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3470. El 16 de julio a bordo del "Churruca"

—El 16 de julio— comienza Manuel Rubio, uno de los bravos marinos que componen la dotación del acorazado leal Churruca, en viaje de descanso en Madrid— salimos de Cartagena para Cádiz, según nos dijeron, en misión oficial. Aquella súbita salida nos pareció un poco extraña. No obstante, en la travesía hasta Cádiz no observamos nada anormal. 

—¿Pararon mucho en Cádiz? 

—Unas horas..., no muchas. Luego dieron la orden de zarpar hacia Ceuta. Era el día 17. No entramos en Ceuta inmediatamente. Se conoce que los oficiales temían "dar el golpe''.


Explosión a bordo 

—A media mañana del 17 ocurrió una pequeña explosión y resultaron dos heridos. Esta coyuntura la aprovecharon los oficiales traidores para acercarse a Ceuta. 

—¿No observaron nada anormal en Ceuta? 

—No... Aunque poco después, empezaron a surgir en los muelles grupos de regulares y de legionarios, que tomaron el barco por suyo. Aquello nos alarmó, pues no teníamos noticias de que se fueran a embarcar moros. No se nos había hablado de esto, ni al llegar a Ceuta vimos en el puerto a ninguno. No sé ... debían estar escondidos, con objeto de sorprendernos. Subirían a bordo unos cuatrocientos hombres, entre regulares y legionarios. También estaban en Ceuta el España 5 y el Ciudad de Algeciras. Este último hacía uno o dos viajes al día de Algeciras a Ceuta, con pasajeros. Pero aquel día sólo llevaría moros, como asimismo el España 5, barco que aún dominan los facciosos. Otra vez hacia Cádiz salimos. La marinería estaba alarmada. Los jefes tenían la cara larga y cambiaban miradas significativas. Los moros parecían contentos. Nosotros presentíamos que aquello acabaría mal. 

—¿Y al llegar a Cádiz?


"Esto marcha mejor que lo que esperábamos"

—En Cádiz —continúa Manolo Rubio— salió a recibirnos el traidor Varela. Estaba radiante. Presenció el desembarco de mercenarios y, al verlos, le dijo al segundo comandante de nuestro barco: "Esto marcha mejor de lo que esperábamos... Parece mentira lo pronto que se ha arreglado todo ..." 

—¿Ustedes oyeron estas palabras? 

—Todas. Ellos no se recataron para decirlo. Se creían dueños de la situación y de todo el país, por lo visto. Pero nosotros estábamos inquietos. En Cádiz había fuerte tiroteo. Nos mirábamos unos a otros con inquietud. Otra vez dieron la orden de volver a Ceuta. 

—¿A embarcar más moros ?

—Seguramente. Pero nosotros no embarcamos más moros en el Churruca. El Churruca era del Gobierno legitimo de la República. 


La sublevación

-Al salir de Cádiz —prosigue Rubio—, el teniente nos mandó formar y nos habló así: 

"Marineros: En España hay República, pero nosotros, más republicanos todavía que ellos, vamos a salvar a España."

El hombre se explicaba muy mal, y lo que dijo era muy confuso. Tenía miedo, quería entusiasmarse, pero el miedo no le dejaba. Cuando acabó su pobre y confusionista arenga, dijo: "iViva la República!", pero apenas le contestaron cinco o seis hombres. Aquel viva sonaba inconfundiblemente a traición. Apenas rompimos filas, nos reunimos en el sollado (que es el departamento de la marinería) cinco hombrea de la dotación, tres cabos, otros marinos y yo. En pocas palabras nos pusimos de acuerdo para sublevarnos. Ante todo había que coger armas y municiones. Uno de nosotros bajó al sollado de auxiliares, adonde estaban las municiones, y nos las entregó a todos. Eran las ocho menos diez de la mañana. A las ocho teníamos que formar. Pasábamos por frente al Peñón de Gibraltar. Rápidamente dimos la voz de alarma entre los compañeros y la consigna. Era esta: "¡Viva la República!" Así fué. A las ocho tocaron a formar. Los oficiales estaban reunidos en el puente. De pronto, al grito de "¡Viva la República!", empezó el tiroteo. Los oficiales no se defendían apenas. Los apresamos. Uno de ellos, que estaba durmiendo, subió en pijama y con una pistola en la mano, diciendo: 

"¿Qué pasa aquí?" 

Al momento hacía compañía a los otros traidores como él. Cuando los tuvimos detenidos, empezamos a dar vivas y a abrazarnos llenos de alegría. A renglón seguido le pusimos un radio al ministro de la Guerra, diciendo que la dotación del Churruca estaba con el Gobierno legítimo y preguntándole adonde llevábamos los prisioneros. Nos dieron la orden de llevarlos a Cartagena, y allí los dejamos. En seguida se formó el Comité de Barco, nombrado por votos, democráticamente. 


"Marineria republicana Churruca  a Marineria republicana Dato"

—En servicio de vigilancia nos dirigíamos al Estrecho, cuando pasamos a pocas millas del Dato. Le dirigimos un radio, que decía aproximadamente: "Marinería republicana Churruca a marinería republicana Dato invita unirse Gobierno legítimo."

—¿Qué les contestaron? 

—Nos contestaron que eran también leales. Y ello nos llenó de alegría, pero más tarde recibimos otro cable, en el que nos decían que por nuestra superioridad numérica nos habían ocultado que eran amigos. Ya estaban en Ceuta. 


Ahora nadie se "ratea"

—¿Cómo funciona el Comité de Barco? 

—Perfectamente, y todo está en orden. Ahora nadie se "ratea" ("ratear" es huirle a la escoba y al cubo); nadie le hurta el cuerpo al trabajo. Todo está limpio y en orden. Ahora estamos en servicio de vigilancia en todo el Estrecho y las costas de Andalucía. Podéis estar tranquilos, que por el mar no pasa ningún moro. 

—¿Os castigan los aviones facciosos? 

—Al principio, sí. Pero desde que le echamos abajo varios trimotores no asoman el pelo. Así, creo que nos llaman "La marina traidora". Cuando desembarcamos los moros en Cádiz, nos daban vivas Varela y sus compinches. Les salió todo al revés. La Marina española está con el Gobierno legítimo y con el pueblo heroico de España. La consigna de la Marina republicana es la de todo el pueblo español: "¡No pasarán!" 

—¿Ahora, otra vez al Churruca

—Sí. Pasado mañana. Hemos venido cinco hombres, con permiso de una semana. 

—No le habrán dejado en paz. 

—Claro. Todos quieren saber lo que pasa en en el mar, y en el mar no "pasa" ni "pasará" nada porque la flota republicana, en armas, vigila, mientras nuestro Ejército Popular se cubre de gloria en la tierra y el aire. 


Natalia Valle
Estampa, 19 de septiembre de 1936







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