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3497. Exequias de Federico García Lorca

Federico García Lorca en Radio Stentor de Buenos Aires. Marzo de 1934


No importa que hayan sido éstos
quienes de plomo llenaron tu boca,
quienes sellaron para siempre tus labios
con latigazo de blasfemia y pólvora:
Tus labios por los que la patria
nos amanecía en frescor y aurora
en todas tus mañanas estrenadas de versos,
Federico García Lorca.

No importa si han sido éstos
quienes condecoraron tu gloria
con laureadas de injuria y muerte
Federico García Lorca.

Que tú ya estabas asesinado
desde que Ignacio militó en Loyola.
Ya tu grito se alzó con los niños de Flandes
en las mismas hogueras y en idénticas horcas
(el Duque se atusaba rosarios y perillas
mientras el Santo Oficio quemaba tus estrofas).
Ya te han matado los encomenderos,
los golilas y corchetes, las caspas y las costras,
los memoriales y letras procesales,
los autos de fe y las sopas bobas.
Ya has muerto cuando otros miserables
firmaban otra muerte de España en Bayona;
y otra vez cuando la carlistada
soltó sus lobos, como ahora;
y otra con los fusilados de Torrijos,
y con las milicias decimononas;
y cuando te pusiste en el camino de las balas
que de Martí y Rizal buscaban la vena generosa;
y otra vez con los tísicos repatriados
que vomitaba Cuba. Y aún otra
en los barrancos de Marruecos,
donde un rey putrefacto y muy mala persona
jugaba un ajedrez de áulicas estrategias
con lo mejor de nuestra sangre moza.

¡Ya ves si has tenido muertes
Federico García Lorca!

Que a ti no te mataron un balazo aparente
sino con silogismos y jaculatorias,
con “ordeno y mando”, pragmáticas y mitras,
con inciensos y hieles, espuelas y coronas,
con olor a colillas de los cuartos banderas,
con caderas renunciantes de madres superioras,
con los entorchados de los rijosos coroneles,
con los furores de las reinas chulonas
con las hemofilias y los cánceres de oído
de la purulencia borbónica,
con los resecos tufos de conventos,
con novenas, trisagios y 40 horas,
con las majaderías enlevitadas
de las academias marañonas,
con mariconadas de los señoritos,
con hipocondrías provincianas y beatonas,
con las dispepsias de las clases pasivas,
con las letras de “El Debate” y de “Patria Española”...
Ya habían asfixiado tu aliento de malvas
todas las solfataras de las antiguas roñas
y ya te habían lapidado otras cien veces
con todos los vetustos cascotes de la Historia

¡Ya ves si estabas muerto antes de haber nacido
Federico García Lorca!

¡Qué piquetes de fusilamiento
qué ¡apunten! ni qué hostias!

¿Desde cuándo acá los fusiles
matan el aroma de las rosas?

¿Desde cuándo los generales verdugos
ametrallan el color de las amapolas?

¿Cómo podrían frailes, beatas y señoritos
sacarle al rubio Dauro tu nombre de la boca?

¿Y con qué flotilla de aviones nazis
van a matar en nuestra carne tu eucaristía portentosa?

Porque es ahí donde siempre has vivido
Federico García Lorca
y donde siempre seguirás viviendo,
hasta que empiecen y se acaben todas las horas
de esta España que arranca y se inaugura de tu sangre
por ti, para ti, de ti, hacia ti,
nuestro Federico García Lorca.


Eduardo Blanco Amor, 1937
(Fragmento)

(Poesía de Blanco-Amor, para el Recital poético de Mony Hermelo, en el Homenaje de Escritores y Artistas a García Lorca, Buenos Aires-Montevideo, 1937).

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