Lo Último

152. Carlos González García





Hay un capítulo de la historia de este país que no está cerrado. Existe el derecho a saber, no como algo individual. El derecho a saber es el derecho a conocer la verdad, y es un derecho colectivo que hunde sus raíces en la historia, para evitar que puedan reproducirse en el futuro hechos semejantes. Al Estado español le corresponde el deber de recordar. El conocimiento por un pueblo de la historia de su opresión forma parte de su patrimonio y debe por ello conservarse.


Su cuerpo, como tantos otros, sigue nutriendo la tierra de una cuneta, una fosa común, un lugar sin nombre y ya casi sin esperanza. La misma que perdieron sus padres, sus hermanos y sus amigos de encontrarle. Tal vez sea cierto que la esperanza es lo último que se pierde, pero tras más de 75 años, es fácil que ya no la recuperemos nunca.

A través de Vicente, su sobrino y mi amigo, llega hasta mi la breve historia del tío Carlos, sargento republicano, que como tantos otros creyó que la libertad del pueblo no podía ser arrebatada a golpe de tacón y fusil.

Carlos González García nació el 3 de agosto de 1911 en Latores, un pequeño pueblo próximo a Oviedo, Asturias. Era uno de los hijos pequeños de una familia numerosa de catorce miembros, formada por Vicente González y Emilia García.

El 21 de octubre de 1937, cuando el pequeño dictador y su ejército terminaron con el Frente del Norte, obligando a la retirada del Ejército Asturiano Republicano, Carlos García fue hecho prisionero junto con su sección y condenado sin necesidad de pasar por los tribunales de los recién instaurados Consejos de Guerra que sentenciaron el destino de los que no les quedó otra opción de la rendición.

Poco se sabe de sus últimos minutos de vida, antes de ser quemado vivo en un túnel de ferrocarril en Cestona (Guipúzcoa), por el Tabor de Regulares que acompañaba a las Brigadas Navarras. Fue asesinado en febrero de 1938, posiblemente el día 12, según un testigo presencial de los hechos.

Su familia no dejó de buscarle y fueron inútiles los esfuerzos de Vicente, su padre, por localizar y recuperar su cuerpo.

Los militares, una vez más, cambiaron la Historia. Borraron los episodios, las ideologías y los personajes que el régimen desaprobaba.



María Torres





1 comentario:

  1. Dura y bella descripción de unos hechos que no por reiterados esos años nos resultan menos duros e incomprensibles de hasta donde llega la brutalidad humana.familias y sueños rotos
    minimos recuerdos para homenajear la historia y la memoria del tio Carlos y de tantos otros olvidados

    ResponderEliminar