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1440. Ante el 1º de Mayo

Desfile militar para celebrar el primero de mayo  de 1937 en Alcalá de Henares


Una vez más va a celebrarse el 1º de mayo. Fecha cargada de sentido para los trabajadores de todo el mundo, por cuanto que la llevan en la masa de la sangre, gracias a la sangre vertida para conquistarla.

Para nosotros, trabajadores de todas clases, españoles en guerra con el fascismo internacional, este 1.° de mayo tiene una especial significación: la de sentirnos reincorporados con derecho propio a la historia viva del hombre.

El próximo 1.º de mayo será, indudablemente, una palpitación universalmente española, merced a la solidaridad de todos los trabajadores. En múltiples idiomas, los panaderos y los metalúrgicos, los albañiles y los ferroviarios, los campesinos y los intelectuales —estamos seguros de ello—, van a pronunciar nuestra palabra: España. Como refuerzo moral para nosotros y esperanza luminosa para ellos, todos los pueblos libres del mundo alzarán su voz en homenaje a España.

Entretanto aquí, en España, la palabra más alta, la voz más fuerte, formal y fundamentalmente, será la de la pólvora, la de nuestro pueblo en lucha por la libertad suya y de todos los demás.

El 1.° de mayo no tendrá este año en España, ciertamente, su característico matiz de fiesta, por cuanto que fiesta es conmemoración y nuestro pueblo hoy no conmemora nada, sino que, por la encanijada voluntad voluntariosa de los traidores, vuelve a recorrer todo el camino de la lucha social. Ahora el sentido de fiesta, de fruto alcanzado merced a otras luchas, frente a otras arbitrariedades, está como pendiente, en todo el mundo, de un fallo de superior jerarquía: la del pueblo español, que ha salido al camino de la historia para enderezar sus entuertos.

Será un 1.° de mayo como debieron ser aquellos primeros, y ya lejanos, en los que los trabajadores sabían jugarse su momentánea e insignificante tranquilidad en nombre de una mayor dignidad. Será así, sólo que con unas dimensiones muchísimo mayores y con una tensión dramática, por definitiva, por decisiva, mucho más fuerte: los trabajadores que ahora luchan no pueden ni quieren ni piensan olvidar a los que primero han caído por defender todo cuanto puede simbolizar de triunfo parcial el 1.º de mayo y, al mismo tiempo, por voluntad dramática de ennoblecer con su lucha—con su posible muerte—la conciencia bastarda de un mundo sin heroísmo, de comerciantes satisfechos y tranquilos, que pudiera corromperlo todo.

Y junto a los trabajadores, en su puesto de guerra, con la misma voz grave por la proximidad de la muerte, los intelectuales de aquí, españoles, más unidos que nunca a su pueblo, recogen el sentido de esta lucha como un destino dramáticamente favorable. España, gracias al esfuerzo de su pueblo, ha llegado a ese momento de trance angustioso en el cual el hombre se muestra de verdad dueño de su destino por su esencial voluntad de hacerlo afirmativo. Trance este por el cual la historia no ocurre, sino que, gracias al hombre, se hace historia humana.

Este año, en España, el 1.º de mayo, por todo esto, tendrá el matiz único que conservan los acontecimientos históricos, que consiguen esa misma y exclusiva categoría.

La fiesta de los trabajadores (no puerilmente y sin sentido, del trabajo) amanecerá en España manchada de sangre, precisamente para que en la historia quede aún más afirmado su sentido de nuevo mundo, de nueva jerarquía, de nuevo estilo.

Estilo que se define, patéticamente, en todas y cada una de las trincheras en las que lucha el pueblo español.


A. S. P.
Hora de España nº 5
Valencia, mayo 1937









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