Hoy hace 70 años que falleció Miguel Hernández de soledad, frío, hambre, tuberculosis y piojos en una celda cuando tenía tan sólo 31 años, después de un largo víacrucis por las cárceles de España.
Le sepultaron en la oscuridad una vez, pero no lo conseguirán de nuevo.
Nunca más conseguirán callar su voz de extraordinario poeta, de excepcional ser humano transparente y honesto, comprometido con la vida y hasta la muerte con el pueblo, con el marginado, con el obrero, con los sometidos al yugo de la injusticia, porque nosotros, el pueblo, le seguimos recordando a plena luz y vivirá en el corazón de muchas generaciones, ya que ha sido capaz de trascender la barrera de la muerte para renacer junto a cada uno de tus poemas.
Canto a la independencia
Paso a paso, mi tierra vuelve a mí. Trozo a trozo,
vuelven la claridad y el día y el centeno.
Han querido arrojar tanta luz en un pozo,
en un pozo guardado por un puño de cieno.
Han querido arrojar tanta luz en un pozo,
en un pozo guardado por un puño de cieno.
Por una madrugada de gallos iracundos,
un ejército joven como las madrugadas
conquista, paso a paso, los arados profundos,
los pueblos invadidos, los hijos, las azadas.
un ejército joven como las madrugadas
conquista, paso a paso, los arados profundos,
los pueblos invadidos, los hijos, las azadas.
Soplan los toros y hacen temblar la luz del cielo:
los hombre que yo digo la aumentan y la aclaran,
hasta cuando la sombra viene a invadir el suelo
y a la sombra estos hombres que he dicho le disparan.
los hombre que yo digo la aumentan y la aclaran,
hasta cuando la sombra viene a invadir el suelo
y a la sombra estos hombres que he dicho le disparan.
Haciendo luz la luz y luz la sombra densa,
van los padres del sol, los padres del granito,
que hacen la espiga grande, y hacen la vida inmensa
y el vientre de las madres poblado de infinito.
van los padres del sol, los padres del granito,
que hacen la espiga grande, y hacen la vida inmensa
y el vientre de las madres poblado de infinito.
Aprende en estas vidas, aprende como aprendo:
aprende a ser un hombre bien clavado en el barro,
lo mismo que estos hombres que mueren encendiendo
la mecha, la sonrisa, la muerte y el cigarro.
aprende a ser un hombre bien clavado en el barro,
lo mismo que estos hombres que mueren encendiendo
la mecha, la sonrisa, la muerte y el cigarro.
Dejad el pie descalzo para pisar el punto
donde cayó la sangre de las mejores venas:
para besar la tierra donde recojo y junto
los huesos orgullosos de rodar sin cadenas.
donde cayó la sangre de las mejores venas:
para besar la tierra donde recojo y junto
los huesos orgullosos de rodar sin cadenas.
Los huesos de los que antes de entregarse al verdugo
prefieren enterrarse bajo su misma mano,
sobre la boca donde sólo habitó el mendrugo
echándose una tierra que no podrá el gusano.
prefieren enterrarse bajo su misma mano,
sobre la boca donde sólo habitó el mendrugo
echándose una tierra que no podrá el gusano.
Vergüenza en tus mejillas mientras que tú no obres
como estas anchas vidas que hasta los astros llegan.
Dulce es la sangre, dulce, la sangre de los pobres,
la sangre de los pueblos con la que tantos juegan.
como estas anchas vidas que hasta los astros llegan.
Dulce es la sangre, dulce, la sangre de los pobres,
la sangre de los pueblos con la que tantos juegan.
Los cuervos la devoran a duros picotazos,
ávidos la reclaman los ricos con embudos:
hasta que, amargamente, se encrespa por los brazos
y ataca a quien la absorbe con aletazos rudos.
ávidos la reclaman los ricos con embudos:
hasta que, amargamente, se encrespa por los brazos
y ataca a quien la absorbe con aletazos rudos.
Hoy, mientras esta sangre recorre España entera
y apenas por sus hombres prueba el pan, prueba el beso,
vosotros, los llegados de un hambre carnicera,
como los perros mismos os disputáis un hueso.
y apenas por sus hombres prueba el pan, prueba el beso,
vosotros, los llegados de un hambre carnicera,
como los perros mismos os disputáis un hueso.
Sois los que nunca abrís la mano, la mirada,
el corazón, la boca, para sembrar verdades:
los que siempre pedís, los que jamás dais nada,
cosecheros que sólo sembráis oscuridades.
el corazón, la boca, para sembrar verdades:
los que siempre pedís, los que jamás dais nada,
cosecheros que sólo sembráis oscuridades.
¡Fuera de aquí, egoístas de retorcidas manos,
dispuestos a negar la pureza en la nieve!
Sois también invasores como los italianos,
como la dinamita que sobre España llueve.
dispuestos a negar la pureza en la nieve!
Sois también invasores como los italianos,
como la dinamita que sobre España llueve.
La vida que prorrumpe como una llamarada
comunicando al cielo su resplandor de avena,
vuestra existencia seca de cárcel encerrada
que no sabe obtener la libertad, condena.
comunicando al cielo su resplandor de avena,
vuestra existencia seca de cárcel encerrada
que no sabe obtener la libertad, condena.
Blandos de peticiones y blandos de lamentos,
se mueven vuestros labios que tan sólo provoca
una voracidad brutal por los sustentos,
sucia y abierta en tanto que otros cierran la boca.
se mueven vuestros labios que tan sólo provoca
una voracidad brutal por los sustentos,
sucia y abierta en tanto que otros cierran la boca.
Ellos cierran la boca como una piedra brava
y aprietan las cabezas como un siglo de puños,
cerrados, agresivos, llenos de espuma y lava,
contra aquellos que quieren robar nuestros terruños.
y aprietan las cabezas como un siglo de puños,
cerrados, agresivos, llenos de espuma y lava,
contra aquellos que quieren robar nuestros terruños.
Rayos de carne y hueso, carbonizan a aquellos
que atacan su pobreza, su trabajo, su casa.
Yo voy con este soplo que exige mis cabellos,
yo alimento este fuego creciente que me abrasa.
que atacan su pobreza, su trabajo, su casa.
Yo voy con este soplo que exige mis cabellos,
yo alimento este fuego creciente que me abrasa.
Escoged bien la piedra para grabar los nombres,
la eternidad, los rasgos, la vida, la figura
de la definitiva materia de estos hombres,
hasta volverla carne de siglos y hermosura.
la eternidad, los rasgos, la vida, la figura
de la definitiva materia de estos hombres,
hasta volverla carne de siglos y hermosura.
Escoged bien la mano y el cincel decisivo
donde de estos soldados la historia resplandezca,
porque el avance sigue de la encina al olivo
por más que el perro ladre y el cuervo se oscurezca.
donde de estos soldados la historia resplandezca,
porque el avance sigue de la encina al olivo
por más que el perro ladre y el cuervo se oscurezca.
España se levanta limpia como las hojas,
limpia con el sudor del hombre y las mañanas,
y aún sonarán los nombres y las pisadas rojas
cuando el bronce no suene y el cañón eche canas.
limpia con el sudor del hombre y las mañanas,
y aún sonarán los nombres y las pisadas rojas
cuando el bronce no suene y el cañón eche canas.
Miguel Hernández
30 de octubre de 1910 – 28 de marzo de 1942
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