Teresa Pla Messeguer
(Vallibona, 1917), pastora de profesión, un día se adscribió al maquis y se
convirtió en hombre. Desde ese momento, el nombre de "La Pastora" se
ha visto involucrado en misterios y mitología heroica.
Aún ahora, tantos años
después, el solo hecho de invocar su nombre sobresaltos todas las sierras del
Maestrazgo. De aquí unos días se celebrará, posiblemente, el último juicio al
personaje, en el plagio de Villar Raso sobre la obra de Marino Vinuesa, el
escritor ex-funcionario de prisiones que se ha hecho cargo de Florencio, actual
nombre de Teresa Pla Messeguer. Como nota curiosa, el litigio enfrenta a los
abogados Josep Lluís Albinyana, por parte de Pla y Vinuesa, y Manuel Broseta,
por parte de Villar Raso.
-
¿Qué recuerda usted de sus primeros años?
- ¡Uf!, A los once años, o los diez,
ya estaba con el rebaño y no fui ni la escuela: sólo quince días, cuando tomé
la comunión. Mi vida transcurría en el Mas de la Pallissa, a un par de horas de
camino de Vallibona, unas casuchas que heredó mi abuelo, donde guardaba la paja
y los animales. Allí estuvimos y nací yo y los seis hermanos que tenía: yo era
el pequeño, vine tardío.
- ¿Y
cómo fue que cambió el rebaño por el maquis?
- Yo, como vivía en la sierra, había
hablado algunas veces con ellos. Una noche que nevaba, tres maquis se
refugiaron en una casa que sólo se habita en el verano, El Cabanil, pero uno de
ellos huyó, uno que era de Morella, y por donde iba pasando iba extendiendo
esto. Y la guardia civil siguió la pista hasta que los encontró y quemó la
casa, porque ellos se resistían. Al día siguiente detuvieron al dueño de El
Cabanil y yo me puse nervioso porque trabajaba para él, y decidí huir por miedo
que me mataron.
- Fue
por el temor a las represalias o por las humillaciones a que sometió la Guardia
Civil?
- Sí, también lo determinó. Esto fue
la misma mañana del día que quemaron El Cabanil, y fue el "teniente
Mangas", seis guardias y dos somatenes, uno de Torremiró y el otro de
Herbesset.
- ¿Y
qué le hicieron exactamente?
- Tenían curiosidad por saber cómo
una pastora era mitad hombre y mitad mujer. Yo les había vendido tordos a los
somatenes, y ellos contaron mi anomalía a la guardia civil. El "teniente
Mangas" hizo caso omiso de todas las reglas y me hicieron desnudar, hasta
que saciaron su curiosidad. Y cuando terminaron, me dijeron: "bueno, a
hacer bondad". Y sentí mucha rabia, mucha impotencia.
-
¿Qué pensaba usted de su condición sexual? ¿Le causaba algún dolor de cabeza?
- Problemas...? Sobre todo, por la
barba. Dicen que medio hombre y medio mujer, pero yo no me he sentido nunca
mujer. Aún recuerdo la primera vez que soñé un asunto sexual con una mujer, a
los trece años y, era una vieja que tenía una nieta, que era de mi tiempo, no
lo olvidaré nunca, le decían la tía Rosa la Coca.
-
Usted se ha sentido siempre hombre?
- Siempre, me ha gustado siempre los
trabajos de hombre y figurar como hombre. De hecho, cuando iba con el ganado
llevaba un zurrón, como los hombres, y no una cesta como las mujeres.
-
Pero a usted lo inscribieron en el registro civil como mujer...
- Yo he oído contar en Vallibona que
mi padre me puso como barón, pero después, un amigo que había hecho la guerra
en Cuba le convenció para que me apuntara como mujer, ya que debido a mi
anomalía sería un compromiso en el momento de hacer el servicio militar. Pero
de la familia nadie me dio una explicación.
Y
viene el momento en que abandonó la indumentaria femenina...
- A los treinta años.
- Fue
en el momento de incorporarse al maquis.
- Sí. Yo había querido presentarme a
la guerra voluntario, con los rojos, para ver si me podía hacer con la
documentación de hombre, porque yo iba por la calle y todos decían: mira, si
parece un hombre.
-
Cuénteme un poco el proceso inicial de la guerrilla.
- Entré y me vestí de hombre, y allí
era un hombre más.
- Dicen
que usted mandaba...
- Creo que mi nombre no figura
en la documentación de ningún partido como participante ni siquiera. Yo llegué
e hice tres meses de instrucción, como en el servicio militar, y después nos
leyeron unos estatutos, unas órdenes, y si no estabas contento, te preguntaban
donde querías ir, y si querías estar en contacto con la guerrilla para ayudar,
te ponían en contacto con el partido, en Francia.
-
¿Estuvo vinculado a algún partido?
- No, a mí me leyeron los estatutos,
aunque hay libros que dicen que yo sí que fui de un partido. Estuve veinte
meses con los maquis, pero veíamos la cosa muy dura y estábamos vendidos.
Entonces, pusimos dirección a Francia, pero yo no llegué nunca.
- Se
quedó en Andorra, ¿no? ¿Y allí, de qué vivía?
- Trabajando en una masía, en verano
guardaba el rebaño de dos caseríos.
- Una
vida muy apacible que contrasta con la mala prensa que tiene usted. ¿A qué lo
atribuye?
- Mucha de la propaganda, la ha hecho
el periodista Enrique Rubio, de El Caso, que estuvo por mi pueblo diciendo que
yo era un criminal.
- ¿Y
cómo llegan a cogerlo en Andorra?
- Había uno que decía que me debía
dinero, 87.000 pesetas...
- Es
mucho dinero en aquella época...
- Es que llevaba cinco años
trabajando muy... bueno, un poco en el contrabando de tabaco y nylon. Yo había
ahorrado algún dinero y, en confianza, lo había dejado en casa de un amigo,
pero él se fue y me robó. Después, otro contrabandista que le decían Cisco me
debía 12.000 pesetas y, como me había quedado sin dinero, le dije que me
pagara, y fue y me denunció al teniente coronel de la Pobla de Segur. La
primera vez no le hizo caso, pero la segunda sí, me agarraron cuando iba a salir
con el rebaño. Y la policía andorrana me entregó a la Guardia Civil en la
frontera, me esposaron y no pude
mover las manos durante tres días, cuando llegué a Lleida.
-
Estas precauciones eran para que usted, dicen, había matado veinte y no sé
cuantos guardias civiles, siete alcaldes y un ermitaño...
- Todas estas muertes se produjeron
cuando yo todavía no había entrado en el maquis, y, parece que eran obra de uno
que le decían el Cinctorres, que era de Cinctorres. Todo lo que él hizo me lo
cargaron a mí, y yo ni lo conocí, porque entré en guerrilla en 1949, el 7 de
febrero, y él ya se había ido a Alemania un año antes en compañía de uno que le
decían el Conejito.
- ¿Y
por qué cree que se lo cargaron a usted?
- Porque tenían que justificar unos
expedientes que tenían abiertos y sacar esto en la prensa. Y me hicieron dos
juicios, uno en Tarragona y uno en Valencia.
-
¿Para un mismo delito?
- Sí, y en Valencia me dijeron que
sólo me podían juzgar una vez, pero los de Tarragona se ve que tenían celos.
Total, me echaron 40 años allí y 30 aquí. Aquí, primero me pusieron la pena de
muerte y después me la conmutaron por 30 años.
- Y
enseguida, la cárcel.
- Sí, y como mi nombre era Teresa, me
llevaron a la cárcel de mujeres. Llegué con barba y me dan una minifalda y ropa
de mujer, tan ajustada que no podía ni respirar. Me tuvieron 8 días, pero
aislado de las mujeres; recuerdo que me daban la comida por una ventanilla para
que no me viera nadie. Me volví a vestir de hombre y fui a pasar revista ante
los forenses militares, y me dijeron que hasta se resolviera el caso debía
volver a la cárcel de mujeres. Y otra vez a vestirme de mujer, hasta que ya
pasé a la cárcel de hombres.
-Y
allí, señor Vinuesa, es donde conoció a la Pastora...
- Bueno, yo ya lo conocía antes que
él llegara a la cárcel, por el expediente, por las fotos. Y cuando lo traté,
supe que era imposible que fuera responsable de todas las acusaciones: no
encajaba. Estuve estudiando en un montón de meses; qué hacía, con quien se
relacionaba, como dormía y de qué hablaba. Y me convenció que no había matado a
nadie. Y como había unas disposiciones según las cuales si la conducta del
preso es ejemplar y no ha habido ningún motivo de sanción, a los veinte años de
prisión se le conmuta la pena, decidí hacer todos los papeles que se debían
hacer.
- Y
salió el 22 de septiembre de 1977...
- Sí, y como le faltaban muchas cosas
por resolver, me vino a buscar a Santander, donde había pasado los últimos
nueve años. Y yo le preparé toda la documentación y las visitas a los forenses
para que le declararan hombre en el registro.
Lo conseguimos y los
acompañé a la comisaría a hacerle el DNI de hombre, pero no tenía seguridad
social ni dinero ni donde ir. A pesar de que había trabajado muchos años en los
talleres de la prisión, no le reconocían ningún derecho, y por fin, después de
muchos pasos, lo he conseguido y ahora cobra.
- ¿Y
no ha vuelto a Vallibona, señor Pla?
- Sí, el pueblo se volcó al poco de
llegar. Bajaron de todas las masías, y hubo quien me besó la mano y todo.
Claro, no me habían visto nunca de hombre.
- Y
usted, señor Vinuesa, ha recogido todo lo que él le ha contado y ha hecho un
libro que publicará, me imagino, después del litigio con Manuel Villar Raso...
- Yo, como él no tenía nada y le
habían maltratado tanto, quería hacer una reivindicación del personaje y, al
mismo tiempo, recoger un dinero para él. Él no podía ser aquel que todos
contaban, sobre todo después de descubrir yo sus armas, con las que no podía
ser el jefe del 23º Sector, sino un elemento más.
Tras las
investigaciones, que me han costado ocho años, otro escritor, Villar Raso,
estaba interesado en La Pastora y me propuso la edición del libro. Él agarró mi
libro, lo leyó y dijo que ya tendría noticias. Y un día recibí una carta de la
editorial de Madrid pidiendo que me presentara junto con La Pastora para
presentar el libro de Villar, que había reescrito mi obra de una manera infame
y daba una imagen de La Pastora completamente falsa e inmoral.
- ¿Y,
cuando es la vista?
- El 27 o 28 de febrero. Después de
haber devuelto el caso la Audiencia, ahora con nuevas pruebas y con el
reconocimiento de Villar Raso que lo ha copiado.
-
Muchas gracias por la conversación, señores Plan y Vinuesa.
Miquel Alberola
Revista El Tiempo, 29 de
febrero - 5 de marzo de 1988
Qué fuerte... Conocía el personaje por la novela pero no había leído ninguna de sus palabras. Al fascismo político se suma en este caso el fascismo trans, o algo parecido.
ResponderEliminarConocí al personaje por la novela de Alicia Giménez Bartlett, nunca había oído hablar de él o ella y me ha impresionado mucho. Su vida llena de penurias no le impidió llegar a la vejez. En su vida está retratada la España profunda y tenebrosa del franquismo
ResponderEliminarMenos mal que a pesar de todo tuvo la suerte de encontrar una buena persona que lo ayudó en su última etapa. Conocí el caso en unas vacaciones en la Tinença y me dejó perplejo. Sobrevivir en ese entorno, en una cueva, sin ayuda ni compañía y en esa época tan dura y horrible de nuestra historia sólo está al alcance de unos pocos valientes. DEP Florencio, la Pastora.
ResponderEliminarEstoy leyendo el libro de Alicia Giménez Bartlett, y me está gustando mucho, hacia tiempo que quería hacerlo, desde que descubrí la vida de este hombre, criado como mujer, que sufrimiento tendría... Me ha gustado mucho la entrevista, me hubiese gustado mucho hablar con él sabiendo toda su historia. Saludos.
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