Algunos periódicos
anunciaron ayer, con exagerada precipitación, la dimisión del general Franco.
En materia de información no hay que ceder a sus deseos y fundarse previamente
en la autenticidad. Anoche en un despacho, la Agencia Reuter declaraba estar
autorizada para desmentir el acontecimiento. El general Franco no había
dimitido, estaba de caza.
Es evidente que el
régimen falangista no queda reducido a la Península ni es menos evidente que
Francia no puede desinteresarse de ese problema. Ya hemos expresado con qué
espíritu y con qué corazón nos pronunciamos por la República española. En estos
momentos en que se plantea para España el problema de su forma de Gobierno,
quisiéramos añadir algo más a nuestros argumentos.
La actual situación de
España nos recuerda en muchas cosas nuestra propia situación. Pero la gran
diferencia consiste en que España ha conservado un Gobierno constitucional. El
Gobierno republicano de Francia abdicó ante Vichy y los alemanes en 1940.
Remitió sus poderes y renunció a todos sus derechos. Al contrario, la República
española no ha dejado de existir jamás en derecho. Fue desposeída por la
fuerza, pero para todo espíritu democrático su existencia legal sigue en pie.
El resultado es que teóricamente
España no tendrá necesidad de realizar una revolución para constituir su
Gobierno. Este existe y espera la oportunidad de normalizar su actividad.
Constitucionalmente bastaría que el señor Martínez Barrios, Presidente de las
Cortes, actualmente en México, volviera a Madrid y constituyera el nuevo
Gobierno, para que la República española fuera de hecho lo que jamás ha dejado
de ser de derecho.
Si es verdad que esta
guerra es la guerra de las democracias, la conclusión es fácil de establecer.
Para nosotros solo debe existir un Gobierno español: el resultante de un voto
popular regular, único soberano en lo que afecta a los asuntos de la Península.
Si es verdad que esta guerra es la de las democracias Franco no ha existido
jamás y nosotros debemos ignorarlo.
Ese es el principio
que afirmamos y que defenderemos siempre. Lo natural sería que el señor
Churchill, que ayer declaró su preferencia por los gobiernos regulares,
adoptara este punto de vista. El día que todos los Aliados reconocieran a la
faz del mundo que el Gobierno republicano español es el que realmente
representa a España, ese día se disiparían las dudas, se acabaría al malestar y
la liberación de España no se haría esperar.
Pero sobre este
problema capital es necesario también que los republicanos españoles nos
ayuden. Pueden hacerlo, dando cuerpo, lo más rápidamente posible a ese Gobierno
legal que se trata de hacer reconocer por el mundo. Pueden hacerlo reuniendo
las Cortes sin más dilaciones y reclamando de los Aliados el respeto y la consagración
de la legalidad constitucional.
La República española
no está por construir. Existe. Ha sobrevivido a la derrota, pues ha tenido la
dignidad de no aceptarla jamás. Le falta, con su esfuerzo y con el de sus
amigos, el ocupar la plaza que le corresponde, ofreciendo al pueblo español esa
justicia y esa libertad que no ha dejado nunca de merecer.
Albert Camus, España Libre
Combat, 10 de
diciembre 1944
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