En la zona rebelde, piensan que la ocupación de Madrid
es inminente, y el ABC de Sevilla del día 12, página 12, anuncia la salida de
Huelva hacia la Capital de España, de la Virgen del Rocío, que será venerada en
cuanto Madrid sea ocupado por las tropas franquistas.
Miaja, presidente de la
Junta de Defensa de Madrid, declara por la radio: «Madrid puede ser defendido
un año aún, si es preciso». No sospecha que será preciso defenderlo durante
casi tres años. Como tampoco sospechan los generales que tiene en frente, que
necesitarán ese mismo tiempo, para realizar su entrada en la Capital, y para
eso será imprescindible la traición del coronel Casado; que insubordinándose en
marzo de 1939, contra el Gobierno republicano, entregó la Capital a los
facciosos, finalizando con ello la guerra.
Una docena de guardias de asalto,
medio batallón de milicias (Batallón Deportivo) y dos oficiales profesionales
sostenían el frente improvisado a cuatrocientos metros de las primeras casas.
Así en Carabanchel, en Usera, en cualquier sitio de aquellos por donde se
volcaba la avalancha. Se cerró el campo. Ya se combatía en las casas, de casa
en casa, y a veces dentro de una misma casa.
Entraba la guerra en Madrid con
gritos populares de rabia y angustia. Los obuses italianos abrían calle en el
barrio que crujía al hundirse. Ahora pegados ya al cinturón de Madrid, estos
hombres no se permiten ni un solo paso atrás porque pelean a la sombra de sus
casas, algunos en sus barrios; porque el combate con la espalda en los muros de
la Ciudad, en la Ciudad ya, les sobrecoge menos que la batalla en campo
abierto….
En medio de la calle hay un tranvía volcado. Protege una trinchera
nuestra, pero también impide a sus defensores ver si el enemigo se acerca. El
siete de noviembre ó el ocho, ese tranvía llegó hasta aquí abarrotado de
madrileños que se venían al frente. Hasta el tranviario se quedó aquí.
Jesús Izcaray
No hay comentarios:
Publicar un comentario