"Dinos
cómo es un árbol para que no dudemos de que algo en el mundo, fuera de estos
muros, sigue luchando contra la infamia, contra la mentira, contra la crueldad
demencial de los enemigos de la vida, dinos cómo es y dónde está la justicia
para que le arranquemos la venda de los ojos y así pueda ver, por fin, a
quienquiera que, de verdad, ha estado sirviendo, pero no nos digan cómo es la
dignidad porque ya lo sabemos, porque incluso cuando parecía que no eran nada
más que una palabra, comprendimos que era la pura esencia de la libertad en su
sentido más profundo, ése que nos permite decir contra la propia evidencia de
los hechos, que estábamos presos, pero éramos libres." José Saramago (Prólogo del
libro "Decidme cómo es un árbol" de Marcos Ana)
Decidme cómo es un árbol.
Decidme el canto de un río,
cuando se cubre de pájaros.
Habladme del mar.
Habladme del olor ancho del campo.
De las estrellas. Del aire.
Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llaves
como la choza de un pobre.
Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del amor: no lo recuerdo.
¿Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna?
¿O sólo queda esta fosa,
la luz de una sepultura
y la canción de mis losas?
Veintidós años... ya olvido la
dimensión de las cosas,
su color, su aroma...
Escribo a tientas: “el mar”, “el campo”...
Digo “bosque” y he perdido
la geometría de un árbol.
Hablo por hablar de asuntos
que los años me borraron.
(No puedo seguir:
escucho los pasos del funcionario).
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