Evacuación de Teruel (Fotografía de Luis Ramón Marín) |
Soñábamos algunos cuando niños, caídos
En
una vasta hora de ocio solitario
Bajo
la lámpara, ante las estampas de un libro,
Con
la revolución, y vimos su ala fúlgida
Plegar
como una mies los cuerpos poderosos.
Jóvenes
luego, el sueño quedó lejos
De
un mundo donde desorden e injusticia
Oscuramente
henchían las ávidas ciudades.
Alzándose
hasta el aire absorto de los campos,
Y
en la revolución pensábamos: un mar
Cuya
ira azul tragase tanta fría miseria.
El
sueño es una nube de la que el hombre es viento.
¿Quién
podrá al pensamiento separarlo del sueño?
Sabedlo
bien, vosotros, los que envidiéis mañana.
En
la calma, este soplo de muerte que nos lleva
Pisando
entre ruinas un fango con rocío de sangre.
Sometido
al destino, solitario, un continente
De
mercaderes y de histriones al acecho espera
Que
este loco país se levante o se hunda
Para
arrancar jirones de su esplendor antiguo.
Le
alentó únicamente la gran Rusia dolorida.
Un
alma que el dolor ha templado es invencible,
Pero,
como el amor, debe el dolor ser mudo;
No
lo digáis, sufridlo en esperanza, así ese inmenso pueblo
Lloraba
agonizante, presa ya de la muerte,
Y
miradlo hoy abierto, rosa eterna en la nieve.
Luis
Cernuda
Hora
de España, XI
Valencia, noviembre 1937
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