Desfile militar para celebrar el primero de mayo de 1937 en Alcalá de Henares |
Una vez más va a celebrarse el 1º de mayo. Fecha cargada de sentido para los trabajadores de todo el mundo, por cuanto que la llevan en la masa de la sangre, gracias a la sangre vertida para conquistarla.
Para nosotros, trabajadores de todas clases, españoles
en guerra con el fascismo internacional, este 1.° de mayo tiene una especial
significación: la de sentirnos reincorporados con derecho propio a la
historia viva del hombre.
El próximo 1.º de mayo será, indudablemente, una
palpitación universalmente española, merced a la solidaridad de todos los
trabajadores. En múltiples idiomas, los panaderos y los metalúrgicos, los albañiles y los
ferroviarios, los campesinos y los intelectuales —estamos seguros de ello—, van a
pronunciar nuestra palabra: España. Como refuerzo moral para nosotros y
esperanza luminosa para ellos, todos los pueblos libres del mundo alzarán su
voz en homenaje a España.
Entretanto aquí, en España, la palabra más alta, la
voz más fuerte, formal y fundamentalmente, será la de la pólvora, la de nuestro
pueblo en lucha por la libertad suya y de todos los demás.
El 1.° de mayo no tendrá este año en España,
ciertamente, su característico matiz de fiesta, por cuanto que fiesta es
conmemoración y nuestro pueblo hoy no conmemora nada, sino que, por la encanijada
voluntad voluntariosa de los traidores, vuelve a recorrer todo el camino de la
lucha social. Ahora el sentido de fiesta, de fruto alcanzado merced a otras luchas,
frente a otras arbitrariedades, está como pendiente, en todo el mundo, de un fallo de
superior jerarquía: la del pueblo español, que ha salido al camino de la
historia para enderezar sus entuertos.
Será un 1.° de mayo como debieron ser aquellos
primeros, y ya lejanos, en los que los trabajadores sabían jugarse su momentánea
e insignificante tranquilidad en nombre de una mayor dignidad. Será así, sólo que
con unas dimensiones muchísimo mayores y con una tensión dramática, por
definitiva, por decisiva, mucho más fuerte: los trabajadores que ahora luchan
no pueden ni quieren ni piensan olvidar a los que primero han caído por
defender todo cuanto puede simbolizar de triunfo parcial el 1.º de mayo y, al
mismo tiempo, por voluntad dramática de ennoblecer con su lucha—con su posible
muerte—la conciencia bastarda de un mundo sin heroísmo, de comerciantes
satisfechos y tranquilos, que pudiera corromperlo todo.
Y junto a los trabajadores, en su puesto de guerra,
con la misma voz grave por la proximidad de la muerte, los intelectuales de
aquí, españoles, más unidos que nunca a su pueblo, recogen el sentido de esta
lucha como un destino dramáticamente favorable. España, gracias al esfuerzo de
su pueblo, ha llegado a ese momento de trance angustioso en el cual el hombre se
muestra de verdad dueño de su destino por su esencial voluntad de hacerlo
afirmativo. Trance este por el cual la historia no ocurre, sino que, gracias al
hombre, se hace historia humana.
Este año, en España, el 1.º de mayo, por todo esto,
tendrá el matiz único que conservan los acontecimientos históricos, que
consiguen esa misma y exclusiva categoría.
La fiesta de los trabajadores (no
puerilmente y sin sentido, del trabajo) amanecerá en España manchada de sangre, precisamente
para que en la historia quede aún más afirmado su sentido de nuevo
mundo, de nueva jerarquía, de nuevo estilo.
Estilo que se define, patéticamente, en todas y cada
una de las trincheras en las que lucha el pueblo español.
A. S. P.
Hora de España nº 5
Valencia, mayo 1937
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