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90. Gaspar, misionero y comandante



"Vine a Nicaragua desde España, hará de esto nueve años. Me entregué con pasión a mi misión y pronto descubrí que el hambre y la sed de justicia de un pueblo humillado y oprimido reclamaba más que el consuelo de las palabras el consuelo de la acción. He visto la explotación inicua del campesino aplastado bajo las botas de los terratenientes y de la guardia nacional; he visto como unos pocos se enriquecían obscenamente a la sombra del dictador somocista; he sido testigo del inmundo tráfico carnal a que se somete a las jóvenes humildes entregadas a la prostitución por los poderosos; he tocado la vileza, el escarnio, el engaño, el robo, la corrupción, la represión inmisericorde, las torturas en las cárceles por reclamar lo que era suyo. Y como nuestros jóvenes honestos, los mejores hijos de Nicaragua, están en la guerra contra la tiranía opresora, yo he resuelto sumarme como el más humilde de los soldados del Frente Sandinista a esta guerra que en mi conciencia es justa. La insurrección revolucionaria puede ser legítima en caso de tiranía evidente y prolongada, que atente 'a los derechos fundamentales de la persona y dañe gravemente el bien común, ya provenga de una sola persona, ya de estructuras evidentemente injustas". (Carta al pueblo de Nicaragua, Navidades 1977)


María Torres - 11 Diciembre 2011

Un 11 de diciembre de 1978 fallecía Gaspar García Laviana (Comandante Martín), un sacerdote asturiano que luchó junto a los Sandinistas Nicaragüenses dando significado a uno de los lemas sandinistas: “Entre Cristianismo y Revolución no hay Contradicción"

Hijo de mineros, nació en 1941 en Les Roces (Concejo de San Martín del Rey Aurelio); fue coadjutor en una parroquia de barrio de Madrid, donde también trabajó como obrero, y en 1969 se fue a Nicaragua para trabajar como misionero en Tola, donde tomó contacto con los campesinos y las dificultades que afrontaban cada día. Criticó duramente la práctica del secuestro de las jóvenes que eran obligadas a prostituirse, secuestros que eran amparados por el ejército del dictador Somoza. Expresó su desacuerdo en la opresión de los campesinos pobres y su marginación en la sociedad en varios poemas que fueron publicados en una colección en 1979 con el título "Las canciones de amor y guerra", el primer libro publicado por el "Ministerio de Cultura del Gobierno Sandinista".

García Laviana fue acusado de ser simpatizante comunista por sus críticas y sus denuncias sobre la corrupción y la injusticia del régimen somocista. En 1977 comenzó a recibir amenazas telefónicas y fue objeto de un continuo seguimiento por parte de los agentes del dictador nicaragüense.  Por aquel entonces el párroco se dedicaba a ayudar a los sandinistas actuando como correo, trasportando gente y educando a los campesinos para que fueran conscientes de la situación en que se encontraban y que existía un futuro mejor para ellos.

Este sacerdote asturiano estaba muy influenciado por el espíritu de la Teología de la Liberación, que ponía en lugar preferencial la acción pastoral con los pobres. Finalmente acabó tomando las armas al entender que un cambio político pacífico no ayudaría a paliar las terribles necesidades que veía todos los días en Nicaragua. Estaba decepcionado con la jerarquía nicaragüense, que falló en su discurso a favor de los pobres y oprimidos. Aunque nunca justificó la violencia, vio en ella el único medio para que los pobres de Nicaragua fueran liberados de su opresión.

Gaspar García Laviana no pudo ver con sus ojos el triunfo de la Revolución Sandinista que había ayudado a forjar, y que culminaría con la entrada de los revolucionarios en Managua el 19 de julio de 1979. Murió el 11 de diciembre de 1978 en combate, dirigiendo la columna “Benjamín Zeledón”. De él se decía que era el primero en entrar en combate y el último en retirarse, que no le tenía miedo a la muerte.

Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, reconoció la importancia de la participación de García Laviana en la lucha revolucionaria. La vinculación de García Laviana en la revolución nicaragüense animó a los católicos a apoyar al FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional), dando al movimiento revolucionario legitimidad moral. Muchas de las preocupaciones de García Laviana se convirtieron en prioridades para los sandinistas cuando asumieron el poder. El nuevo Gobierno revolucionario instauró la asistencia médica como una prioridad principal, puso en práctica las iniciativas de reforma agrarias que redistribuyeron la tierra a muchos campesinos individualmente y en cooperativas, y denunció la prostitución.

Descubrir historias como las de Gaspar García Laviana, un sacerdote entregado a las causas justas, resulta cuanto menos chocante en estos tiempos en los que la iglesia nos muestra cada día su fidelidad al servicio del imperialismo y de la explotación capitalista. 

«He sido testigo del inmundo tráfico carnal al que se somete a las jóvenes humildes, entregadas a la prostitución por los poderosos; y he tocado con mis manos la vileza, el escarnio, el engaño, el latrocinio representado por el dominio de la familia Somoza en el poder"»








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