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1303. Testimonios de la masacre de la carretera de Málaga a Almería



"El mundo fluía, en este momento, en un único sentido"
André Malraux: L’Espoir


Un médico, el jefe de Servicio Canadiense de Transfusión de Sangre, había venido con ellos. Un anciano, reducido a tendones y nervios, de esa vejez correosa que sólo parece existir en los campesinos, llamaba, llevando en el brazo izquierdo replegado un niño de pocos meses. Muchas y muy grandes angustias podían verse a lo largo del camino, pero quizá el hombre es más vulnerable a la infancia que a cualquier otra debilidad: el médico hizo detener el automóvil... (André Malraux: L’Espoir)

Los ochenta niños del orfanato esperábamos en la acera, cada uno con su ropa y alguna cosa más en un hatillo, a que llegaran unos autobuses del Socorro Rojo que iban a llevarnos. El gentío que pasaba era enorme. Llegaron los autobuses y toda la gente quería subir. En ese momento alguien dio la alarma y apareció un avión que, siguiendo la línea de la carretera, ametrallaba y bombardeaba a baja altura. Muchos salimos corriendo a refugiarnos en el campo; otros prefirieron quedarse en el autobús para asegurarse la plaza hasta Almería. Cuando se marchó después de hacer varias pasadas en las que arrojó bombas incendiarias, volvimos y encontramos nuestro equipaje y los autobuses ardiendo: los que se quedaron estaban muertos. Todo el mundo trataba de reencontrarse, pero del grupo de niños quedamos diez; de los demás y de los profesores no volvimos a saber nada en todo el camino. Y los diez, juntos y solos, nos fuimos hasta Almería. (Miguel Escalona, superviviente. 10 años en 1937)

Al llegar al Faro de Torrox empezaron los bombardeos de los barcos... Hirieron a mi tía y a su madre, que le atravesaron el pecho, pero no murió; mi tía todavía tiene metralla. Todos gritaban y trataban de encontrarse, pero dieron una voz de que los heridos se fueran a un coche y, como mi tía y su madre estaban heridas, las metieron en el coche. Y yo me quedé sola y me perdí... (Ana Pérez Rey, superviviente. 9 años en 1937)

La aviación nos bombardeó por la Cuesta de los Caracolillos. Había unos acantilados muy pronunciados y la gente o se iba para el monte o para la orilla. Mi familia se dispersó; yo estaba al lado de un malecón. Oíamos silbar las bombas muy cerca. Cuando dejaron de bombardear vi muertos por todas partes. Tratamos de reunirnos la familia, pero allí se perdió una hermana mía, la más pequeñita, que tenía ocho años; el resto nos fuimos reuniendo al rato de ir adelante, sin mi hermana. Pasada una hora iba con otra familia cogida de un carrito pequeño, y la vi yo... (en este momento el relator rompe a llorar). (Cristóbal Criado Moreno, superviviente. 16 años en 1937)

Lo mismo que pasó en la carreta de Málaga-Almería lo he visto luego, y lo sigo viendo, muchas veces en el cine y en la televisión. Creo que lo que hicieron en Málaga fue como un ensayo de lo que posteriormente sucedió en otras guerras. Pero la primera vez que se atacó y bombardeó así a la población civil fue a nosotros, en aquella carretera: ocuparon Málaga y prepararon una trampa criminal a la salida

También nos ametrallaron desde los aviones. Mis padres nos cubrían con sus cuerpos... (Rosendo Fuentes, superviviente. 12 años en 1937)

En la recta de Adra, no se veía la carretera: era tanta la gente que caminaba hacia Almería, que todo el camino era una mancha de gente. (José Ginés, superviviente: 20 años en 1937)

Nunca he olvidado a aquella mujer que, herida por un obús, en medio de un charco de sangre amamantaba y abrazaba a su hijo de dos meses. (Miguel Escalona, superviviente: 10 años en 1937)











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