Enrique Líster, jefe de la División del Ejército de la República, en el mitin de Unidad de Acción Antifascista en el teatro Olympia.
Barcelona, 1937 (Josep Brangulí / Fundación Telefónica)
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"Yo, que no
entiendo nada de poética, les estoy profundamente agradecido a los poetas por
el importante papel que la poesía ha desempeñado durante la guerra. He sido
siempre partidario de los discursos cortos, directos, que lleguen al corazón,
calienten la sangre y dejen en el cerebro de los que escuchan materia de
reflexión. Por eso, una buena poesía era para mí algo así como varias horas de
discursos resumidos en unos pocos minutos. He podido comprobar muchas veces que
una poesía capaz de llegar al corazón de los soldados valía más que diez largos
discursos. Recuerdo cuando, en los días más difíciles de Madrid y luego a lo
largo de toda la guerra, venían Miguel Hernández, Herrera Petere, Juan Rejano,
Serrano Plaja, Pedro Garfias, Altolaguirre, Emilio Prados y otros poetas a las
trincheras a recitar a los combatientes sus poesías y lo que éstas
representaban como materia combativa, explosiva, de reforzamiento de la moral
de combate y de confianza en la victoria; de impulso para la realización de
actos heroicos individuales y colectivos.
Mientras el
poeta iba leyendo su poema, yo me fijaba en los rostros de los combatientes e
iba leyendo en ellos el efecto causado por lo que escuchaban, y podría decir,
sin temor a equivocarme, que en muchas caras veía que éste o aquél iba a ser un
héroe en el próximo combate.”
Enrique Lister
Extraído del libro de Eutimio Martín "El oficio de poeta.
Miguel Hernández", 2010 (Páginas 396-397)
Santillana Ediciones Generales, S.L.
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