"Las instituciones, gobiernos y países que están
en contra de la paz siempre consideraron la resistencia como un acto
terrorista, pero en realidad la ocupación es el terrorismo. Por lo tanto, la
base del terrorismo en el mundo es Estados Unidos e Israel. Yo me considero
parte del pueblo palestino que resiste a la ocupación, y la resistencia es un
derecho que tiene cualquier pueblo ocupado” (Leila
Khaled)
María Torres / Septiembre 2011
El 11 de abril de 1944, dos días después de que
naciera Leila Khaled, en plena II Guerra Mundial, Anna Frank escribía en su
diario: "¿Quién hizo a los judíos diferentes al resto de la gente?
¿Quién permitió que sufriéramos tanto hasta el día de hoy? Fue Dios quien lo
hizo, pero será también él quien nos vuelva levantar una y otra vez".
Leila es resistencia, lucha y rebelión equiparable a
la imagen del Che Guevara en América Latina. Con apenas 24 años, puso cara a la
causa palestina al participar en el secuestro de dos aviones de pasajeros, el
primero en 1969, siendo la primera guerrillera palestina que formaba parte de
una operación de esta envergadura.
Años después, la típica kefiya árabe, el anillo, la
granada, y el Kalashnikov, convirtieron a Leila en el símbolo de resistencia
para los palestinos. Su imagen de belleza y violencia plasmada en una
fotografía que dio la vuelta al mundo, la convirtió en estandarte de la
resistencia palestina y del poder de las mujeres.
En la actualidad sigue luchando por una Palestina
libre. Leila Khaled es presidenta de la Unión General de Mujeres Palestinas,
miembro del Consejo Nacional Palestino, miembro del Buró Político del Frente
Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) e historia viva de la
resistencia.
Nació en 1944 en Haifa, entonces parte del Mandato
Británico de Palestina. Cuando los árabes rechazaron en 1947, el plan de
partición de Palestina de Naciones Unidas, la lucha entre los árabes y los
judíos sionistas se desató. La familia Khaled, madre y ocho hijos, decidió
marcharse al Líbano en 1948, de donde era originaria la madre de Leila, dejando
atrás a su padre, que era combatiente y fue una de las primeras víctimas de la
ocupación israelí. Cuando tenía cuatro años recuerda que su madre le decía que
no recogiera naranjas, porque estaban en el Líbano y las naranjas no eran suyas
y que en Haifa tenían muchos naranjos que les estaban esperando a su regreso.
Su madre nunca dejó de recordarla que el Líbano era para ellos un refugio
temporal hasta que pudieran regresar a su hogar en Palestina. La vida de los
refugiados palestinos en los campos fue dramáticamente dura sobre todo en los
años que siguieron al Nakba (La Catastrófe). Su refugio temporal se estaba
convirtiendo en permanente y sus vidas dependían tan sólo de las escasas
raciones de ayuda suministradas por la UNRWA, de la ONU para los refugiados.
Su padre se reunió con ellos años después, tras un
periplo de combates por varios puntos de Palestina y ser arrestado y encarcelado
en Gaza. Para entonces, la joven Leila sólo pensaba en emularle.
Los profesores de Leila insistían a ella y a otros
niños, a manifestarse contra los "días negros" , como el día de la
creación del estado de "Israel" el 15 de Mayo de 1948, o la declaración
infame de Balfour el 2 de Noviembre de 1917, que llamaba al establecimiento de
un hogar para los judíos en Palestina. Sólo tenía ocho años cuando por primera
vez tomó parte en una manifestación. Su madre se vistió de negro y nunca volvió
a cocinar los días 15 de mayo, en recuerdo a aquel negro día.
Comenzó a militar en el Frente Popular para la
Liberación de Palestina (FPLP) desde el exilio, siendo una adolescente de 15
años, impulsada por la frustración de la ocupación y sus propios recuerdos de
la 'Nakba', la 'catástrofe' con la que los árabes señalan la creación del
Estado de Israel en Palestina. Con quince años se hizo militante del Movimiento
Nacional Árabe, cuyo objetivo era la liberación de Palestina y la unidad árabe.
La Guerra de los Seis Días, con la que Israel conquistó toda Palestina, motivó
que varios líderes de este Movimiento fundaran el FPLP, enfocado en la
liberación de Palestina, al que Leila se integró, dedicándose durante dos años
a reclutar simpatizantes en Kuwait, hasta que en 1969 se traslada a Jordania
para iniciar su entrenamiento como militante armada, que no abandonaría hasta
1982 para convertirse en líder política.
Durante tres meses permaneció en un campo de
entrenamiento en Amán aprendiendo a usar armas, junto con otras mujeres.
Algunas de ellas una vez entrenadas regresaban a sus hogares, pero muchas otras
rechazaban volver antes de completar alguna misión, y una de ellas fue Leila.
El 29 de agosto de 1969 formó parte del equipo que
secuestró el Boeing 707 de la TWA Flight que se dirigía a Atenas. El avión fue
desviado a Damasco, no sin antes sobrevolar Haifa, por deseo de Leila, que
deseaba ver, aunque fuese a miles de pies de distancia, su ciudad. Una vez en
territorio sirio, la tripulación y el pasaje fueron evacuados antes de hacer
explotar el avión. Nadie resultó herido, ni en este secuestro ni en los que se
produjeron hasta 1970 ya que había instrucciones estrictas de no herir a nadie,
El objetivo a realizar este acto y los que le siguieron era llamar la atención
sobre el pueblo palestino. La comunidad internacional les ayudaba como
refugiados, pero nadie les veía como un pueblo con una causa. Era una táctica,
no una estrategia a seguir, ya que no pretendían obtener una respuesta de los
secuestros, sino de la revolución que siguió a ellos.
Tras someterse a cirugía estética, destinada a cambiar
su aspecto físico, donde la realizaron unas ligeras modificaciones en nariz y
barbilla, sin anestesia general, porque ella dijo que “Tengo una causa más
grande y noble que la mía propia, una causa en la cual todos los intereses
privados tiene un segundo lugar", un año después participó en su segundo
secuestro, una acción simultánea en la que fueron capturados tres aviones, el 6
de septiembre de 1970. Khaled y Patrick Arguello, un miembro de la resistencia
palestina de origen nicaragüense, intentaron el secuestro del vuelo Al Flight
219 de Ámsterdam a Nueva York. El secuestro fue frustrado por la seguridad
israelí. Arguello murió tiroteado en la operación y Leila fue alcanzada por la
parte baja del cuello por una bala, causándole una pérdida de conocimiento.
Cuando despertó estaba atada de pies y manos y siendo pataleada.
Fue detenida cuando tomaron tierra en Londres,
convirtiéndose en titular de primera página en todos los informativos del
mundo. Aun así el FPLP no estaba dispuesto a perder a su guerrillera más
mediática, y una serie de atentados y secuestros convencieron a los británicos
de que era mejor liberarla. Y tras pasar 28 días en prisión, el 1 de octubre de
ese año, y en el transcurso de un intercambio de prisioneros con el FPLP, Leila
Khaled recuperó la libertad, convirtiéndose en una leyenda viva del terrorismo
internacional o de la resistencia como a ella le gusta denominarlo.
Las mujeres de occidente, por aquel entonces,
consideraban a Leila como un ejemplo de protesta contra el machismo. Las
mujeres de la época de los 70 recuerdan lo que Leila significó para ellas, y
nunca fue considerada como una terrorista, ya que entendieron que defendía una
causa justa, "Si el mundo no te escucha, mientras siga tu represión, todos
los métodos son factibles para llamarle la atención a tu problema". Leila
lo consiguió, y con ello abrió el camino de Palestina al mundo.
Regresó al Líbano tras su liberación, ya que el
monarca hachemí había expulsado a los militantes palestinos de Jordania durante
el ‘Septiembre Negro’. Años después, en 1973, se enfrascó en otra lucha, esta
vez contra el Ejército libanés que intervenía en los campos palestinos para
abortar cualquier intento de rebelión. En 1974 fue nombrada miembro del Comité
Ejecutivo de la Unión de Mujeres Palestinas, lo que duplicó su trabajo en los
campos de refugiados.
Faltaba un año para que estallase la Guerra Civil
libanesa, precisamente con un ataque contra un autobús palestino en Beirut.
Leila confiesa que se vio obligada a tomar de nuevo las armas y, con más razón,
lo hubiera hecho en 1982 cuando los israelíes invadieron el Líbano, pero
entonces se encontraba embarazada de su primer hijo Bader, por lo que abandono
el país de los cedros junto con el resto de militantes de la Organización para
la Liberación de Palestina, que englobaba a todos los grupos y era liderada por
Yasir Arafat. Con ello, se cumplía el acuerdo de cese al fuego de la ONU, que
implicaba también la retirada israelí, algo que no hicieron.
Su destino sería esta vez, Siria, donde se ocuparía de
la responsabilidad de educar a sus hijos hasta 1992, cuando regresó a Amán,
desde donde hoy, observa, con pesar, cómo el conflicto Israel-palestino ha
derivado en una lucha fratricida.
Leila no ha podido volver jamás a Haifa pese a que su
mayor sueño. Ni siquiera sabe si su casa sigue en pie, aunque las últimas
noticias, de hace cuatro años, era que permanecía entera y deshabitada.
En los últimos 60 años, desde la 'Nakba', Leila sólo ha pisado
Israel en 1996, tras ser elegida parlamentaria en las elecciones palestinas. No
pudo visitar Haifa ni tampoco Jerusalén, pero sí Gaza y Ramala.
Su deseo es la instauración de un estado democrático
donde los refugiados regresen, y palestinos e israelíes convivan en igualdad de
condiciones.
"Que nos dejen regresar y entonces discutiremos
juntos, podemos llegar a una solución democrática y humana que ponga fin a este
conflicto. Si no tomamos en consideración a ambas partes en conflicto no habrá
solución. Debemos tomar el ejemplo sudafricano para lograr la paz". (Leila
Khaled)
Elegía de Leila Khaled
Te rompieron la infancia, Leyla Kháled
lo mismo que una espiga o el tallo de una flor,
te rompieron
los años del asombro y la ternura,
y asolaron la puerta de tu casa
para que entrara el viento del exilio.
lo mismo que una espiga o el tallo de una flor,
te rompieron
los años del asombro y la ternura,
y asolaron la puerta de tu casa
para que entrara el viento del exilio.
Y comenzaste a andar,
la patria a cuestas,
la patria convertida en el recuerdo
de un sitio que borraron de los mapas,
y dolía más hondo cada hora,
y volvía más triste del silencio,
y gritaba más fuerte en el castigo.
la patria a cuestas,
la patria convertida en el recuerdo
de un sitio que borraron de los mapas,
y dolía más hondo cada hora,
y volvía más triste del silencio,
y gritaba más fuerte en el castigo.
Y un día, Leyla Kháled, noche pura,
noche herida de estrellas, te encontraste
los campos, las aldeas, los caminos,
tatuados en la piel de la memoria,
moviéndose en tu sangre roja y viva,
llenándote los ojos de sed suya,
las manos y los hombros de fusiles,
de fiera rebeldía los insomnios.
noche herida de estrellas, te encontraste
los campos, las aldeas, los caminos,
tatuados en la piel de la memoria,
moviéndose en tu sangre roja y viva,
llenándote los ojos de sed suya,
las manos y los hombros de fusiles,
de fiera rebeldía los insomnios.
Y comenzaron a llamarte nombres
amargos de ignominia,
y te lanzaron voces como espinas
desde los cuatro puntos cardinales,
y marcaron tu paso con el hierro
del oprobio.
amargos de ignominia,
y te lanzaron voces como espinas
desde los cuatro puntos cardinales,
y marcaron tu paso con el hierro
del oprobio.
Tú, sorda y ciega, en medio
de las ávidas zarpas enemigas,
ardías en tu fuego, caminante
de frontera a frontera,
escudando tu pecho contra el odio
con la incierta certeza del regreso
a la tierra luctuosa de que fueras
por mil manos extrañas despojada.
de las ávidas zarpas enemigas,
ardías en tu fuego, caminante
de frontera a frontera,
escudando tu pecho contra el odio
con la incierta certeza del regreso
a la tierra luctuosa de que fueras
por mil manos extrañas despojada.
Te vieron los desiertos, las ciudades,
la prisa de los trenes, afiebrada,
absorta en tu destino guerrillero,
negándote al amor y los sollozos,
perdiéndote por fin entre la sombra.
la prisa de los trenes, afiebrada,
absorta en tu destino guerrillero,
negándote al amor y los sollozos,
perdiéndote por fin entre la sombra.
Nadie sabe, no sé cuál fue tu rumbo,
si yaces bajo el polvo, si deambulas
por los valles del mar, profunda y sola,
o te mueves aún con la pisada
felina de la bestia que persiguen.
si yaces bajo el polvo, si deambulas
por los valles del mar, profunda y sola,
o te mueves aún con la pisada
felina de la bestia que persiguen.
Nadie sabe. No sé. Pero te alzas
de repente en la niebla del desvelo,
iracunda y terrible, Leyla Kháled,
oveja en lobo convertida, rosa
de dulce tacto en muerte transformada
de repente en la niebla del desvelo,
iracunda y terrible, Leyla Kháled,
oveja en lobo convertida, rosa
de dulce tacto en muerte transformada
(Meira Delmar)
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