.
Matilde Huici
Encuentro a Matilde Huici en plena actividad de trabajo febril.
Las instituciones benéficas han sido totalmente abandonadas por sus
aristocráticos favorecedores, y entre las mujeres encargadas de encauzar de
nuevo, de organizar y de rehacer la Asistencia Social se encuentra en primer
plano la ilustre abogada Matilde Huici, que trabaja terriblemente,
incansablemente, expone su credo de laboriosidad, el mejor credo de estos
instantes de reconstrucción:
—¿Nuestra labor? En síntesis, trabajar. Trabajar conscientemente.
Ante la mujer, la República abre nuevos horizontes. Al elevarla a un cargo
público, implícitamente le ha reconocido la plenitud de derechos civiles y
políticos. Seguramente en las Cortes le serán otorgados en su totalidad, sin
esperar a la reforma del Código civil y sin excluir de ellos a la esclava de
hoy: la mujer casada.
Pero los derechos traen consigo la responsabilidad de los deberes
al ejercitar aquéllos. Responsabilidad, conciencia de la responsabilidad. Quizá
para algunas, para muchas, sea pesada carga. También lo fué la libertad para
los esclavos manumitidos. Para la generación joven no lo será. Para las mujeres
que van en la vanguardia de la lucha, tampoco.
Preparación. La tradicional intuición de la mujer, esa intuición
que por creerse suficiente, sin más preparación la llevó muchas veces al
ridículo con el consiguiente descrédito —ejemplos: la Asamblea y los Municipios
de Real orden—, perderá casi toda su importancia. La mujer se preparará como el
hombre, y como él ayudará con su esfuerzo, no limitándolo al estrecho interés
familiar, y sin abandonar éste hará que la familia deje de ser lastre que
limite la elevación hasta el espacio sin límites del progreso de España.
Matilde Muñoz
Crónica, 10 de mayo de 1931
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