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1359. Lo que será la República española VIII



VIII. Los hombres que gobernarán nuestra República

La República es la paz. Vosotras, mu​jeres españolas, que cada veinte años te​néis que derramar lágrimas por culpa de una guerra sin objeto en la que se abusa del nombre de la patria y que patriotas verdaderos podrían evitar fácil​mente, debéis ver en la República vuestra futura tranquilidad.

La República española no inventará guerras exteriores que nos arruinen y arrebaten las vidas de miles de españoles, vuestros hijos, vuestros esposos, vuestros hermanos. ¿Quién puede atacarla?... Al Norte está Francia, una República; al Oeste está Portugal, otra República. Y las tres Repúblicas fraternales se enten​derán siempre en todos los asuntos que les sean comunes, y si llegan momentos de peligro se prestarán ayuda con la ins​tintiva solidaridad de los que pertenecen a una misma familia.

Los hombres de la República española no verán un ejemplo de simiesca imita​ción en los grandes carniceros humanos cual Guillermo II, ni buscarán guerras como un deporte, para admirarse a si mismos. Serán ciudadanos, verdadera​mente amantes de su patria, convencidos de que los países únicamente son grandes en relación con su grado de libertad, de prosperidad y de instrucción, dedican​do todas sus energías a las obras de la paz.

«¿Y quiénes son esos hombres?», pre​guntarán muchos españoles al leer esto, pues la educación materialista y de limi​tados horizontes que nos han dado, du​rante tantos años, la monarquía y el fa​natismo religioso nos impulsa a buscar la persona con preferencia a la idea.

Esos hombres los creará la República, los hará surgir el movimiento profundo que trae consigo un cambio de régimen. No temáis que falten. En todos los países y todas las épocas aparecieron puntual​mente, en el momento preciso.

Recordad las floraciones brillantes y espontáneas que produjo la revolución española de 1868. La mayor parte de sus personalidades eran completamente desconocidas poco tiempo antes.

Los hombres que gobernarán la Repú​blica española trabajan en este momento como médicos, ingenieros o abogados, escriben en una redacción de periódico o en un despacho comercial, explican sus lecciones en Universidades e Institu​tos, son obreros de carácter grave y me​ditativo que estudian en sus horas de reposo, vigilan el funcionamiento de una máquina o navegan frente a nuestras cos​tas. Actualmente lamentan los males de la patria y ven en la República su único remedio, pero la desorganización que la monarquía ha creado interesadamente en nuestro país los mantiene esparci​dos, como el polvo sideral. Han vivido hasta ahora lo mismo que los com​ponentes de una nebulosa, pero van a concretarse haciendo surgir un mundo nuevo.

La República no debe ser únicamente para los republicanos; la queremos para todos los españoles. Claro está que para los españoles de buena fe que no sean sus enemigos y finjan servirla para trai​cionarla con más seguridad, y favorecer de este modo la vuelta a los antiguos tiempos.

Los republicanos que ya vamos siendo viejos queremos el triunfo de la Repúbli​ca para que España se salve, importán​donos poco lo que podamos ser dentro de ella. Nos basta con la satisfacción de haber cambiado beneficiosamente el curso de la historia de España. Veremos con orgullo cómo un tropel de atletas jóvenes y desconocidos se lanza por el camino que nosotros trazamos.

Sé por experiencia que las más de las veces el que derriba una puerta no es el primero que entra por ella. Igual a todos los precursores que lucharon para echar abajo los duros restos del pasado, soy objeto de una campaña de injurias y calumnias pagada por la monarquía. Desprecio sus ataques, pero hay uno de ellos que necesito rebatir.

Como los sostenedores de lo existente no pueden explicarse en ningún hombre acciones generosas y desinteresadas, por hallarse estas muy por encima del plano de su mentalidad, han supuesto que hago la guerra a Alfonso XIII y deseo el esta​blecimiento de la República como un medio de satisfacer ambiciones persona​les, de ocupar los más altos cargos en el régimen republicano. Los que me co​nocen de cerca o los que tienen una noción aproximada de lo que es un es​critor, acostumbrado a vivir absoluta​mente libre con arreglo a sus gustos, no pueden hacer gran caso de tales supo​siciones.

Deseo una República española porque soy más español que Alfonso XIII y los que le rodean, porque he sido siempre republicano, y en los últimos años, mis viajes han servido para aumentar todavía más mi republicanismo. Estoy dispuesto a hacer cuanto pueda para que España viva sin reyes; pero una vez triunfe la República, mi conveniencia personal, mis aficiones, me harán desear que sur​jan nuevos hombres para que unidos a los antiguos gobiernen la joven Repúbli​ca y me dejen a un lado, saboreando silenciosamente el placer moral de haber hecho una gran cosa en bien de mi patria.

Representaría una mala acción que yo abandonase a la República desde el pri​mer momento de su triunfo, precisamen​te en el período constituyente, que es el más difícil y requiere la cooperación de todos los republicanos. La ayudaré mientras me lo pida y en el sitio donde quiera colocarme.

Y cuando la República ya no me con​sidere necesario, mi gusto será volverme a mi jardín de Mentón, a escribir no​velas, como uno de aquellos republica​nos de la antigua Roma que después de servir a la República volvían a trabajar su campo. 


Vicente Blasco Ibañez
Lo que será la República española - Capítulo VIII











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