Lunes, 20 de enero de 2013
Son las nueve de la mañana y
encamino mis pasos hacia el Paseo de Moret de Madrid donde se encuentra el
Archivo Histórico de Defensa, tras una larga noche de insomnio en la que un
insurrecto amanecer se demoraba más de lo habitual en aparecer.
Hace frío en Madrid. Nada más
llegar a la plaza de la Moncloa (antes Plaza de los caídos por Madrid), mi
mirada se fija en los 40 metros de altura del Arco
de la Victoria (popularmente
denominado Puerta de la Moncloa),
construido durante los años 1950 a 1956, y que conmemora la victoria del
ejército franquista en la batalla de la Ciudad Universitaria. Es el único arco
del triunfo elevado en el mismo terreno donde tuvo lugar la batalla.
Resulta paradójico que
aquellos que insisten en olvidar y pasar página no dejen de recordarnos con
multitud de símbolos el pasado que algunos no queremos olvidar.
Desde Moncloa y al lado
derecho del Paseo de Moret, se encuentra el Parque del Oeste, que se extiende
hasta el Templo de Debot, donde se ubicó hace años el Cuartel de La Montaña.
Durante la Guerra el Parque del Oeste se convirtió en campo de la Batalla de la
Ciudad Universitaria En él se abrieron trincheras y se construyeron búnkeres
que todavía hoy se pueden ver en su extremo norte.
Mientras avanzo caigo en la
cuenta de que no sé en qué número de la calle está el Archivo. Una bandera
rojigualda que baila al compás del frío viento del norte, me indica la
situación.
El Archivo General e
Histórico de Defensa, creado por Real Decreto de 18 de noviembre de 2011 está
emplazado en el Paseo Moret, nº 3, de Madrid, dentro del recinto del antiguo
Acuartelamiento “Infante Don Juan”, y dispone de siete depósitos documentales,
distribuidos en 3.304 metros cuadrados, que suman en total veinticinco
kilómetros de estantería. Custodia 90.393 unidades de instalación, que
contienen más de dos millones de expedientes correspondientes entre otros, al
Fondo de la Justicia Militar formado por la documentación generada por los
Juzgados Militares del bando franquista desde el comienzo de la Guerra hasta
finales del siglo XX. Sólo los expedientes judiciales que engloban juicios sumarísimos,
causas ordinarias y diligencias previas, se estiman en más de 350.000 unidades
documentales. Allí se encuentra el procedimiento sumarísimo de urgencia nº 21.001 de Miguel Hernández.
El Ministerio de Defensa
tiene hoy a su cargo el mayor volumen de patrimonio documental del Estado
después del Ministerio de Cultura, El
acceso y consulta de los fondos del Archivo es libre y gratuito. Para acceder a
la Sala de Investigadores sólo es necesaria la identificación y registro
mediante DNI o Pasaporte. Los nuevos usuarios deben cumplimentar el impreso de
Alta y entregarlo al personal de Sala y en sucesivas asistencias pasarán por el
control de Sala para asignarle el puesto de consulta.
En la Sala de Investigadores
únicamente está permitido el acceso con hojas sueltas, ordenador portátil y
lápiz. Es obligatorio el uso del lápiz. No
se pueden tener sobre la mesa de trabajo los efectos personales, que son
depositados en una taquilla.
A las nueve y treinta y cinco
he terminado con todos los trámites y me encuentro en la Sala de Investigadores
frente a un funcionario al que le entrego mi petición. He solicitado los
expedientes de mi abuelo y de su hermano. Me asignan un puesto y me dicen que
espere allí hasta que localicen los documentos.
La sala está medio llena en
su capacidad y llena de un silencio que solo rompe el paso de las hojas que
manipulan los investigadores y el sonido de los lápices. Tras veinte minutos de
espera el funcionario coloca sobre mi mesa el expediente de Antonio Torres
Barranco. El del abuelo siguen buscándolo.Dentro de una carpeta de lo
que hace tiempo fue cartulina blanca, se hallan cerca de cien hojas de todo
tipo de colores, letras y tamaños. Unas se encuentran mecanografiadas, otras
manuscritas. Todas ellas unidas descuidadamente con grapas a la carpeta, pues
muchas veces ocultan parte del texto de los documentos.
Reviso con cuidado el
expediente, deteniéndome en aquello que considero más importante para la
investigación por si encontrara alguna conexión entre los dos hermanos,
mientras tomo notas y espero con impaciencia el expediente del abuelo. Cada
poco tiempo echo una mirada al funcionario para que no se olvide de mi.
Han pasado cerca de dos horas
y ya he terminado de leer el expediente de Antonio Torres. El del abuelo sigue
sin aparecer y comienzo a inquietarme, pues hoy no tendré tiempo de leerlo.
Tendré que volver otro día, o los días que haga falta. Estos son mis
pensamientos cuando se acerca el funcionario y me comenta en un hilo de voz,
apenas perceptible, que no
puede hacerme entrega del sumario de Arturo Torres Barranco pues se encuentra
en avanzado estado de deterioro. Le pido me informe que se hace en estos casos
y extiende con desgana ante mi un formulario fotocopiado para que haga una
reclamación. Relleno el formulario, impactada y desilusionada por lo sucedido y
salgo de la sala pensando que puedo hacer para resolver aquello.
Recojo mis pertenencias de la
taquilla y cuando estoy a punto de abandonar el edificio, uno de los técnicos
de archivo que merodeaba por allí me pregunta por qué me voy tan pronto. Le
cuento lo sucedido y me confirma que el expediente del abuelo está en muy mal
estado, sugiriéndome escriba al Juez Coronel del Tribunal Militar Territorial
1º de Madrid, responsable del Archivo, para solicitarle me permita acceder a
él. También me comenta que la Ley
establece que los expedientes que se encuentran en mal estado deben ser
restaurados y digitalizados, pero que lamentablemente el Archivo no cuenta con
ningún restaurador y además no hay fondos para ello, confidencias éstas que
hacen aumentar mi desánimo y mi poca confianza en resolver este asunto
favorablemente. Era tan importante para mi tener en las manos esos documentos …
Esa misma tarde hablo con
Floren Dimas quien me confirma que el asunto tiene difícil solución pero me
anima a escribir al Coronel. No tengo idea como hay que dirigirse a un Coronel
y en qué términos y formas redactar el escrito, pero Floren me da unas valiosas
instrucciones y me pongo manos a la obra.
No estoy dispuesta a darme
por vendida ante el primer contratiempo.
María Torres
Nieta de un republicano
español
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