Por cuanto las Cortes Españolas, como órgano superior de la participación del pueblo en las tareas del Estado, elaboraron la Ley fundamental que, declarando la Constitución del Reino, crea su Consejo y determina las normas que han de regular la Sucesión en la Jefatura del Estado, cuyo texto, sometido al referéndum de la Nación, ha sido aceptado por el 82 por 100 del cuerpo electoral, que representa el 93 por 100 de los votantes.
Por cuanto, asimismo, la Ley Orgánica del Estado
modifica algunos Artículos de dicha Ley fundamental, en lo relativo a la
composición del Consejo del Reino, determinando que diez de sus Consejeros
serán electivos frente a cuatro que lo eran anteriormente; dirigiéndose otras
modificaciones a puntualizar algunos extremos del mecanismo sucesorio con
objeto de prever toda clase de contingencias.
De conformidad con la aprobación de las Cortes y con
la expresión auténtica y directa de la voluntad de la Nación, dispongo:
ARTÍCULO 1.- España, como unidad política, es un
Estado católico, social y representativo, que, de acuerdo con su tradición, se
declara constituido en Reino.
ARTÍCULO 2.- La Jefatura del Estado corresponde al
Caudillo de España y de la Cruzada, Generalísimo de los Ejércitos, don
Francisco Franco Bahamonde.
ARTÍCULO 3.- Vacante la Jefatura del Estado, asumirá
sus poderes un Consejo de Regencia, constituido por el Presidente de las
Cortes, el Prelado de mayor jerarquía y antigüedad Consejero del Reino y el
Capitán General o, en su defecto, el Teniente General, en activo y de mayor
antigüedad de los Ejércitos de Tierra, Mar o Aire y por este mismo orden, o sus
respectivos suplentes designados conforme a lo dispuesto en el Artículo
siguiente. El Presidente de este Consejo será el de las Cortes, para la validez
de los acuerdos se requerirá la presencia, por lo menos, de dos de sus tres
componentes y siempre la de su Presidente o, en su defecto, la del
Vicepresidente del Consejo del Reino.
ARTÍCULO 4.-
I. Un Consejo del Reino, que tendrá precedencia sobre
los Cuerpos consultivos de la Nación, asistirá al Jefe del Estado en los
asuntos y resoluciones trascendentales de su exclusiva competencia. Su
Presidente será el de las Cortes, y estará compuesto por los siguientes
miembros:
1. El Prelado de mayor jerarquía y antigüedad entre
los que sean Procuradores en Cortes.
2. El Capitán General o, en su defecto, el Teniente General, en activo y de
mayor antigüedad de los Ejércitos de Tierra, Mar o Aire y por este mismo orden.
3. El General Jefe del Alto Estado Mayor o, en su defecto, el más antiguo de
los tres Generales Jefes del Estado Mayor de Tierra, Mar y Aire.
4. El Presidente del Tribunal Supremo de Justicia.
5. El Presidente del Consejo de Estado.
6. El Presidente del Instituto de España.
7. Dos Consejeros elegidos por votación por cada uno de los siguientes grupos
de Procuradores en Cortes:
a) El de Consejeros Nacionales.
b) El de la Organización Sindical.
c) El de Administración Local.
d) El de Representación Familiar.
c) El de Administración Local.
d) El de Representación Familiar.
8. Un Consejero elegido por votación por cada uno de
los siguientes grupos de Procuradores en Cortes:
a) El de Rectores de Universidades.
II. El cargo de Consejero estará vinculado a la
condición por la que hubiese sido elegido o designado.
III. El Jefe del Estado designará, a propuesta del
Consejo del Reino, entre sus miembros, un Vicepresidente y los suplentes de
cada uno de los Consejeros miembros del Consejo de Regencia.
IV. En los casos de imposibilidad del Presidente o de
que vaque la Presidencia de las Cortes y, en este último caso, hasta que se
provea esta Presidencia, le sustituirá el Vicepresidente del Consejo del Reino.
V. Los acuerdos, dictámenes y propuestas de resolución
del Consejo del Reino se adoptarán por mayoría de votos entre los Consejeros
presentes, cuyo número no podrá ser inferior al de la mitad más uno de la
totalidad de sus componentes, excepto cuando las Leyes fundamentales exijan una
mayoría determinada. En caso de empate decidirá el voto del Presidente.
ARTÍCULO 5.- El Jefe del Estado estará asistido preceptivamente
por el Consejo del Reino en los casos en que la presente Ley u otra de carácter
fundamental establezca este requisito.
ARTÍCULO 6.- En cualquier momento el Jefe del Estado
podrá proponer a las Cortes la persona que estime deba ser llamada en su día a
sucederle, a título de Rey o de Regente, con las condiciones exigidas por esta
Ley, y podrá, asimismo, someter a la aprobación de aquéllas la revocación de la
que hubiere propuesto, aunque ya hubiese sido aceptada por las Cortes.
ARTÍCULO 7.- Cuando, vacante la Jefatura del Estado,
fuese llamado a suceder en ella el designado según el Artículo anterior, el
Consejo de Regencia asumirá los poderes en su nombre y convocará conjuntamente
a las Cortes y al Consejo del Reino para recibirle el juramente prescrito en la
presente Ley y proclamarle Rey o Regente.
ARTÍCULO 8.-
I. Ocurrida la muerte o declarada la incapacidad del
Jefe del Estado sin que hubiese designado sucesor, el Consejo de Regencia
asumirá los poderes, salvo el de revocar el nombramiento de alguno de los
miembros del propio Consejo, que en todo caso conservarán sus puestos, y
convocará, en el plazo de tres días, a los miembros del Gobierno y del Consejo
del Reino para que, reunidos en sesión ininterrumpida y secreta, decidan, por
dos tercios de los presentes, que supongan como mínimo la mayoría absoluta, la
persona de estirpe regia que, poseyendo las condiciones exigidas por la
presente Ley y habida cuenta de los supremos intereses de la Patria, deban
proponer a las Cortes a título de Rey. Si la propuesta no fuese aceptada, el
Gobierno y el Consejo del Reino podrán formular, con sujeción al mismo
procedimiento, una segunda propuesta en favor de otra persona de estirpe regia
que reúna también las condiciones legales.
II. Cuando, a juicio de los reunidos, no existiera
persona de la estirpe que posea dichas condiciones, o las propuestas no
hubiesen sido aceptadas por las Cortes, propondrán a éstas, con las mismas
condiciones, como Regente, la personalidad que por su prestigio, capacidad y
posibles asistencias de la Nación, deba ocupar este cargo. Al formular esta
propuesta podrán señalar plazo y condición a la duración de la Regencia, y las
Cortes deberán resolver sobre cada uno de estos extremos. Si la persona
propuesta como Regente no fuese aceptada por las Cortes, el Gobierno y el
Consejo del Reino deberán efectuar, con sujeción al mismo procedimiento, nuevas
propuestas hasta obtener la aceptación de las Cortes.
III. En los supuestos a que se refieren los párrafos
anteriores, de no alcanzarse en primera votación la mayoría de dos tercios, se
procederá a segunda y, en su caso, a tercera votación. En esta última, para la
validez del acuerdo bastará la mayoría de tres quintos, que habrá de equivaler,
por lo menos, a la mayoría absoluta.
IV. El Pleno de las Cortes habrá de celebrarse en el
plazo máximo de ocho días a partir de cada propuesta, y el sucesor, obtenido el
voto favorable de las mismas, de acuerdo con lo que dispone el Artículo 15,
prestará el juramento exigido por esta Ley, en cuya virtud, y acto seguido, el
Consejo de Regencia le transmitirá sus poderes.
V. En tanto no se cumplan las previsiones establecidas
en el Artículo 11 de esta Ley, al producirse la vacante en la Jefatura del
Estado se procederá a la designación de sucesor de acuerdo con lo dispuesto en
el presente Artículo.
ARTÍCULO 9.- Para ejercer la Jefatura del Estado como
Rey o Regente se requerirá ser varón y español, haber cumplido la edad de
treinta años, profesar la religión católica, poseer las cualidades necesarias
para el desempeño de su alta misión y jurar las Leyes fundamentales, así como
lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional. El mismo
juramento habrá de prestar el sucesor después de cumplir la edad de treinta
años.
ARTÍCULO 10.- Son Leyes fundamentales de la Nación:
6. Cualquiera otra que en lo sucesivo se promulgue
confiriéndola tal rango.
Para derogarlas o modificarlas será necesario, además
del acuerdo de las Cortes, el referéndum de la Nación.
ARTÍCULO 11.-
I. Instaurada la Corona en la persona de un Rey, el
orden regular de sucesión será el de primogenitura y representación, con
preferencia de la línea anterior a la posterior; en la misma línea, del grado
más próximo al más remoto; en el mismo grado, del varón a la hembra, la cual no
podrá reinar, pero sí, en su caso, transmitir a sus herederos el derecho, y,
dentro del mismo sexo, de la persona de más edad a la de menos; todo ello sin
perjuicio de las excepciones y requisitos preceptuados en los Artículos anteriores.
II. En el caso de que el heredero de la Corona, según
el orden establecido en el párrafo anterior, no alcanzase la edad de treinta
años en el momento de vacar el trono, ejercerá sus funciones públicas un
Regente designado de acuerdo con el Artículo 8 de esta Ley, hasta que aquél
cumpla la edad legal.
III. La misma norma se aplicará si por incapacidad del
Rey, apreciada en la forma prevista en el Artículo 14 de esta Ley, las Cortes
declarasen la apertura de la Regencia y el heredero no hubiera cumplido los
treinta años.
IV. En los supuestos de los dos párrafos anteriores,
la Regencia cesará en cuanto cese o desaparezca la causa que la haya motivado.
ARTÍCULO 12.- Toda cesión de derechos antes de reinar,
las abdicaciones cuando estuviere designado el sucesor, las renuncias en todo
caso y los matrimonios regios, así como el de sus inmediatos sucesores, habrán
de ser informados por el Consejo del Reino y aprobados por las Cortes de la
Nación.
ARTÍCULO 13.- El Jefe del Estado, oyendo al Consejo
del Reino, podrá proponer a las Cortes queden excluidas de la sucesión aquellas
personas reales carentes de la capacidad necesaria para gobernar o que, por su
desvío notorio de los principios fundamentales del Estado o por sus actos,
merezcan perder los derechos de sucesión establecidos en esta Ley.
ARTÍCULO 14.- La incapacidad del Jefe del Estado,
apreciada por mayoría de dos tercios de los miembros del Gobierno, será
comunicada en razonado informe al Consejo del Reino. Si éste, por igual
mayoría, la estimare, su Presidente la someterá a las Cortes, que, reunidas a
tal efecto dentro de los ocho días siguientes, adoptarán la resolución
procedente.
ARTÍCULO 15.-
I. Para la validez de los acuerdos de las Cortes a que
esta Ley se refiere, será preciso el voto favorable de los dos tercios de los
Procuradores presentes, que habrá de equivaler, por lo menos, a la mayoría
absoluta del total de Procuradores.
II. Sin embargo, en los supuestos a que se refieren
los Artículos 6 y 8 de la presente Ley, de no alcanzarse en primera votación la
mayoría de dos tercios, se procederá a segunda y, en su caso, a tercera
votación. En esta última, para la validez del acuerdo bastará la mayoría de
tres quintos, que habrá de equivaler, por lo menos, a la mayoría absoluta.
Francisco Franco
26 de Julio de 1947
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