Lo Último

37 años después




El abuelo murió el 19 de mayo de 1975 llevándose con él todo el dolor de los años pasados en prisión. Se llevó su historia, pues a nadie más que a él pertenecía. Jamás quiso compartirla, por lo que sin contar a mi abuela que le sobrevivió bastantes años y nunca quiso hablar, ni mi padre ni sus hermanos eran conocedores de lo ocurrido.

Aparte de ellos, no quedaba nadie vivo a quien preguntar. Alguien que pudiera aportar algo de luz para vislumbrar, aunque fuera por una pequeña rendija, ese pasado silencioso del abuelo.

Después de 37 años sin él, pero conviviendo día tras día con su memoria, llegó un día en que me decidí a sacudir los recuerdos. Volví a interrogar a mi padre y sus respuestas fueron escuetas, distantes y veloces. Querían escapar, refugiarse en la desgraciada infancia de un niño de la guerra.

Lo primero que hice fue solicitar ayuda de la ARMH de Cuenca. Nunca hubo respuesta. Pregunté a amigos, a contactos de las redes sociales que se ocupaban de estos asuntos de la “desmemoria”. Paco Jerez de Todos los rostros y Pedro Peinado de La Gavilla verde me tendieron los primeros puentes que me animaron a cruzar las montañas del pasado.

Así fue como me senté para escribir sobre ello en un intento de concretar los datos con los que contaba y trazar la línea de actuación en busca de información. Sabía que mi abuelo había estado encarcelado tras la guerra; que posiblemente había sido denunciado por un vecino del pueblo con el apoyo del cura, como venía siendo habitual; que durante el tiempo de encarcelamiento mi abuela iba a verle todas las semanas; que tan solo una vez mi padre fue a visitarle a la Prisión Provincial de Cuenca, el día de la Merced, fecha en la que permitían el acceso a los hijos de los reclusos (esto lo supe más tarde).

No sabía cuándo le detuvieron, cual fue la acusación, cuánto tiempo había pasado en prisión, ni dónde le habían llevado antes de encerrarle en la de Cuenca. El recuerdo de la prisión del Monasterio de Uclés y la posibilidad de que antes hubiera estado allí, sacudía mi corazón con un latigazo de dolor.

Sabía tan poco. ¿Por dónde comenzar?

Acudí en busca de la última carta que me envió el abuelo. Tenía fecha de 9 de mayo de 1975, diez días antes de morir. Me decía que estaba deseando que pasáramos el verano juntos y hacía planes para entonces. Fue como un detonante. Recuerdo que mientras me secaba las lágrimas le hablaba: “Verás abuelo, yo también tengo planes. Tengo un plan y este va a consistir en averiguar que pasó contigo en esa cárcel franquista y porque te llevaron a ella. Ese es mi plan para los próximos años. Y no sólo lo haré por mí y mi necesidad de saber. Lo haré por ti, por papá y por mi hija, para que no olvide”


*


Lunes, 14 de Enero de 2013.

Lo primero que he conseguido averiguar es que  Cuenca  pertenecía  a la  Jurisdicción  Central de  la  Armada,  con sede en Madrid. En su Archivo Histórico se conserva la documentación relativa a los juicios militares hasta 1953.  La  posterior  se encuentra bajo el control del Tribunal Militar Territorial Primero, en el Archivo General e Histórico de la Defensa en Madrid.

En relación con los procedimientos judiciales seguidos por la Jurisdicción del Ejército de Tierra, el TMT 1º los mantuvo repartidos en diversos depósitos situados en Madrid, Valencia, Alicante, Castellón y Cartagena hasta finales del  año 2008, fecha en la que se inició su traslado y concentración en Madrid. Desde  junio de 2009, el TMT 1º ha autorizado la libre consulta de dichos fondos en el Archivo General e Histórico de la Defensa.

Ya tengo algo por lo que comenzar, por lo que encamino mis pasos en la búsqueda de datos sobre ese archivo. Se puede localizar a través de la página del Ministerio de Cultura. Tras varios intentos fallidos consigo acceder a un extenso documento denominado «Procedimientos judiciales incoados por la Justicia Militar a raíz de la Guerra Civil y durante la etapa franquista bajo responsabilidad del Tribunal Militar Territorial Primero». Se encuentra dividido en cuatro listados ordenados alfabéticamente (A-D; E-K; L-P y Q-Z), que incluyen varios campos como apellidos y nombre de la persona encausada, fondo al que pertenece (provincia de encausamiento), número de sumario o causa original, signatura actual de la documentación (legajo o caja y expediente dentro de la misma) así como si la documentación se encuentra digitalizada o no.

Examino los apellidos que comienzan con la letra T. Integran un listado interminable de 2.127 páginas que sólo comprende los apellidos de la Q a la Z. Hay algunos expedientes que no tienen ni apellidos, tan solo un nombre, o lo que es peor, un apodo. Cuando llego a la página 1.625 mi ritmo cardiaco ha aumentado demasiado. Allí, casi al inicio, leo : « Torres Barranco, Antonio ». Debe tratarse de un error, ya que el nombre del abuelo es Arturo. Compruebo que no hay error ya que los datos de él se encuentran una línea más abajo. Por fin tengo el número de sumario y el lugar donde se encuentra custodiado.

Buscaba a uno y he encontrado a dos. Antonio debe ser el hermano del abuelo. Mañana lo contrastaré con mi padre y también mañana llamaré al Archivo de Defensa. Necesito ver esos sumarios cuanto antes. Después de 37 años ya no puedo esperar más.

Sé que acabo de dar un paso gigante, sólo que ahora existen más preguntas.


María Torres
Nieta de un republicano español 








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